Hace poco me enteré de esta historia, que me pareció extraordinaria, así que aquí la comparto. Resulta que hay una obra de arte en la Luna. Y no se trata de una metáfora de las piezas de ingeniería instaladas o dejadas atrás por los astronautas, o a los robots que rodaron, ruedan, o se sentaron en el suelo selenita. Es una obra de arte posta, una pieza de escultura realizada a mano por un artista. Aquí está, ésta es:
Fallen astronaut, como se la conoce, es una pieza del escultor belga Paul van Hoeydonck. Fue llevada a la Luna e instalada allí por David Scott, comandante del Apollo 15. Allí quedará para siempre, en un escarpado valle entre la Rima Hadley y la base de los Montes Apeninos. Éste es el encantador entorno donde yace el Fallen Astronaut. La foto es de Jim Irwin, cuya sombra vemos en el medio del panorama (notar el efecto Heiligenschein, ya comentado aquí). Más allá están el buggy lunar y Scott analizando una roca.
Van Hoeydonck siempre fue un entusiasta de la exploración espacial, y en pleno auge de las misiones Apollo se propuso realizar la más extraordinaria exposición individual de la historia: exhibir una escultura en la Luna. En 1971 consiguió reunirse con Scott e Irwin en una cena informal. Los exaltó: "Ustedes son como los caballeros medievales, ¡son los astronautas del Santo Grial!". La respuesta fue la que secretamente el escultor esperaba: "¡Te llevamos una escultura a la Luna!".
Faltaban dos meses para el lanzamiento del Apollo 15. A toda velocidad van Hoeydonck hizo un prototipo que encarnaba su visión futurista del destino humano en las estrellas. Scott abrazaba un propósito distinto para la obra: que fuera un monumento en memoria de los astronautas muertos en la Conquista del Espacio. Todos: americanos y soviéticos. Finalmente el artista se contentó con la figurita entre humana y abstracta que vemos, hecha de aluminio a mano por él mismo. No es el mejor van Hoeydonck, según sus propias palabras, pero fue un compromiso necesario de materiales, peso, tamaño y muchos otros factores. El hecho de que el artista fuese extranjero no fue un obstáculo. Los astronautas le contaron la idea a Nixon y éste preguntó: "Este artista, ¿es demócrata o republicano?". "Es belga", le contestaron. "OK", dijo el Presidente.
Las visiones dispares del significado de la obra por parte de van Hoeydonck y Scott fueron el origen de interminables malentendidos y resentimientos. La tarjeta que vemos atrás de la pieza de aluminio, con los nombres de los caídos, fue idea de Scott, así como (parece) el nombre de la obra. El escultor nunca los reconoció como propios. Su intención era que el pequeño astronauta de aluminio se posara en suelo lunar erguido, contemplando el paisaje y el futuro. No fue así. Pero en definitiva, ¿no debe ser la obra artística un disparo polisémico, un punto de partida, un lanzamiento?
Se habló muy poco en público sobre el tema. Scott e Irwin estaban decididos (sin el acuerdo de van Hoeydonck) a mantener el homenaje anónimo y de bajo perfil. El artista nunca accedió a ello. Las cosas se complicaron en años posteriores con emprendimientos comerciales, investigaciones internas de la NASA y el Senado. Parece que 40 años más tarde los resentimientos no se han acabado.
Me encantó la historia. Pueden leerla en The sculpture on the Moon, de Corey Powell y Laurie Shapiro, en Slate. Es una nota larga, con muchos detalles de los escandaletes que preferí omitir.
La foto de Paul van Hoeydonck sosteniendo el astronauta de aluminio es de Paul van Hoeydonck/Waddell Gallery, según aparece en la nota de Slate. Las otras imágenes son de NASA.
Si era para colocar una obra de arte en la Luna hubieran puesto Starman, por David Bowie, pero claro, en la Luna no hay aire papara propagar el sonido y aparte en el 71 creo que todavía no la había grabado. En todo caso la estatuita me pareció medio fea.
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