Esta semana varias casualidades me hicieron recordar a
Anaxágoras, el filósofo griego. No es uno de los más famosos. No tiene ni de lejos la popularidad de Sócrates, Platón y Aristóteles, pero fue enormemente influyente. Casi puede decirse, como de Tales, que es uno de los
fundadores de la ciencia: la concepción de que la explicación de los fenómenos naturales hay que buscarla en la naturaleza misma, y no en la superstición. Nació en Asia Menor, emigró a Atenas en su juventud, y fue uno de los primeros filósofos de la ciudad que se convertiría en líder del mundo helénico durante el Siglo de Oro. Fue maestro de Pericles, y probablemente también de Sócrates (el filósofo, no el zaguero de Grecia). Cuenta mi amigo Miguel Hoyuelos en
Ciencia y Tragedia que Anaxágoras fue procesado y condenado a muerte por impiedad, como Sócrates. Pero, a diferencia de éste, parece que Pericles consiguió que se conmutase la pena por una multa y un exilio forzoso.
Anaxágoras me vino a la mente esta semana cuando vi esta preciosa foto en la
Image of the Day del
Earth Observatory. Es la intrincada
península del Peloponeso, donde se encontraba la antigua ciudad de Esparta (de donde deben ser originarios los Mascherano
#maschefact). Anaxágoras sostenía que el Sol no era un dios, sino una esfera de fuego varias veces más grande que el Peloponeso. Y tenía razón. También decía que las estrellas eran como el Sol, pero que brillaban menos simplemente porque estaban muy lejos.
Y también tenía razón.
Cuando la foto del día me hizo recordar a Anaxágoras se desató una cadena de asociaciones libres. El griego también decía que la Luna era un mundo, como la Tierra, y que brillaba reflejando la luz del Sol, y que tenía montañas. Todo dos mil años antes del primer telescopio, entiendasé. Las montañas de la Luna, o la falta de ellas, me llevaron a recordar la Luna llena, la
superluna del fin de semana. Durante la Luna llena las montañas de la Luna parecen desvanecerse, porque no vemos sus sombras. Como en esta foto que había compartido en Facebook mi amigo Eric González, del
Observatorio de la Universidad de La Punta. La región oscura de abajo es el
Mar de las Lluvias, y las manchas claritas (las "islas") son montañas, aunque no parezcan.
Lo que me llamó la atención cuando vi esta foto fue este cráter, tan brillante y rodeado de rayos. No conseguía recordarlo. Me fijé en la referencia obligada, el
Virtual Moon Atlas, y me pareció identificarlo como
Goldschmidt. Dato que fue confirmado por otro observador en los comentarios de la foto en FB cuando lo consulté. No quedé satisfecho, de todos modos. Los datos de Goldschmidt no parecían corresponder a mi cráter, a pesar de que la posición era la correcta. Según el VMA medía 120 km de diámetro, aún más que el gran cráter Platón, el óvalo oscuro que vemos al frente. Y no parece tan grande, aunque esté más lejos. Además, decía el VMA que Goldchmidt es muy antiguo, como
Clavius. Y los cráteres tan antiguos no están rodeados de rayos, debido a la erosión de miles de millones de años de meteorización. No podía ser Goldschmidt.
Mi foto de la Luna gibosa,
la que compartí el mes pasado, me permitió zanjar la cuestión. La luz oblicua permite ver las montañas de la Luna, las que imaginó Anaxágoras. El relieve destaca cada cráter, como cuando iluminamos una pared con una linterna rasante y vemos cada granito de la superficie. Perdemos esos brillos intensos que tienen algunos cráteres en Luna llena, como el que me intrigaba, pero la identificación fue sencilla. No era Goldschmidt. Era un crater más pequeño, claramente más moderno, montado sobre sus paredes. El VMA ya me había alertado en la descripción de Goldschmidt, pero no había prestado atención: una de las características principales del enorme y antiguo cráter es otro cráter, grande y reciente, superpuesto en su pared oeste:
Anaxágoras. Nada menos.
Revisando la foto de Eric pude distinguir el erosionado Goldschmidt, vean. Apenas se insinúa su óvalo. Aquí puse una versión anotada, con los nombres de otras de las formaciones interesantes.
Hay una preciosa foto de Anaxágoras tomada desde la órbita lunar en la era Apollo. Es un cráter muy septentrional, muy cercano al Polo Norte. Por tal razón, y por tener una profundidad de 3000 metros, su fondo está iluminado sólo en los días alrededor de la Luna llena. Y en el fondo vemos un notable macizo montañoso, bastante corrido del centro (hacia arriba y la izquierda en esta foto). Parte del material revuelto en la colisión parece haber fluido hacia el lado opuesto (abajo y la derecha), volcándose incluso sobre las pared de la formación y derramándose fuera. Las paredes mismas son complejas, con partes derrumbadas formando terrazas, y otras muy pendentudas e intactas. Un cráter precioso. Búsquenlo.
La
foto del Peloponeso es de la NASA, tomada por un astronauta de la Estación Espacial Internacional el 21 de marzo de 2014, cámara en mano. La foto de Anaxágoras y otras formaciones lunares en luna llena es de Eric González. La del cráter Anaxágoras es de la NASA, tomada desde el Lunar Orbiter 4. Las otras son mías.
Ciencia y Tragedia: Los griegos y sus herederos, de Miguel Hoyuelos (Universidad Nacional de Mar del Plata, 2013), está buenísimo. Ah, y lo de Mascherano es un chiste, claro está.