¿Qué hacer en una situación desesperada? ¿Guerrear? ¿Rogar? ¿Rezar? ¿Huir? Colón recurrió a la astronomía. Revisando las Efemérides de Regiomontanus se le ocurrió una idea: en tres días habría un eclipse de Luna. ¡Chan!
Colón convocó a los caciques y los engañó: les dijo que el dios de los cristianos estaba enojado porque habían dejado de ayudarlos, y que mandaría una señal en el cielo en forma de una Luna "airada e inflamada". Así lo relata su hijo Hernando en el capítulo 103 de la Historia del Almirante:
Cuando llegó el momento máximo del eclipse, Colón salió y les dijo a los indios que había intercedido a favor de ellos ante su dios, prometiendo en su nombre que tratarían bien a los cristianos. Los invitó a observar juntos para ver el resultado de su súplica. Por supuesto la Luna se deseclipsó y los nativos, sin conocer la causa física de los eclipses, se creyeron todo y volvieron a ayudar a los forasteros. Recién en junio de ese año los rescataron.
El eclipse fue el 29 de febrero de 1504. Fue un eclipse total que pudo verse desde buena parte del Viejo y el Nuevo Mundos. En Jamaica la Luna salió eclipsada cerca de las 20:30, y comenzó a salir de la umbra minutos después de las 22 horas. A tiempo para celebrar con una cena tardía, tomarse unas cervezas y cantar reggae hasta la madrugada.
No fue el primer eclipse que Colón observó en sus viajes. El 14 de noviembre de 1494, durante su segundo viaje y en circunstancias más felices, había ya observado otro eclipse lunar. La medición de los tiempos de comienzo y fin, y su comparación con los predichos para las ciudades europeas, le permitieron verificar la esfericidad de la Tierra y determinar la longitud del lugar donde se encontraba (no era Asia, no). La determinación de la longitud geográfica, y en particular la longitud en altamar, se convirtió en un gran problema en los siglos de descubrimientos, y sólo pudo ser resuelto a fines del siglo XVIII con la invención del cronómetro mecánico de Harrison.
La predicción de un eclipse para zafar de una situación comprometida ha aparecido tantas veces en la ficción que es casi increíble que haya ocurrido de veras. En la hilarante Un yanqui de Connecticut en la corte del Rey Arturo, de Mark Twain, el protagonista se salva de morir en la hoguera prediciendo un eclipse de Sol, cosa que le permite convertirse en Mago rivalizando con Merlín, quien resulta ser un charlatán.
En Space Quest, un juego de aventuras de mi época de estudiante, había que controlar en primera persona a un ordenanza de una nave espacial. En cierto momento también se encuentra en una situación de vida o muerte de la que se podía salir tipeando "predict eclipse". También hay un episodio de Las aventuras de Tintín donde pasa algo similar, y seguramente muchos más.
La foto del eclipse de Luna es mía, tomada durante el eclipse parcial del 16 de julio de 2019 en Bariloche, media órbita lunar después del Gran Eclipse Argentino.
El texto es de Hernando Colón, hijo de Cristóbal y hermano de Diego, quien acompañó a su padre en el cuarto viaje siendo un adolescente. Hernando se convirtió en un gran astrónomo, anticipando que el problema de determinar la longitud requería la fabricación de un reloj muy preciso, que conservara a hora del puerto de partida.
La ilustración del eclipse es del Catálogo de cinco milenios de eclipses lunares, de los legendarios Fred Espenak y Jan Meeus, accesible en el sitio de eclipses de la NASA.