Los Premios Ig Nobel, entregados anualmente por la organización Improbable Research, son una fuente inagotable de risa y reflexión. Según la propia organización, la Investigación Improbable es aquélla que primero te hace reir, y después de deja pensando. Los Premios Ig Nobel, cuyo nombre parodia a propósito a los prestigiosos Premios Nobel, celebran a los más destacados investigadores en esa frontera difusa.
Tan difusa que las categorías mismas son un poco disparatadas, y cambian todos los años. Nuestro amigo Diego Golombek y sus colaboradores ganaron el Premio Ig Nobel de Aviación en 2007, con su inefable trabajo sobre el efecto del Viagra en el jet-lag de los hámsters. El que no haya visto a Diego contar la experiencia, así como lo que realmente significa lo que aprendieron con esta investigación, no sabe lo que se pierde.
El año pasado se entregó un premio conjunto de Biología y Astronomía. ¿Algún sesudo y simpático análisis de esteroides en los asteroides? Nada de eso. El premio fue para un grupo de zoólogos que descubrió que el escarabajo estercolero sudafricano, cuando se pierde, ¡puede navegar observando la Vía Láctea!
Muchos animales usan el Sol o la Luna para navegar. Unos pocos (nosotros, algunos pájaros, algunas focas) pueden usar las estrellas para navegar en las noches sin Luna. Sólo los seres humanos, parecía, somos conscientes de la franja lechosa que, además de las estrellas, cruza el cielo en las noches sin Luna. Bueno, no: los estercoleros también. Lo descubrieron mediante una serie de ingeniosos experimentos, que incluyeron taparle los ojos que miran hacia arriba (sí, estos coleópteros tienen un par de ojos dorsales), meterlos adentro de un planetario para simular distintas situaciones del cielo, y por supuesto observarlos durante las noches de octubre, cuando la Vía Láctea está cerquita del horizonte al caer la noche.
Este gráfico es uno de los resultados que lo demuestran. Está representado el tiempo que le lleva a los escarabajos salir desde el centro de una arena circular rodeada de una alta pared negra (empujando sus pelotas de estiércol, naturalmente). Cuando hay luna lo hacen en 20 segundos. Sin luna, pero con el cielo estrellado, tardan más o menos el doble. Pero si está nublado, o si les tapan el campo visual hacia arriba, el tiempo de salida se alarga a 2 minutos. En el campo, por supuesto, no se pueden eliminar las estrellas (que en su mayor parte recorren la Vía Láctea) y dejar sólo el resplandor nebuloso de la Galaxia. Pero en un planetario sí, y los bichos se las arreglan para orientarse sólo con su nebulosidad, y salir de la arena casi en el mismo tiempo que con el cielo estrellado, en 50 segundos.
Vale la pena aclarar que no se mueven ni a lo largo de la Vía Láctea, ni perpendicularmente, ni hacia la Luna cuando está en el cielo, etc. Pueden caminar en cualquier dirección que prefieran para transportar su valiosa carga, sólo usan las pistas celestes como referencia para mantener una dirección constante. Aparentemente, les interesa alejarse lo antes posible de la pila de estiércol para evitar que algún compañero les robe la carga.
¡Escarabajos! ¡Son artrópodos, con una vida elemental y un cerebro minúsculo! Sin embargo, de manera instintiva y diminuta, estos bichos experimentan su propia conexión con el cosmos. ¿Qué más verán en el cielo los animales? ¿Qué verán en nosotros?
El artículo es: Dacke M et al., Dung beetles use the Milky Way for orientation, Current Biology (2013) 23:298-300, de donde está tomado el gráfico. La foto la tomé de una nota de la BBC, y tiene crédito de la revista y los autores.
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