22/03/2025

Eclipse lunar ozonizado

La semana pasada disfrutamos de un hermoso eclipse lunar total. El horario era un poco incómodo: de las 2 a las 6 de la madrugada, así que nos juntamos una veintena de aficionados a la astronomía de Bariloche, y entre todos aguantamos. Cero viento y una temperatura que no bajó de 4 grados, así que no fue difícil.

La imagen muestra las distintas fases del eclipse. Desde la preciosa luna llena previa, pasando luego por la larguísima fase parcial a medida que la Luna se mete en el cono de sombra de la Tierra, hasta la totalidad, y finalmente la salida. Las fotos no alcanzan a transmitir la belleza del espectáculo natural, tanto a simple vista como a través de telescopios o binoculares. El ojo humano tiene un rango dinámico que la fotografía no puede igualar, mucho menos en una pantalla. 

Hice otro collage, con más fotos:

Hay dos cosas notables en los eclipses lunares, que siempre vale la pena destacar. Una es la forma del borde de la sombra de la Tierra: es curvo. ¿Por qué es curvo el borde de la sombra de la Tierra? Porque la Tierra es redonda. Hace miles de años, los astrónomos griegos llegaron a la misma conclusión. Es un conocimiento que ha estado en nuestra civilización durante muchísimo tiempo, ciertamente era algo bien sabido en tiempos de Colón. Esperemos que no se pierda en el transcurso del próximo siglo. 

La otra cosa notable es el color rojo de la parte eclipsada. A pesar de que la Tierra bloquea la luz del Sol, hay algo que ilumina la Luna. Es la luz del Sol dispersada en la atmósfera terrestre, aligerada de los azules que vemos en el cielo (y por lo tanto enrojecida) que la Luna nos devuelve. Es un tono cobre o ladrillo, como se ve en las fotos. El que dice "luna de sangre", evidentemente, nunca vio un eclipse, o nunca vio sangre, o las dos cosas. El brillo de este tono rojo depende de cuánta luz filtra la atmósfera, y eso depende increíblemente de las grandes erupciones volcánicas, que depositan grandes cantidades de polvo en la estratósfera. La más reciente fue la del Tonga, hace ya más de 3 años, así que tuvimos un eclipse bastante brillante. 

Pero en mis fotos, o en otras que habrán visto por allí, se ve algo más que un color rojo. En la franja entre la fase eclipsada y la iluminada se ven colores azules, turquesas y morados. Aquí lo muestro en las dos fases parciales. 

Ese color azul es incluso visible a simple vista, en estos eclipses brillantes, si uno presta atención en el telescopio. Se debe a la presencia de ozono en la estratósfera. El aire, normalmente, dispersa selectivamente las longitudes de onda corta, como mencionamos arriba (el extremo azul del espectro) y deja pasar los rojos. Pero el ozono absorbe fuertemente una banda de colores centrada en el rojo, que produce la disociación de la molécula. Por supuesto, los azules de todos modos se dispersan, pero el balance se invierte, y la luz que atraviesa una atmósfera con ozono resulta azulada, en lugar de enrojecida. 

La semana que viene contaré más cosas del eclipse. Por ahora, les dejo esta composición donde acomodé las fotos para reconstruir, más o menos, la sombra de la Tierra.

La estrella de arriba es 89 Leonis (sexta magnitud), y quedaba tan linda que me dio pena recortarla. El año que viene tendremos un eclipse parcial de más del 90%, una situación ideal para visualizar la sombra de la Tierra de manera más notable. Trataré de hacerlo.



El espectro de absorción del ozono y otros gases atmosféricos es de un paper que, precisamente, analiza su efecto durante los eclipses: Yan et al., High-resolution transmission spectrum of the Earth’s atmosphere: Seeing Earth as an exoplanet using a lunar eclipse, Int. J. Astrobiology 14:255–266 (2015).

15/03/2025

El cúmulo clavijero

No sé por qué, pero tenía guardada desde la pandemia esta foto del cúmulo estelar NGC 6231 sin mostrar:

Este hermoso cúmulo abierto está a unos 5600 años luz, en la constelación es Escorpio, y forma el "clavijero" de la "guitarra eléctrica" que mostré hace algunos años, y que a veces llaman "falso cometa" (pero mírenlo en binoculares, realmente parece una guitarra Gibson).

NGC 6231 es un cúmulo muy joven, de menos de 6 millones de años, y tiene un montón de estrellas masivas, azules y luminosas. Es encantador de observar con cualquier instrumento, ya sean binoculares o telescopios. Alberga una cantidad inusual de estrellas de las clases espectrales O, B y Wolf-Rayet. Quince son de clase O, y teniendo en cuenta que apenas una de cada 3 millones de estrellas son de esta clase, queda claro que es un objeto extraordinario.

La estrella más brillante del cúmulo es  ζ (dseta) 1 Scorpii, que es la estrella blanca de arriba a la derecha, un poco separadita de la parte más poblada de abajo a la izquierda (más al norte):


Dseta 1 Sco es una hipergigante de clase B, con una masa de más de 50 veces la del Sol, y 860 mil veces (o más) su luminosidad. ¡Es una de las estrellas más luminosas de la Vía Láctea! Es tan furiosa que pierde una gran cantidad de materia en forma de viento, emitiendo en un minuto lo que a nuestro Sol le lleva un año y medio. Es candidata a convertirse en luminous blue variable, una categoría rara de estrellas muy luminosas (es decir, tiene todas las características, salvo la variabilidad). Dseta 1 forma un hermoso par contrastante con Dseta 2 (si tenés buena vista, podés distinguir ambas sin necesidad de instrumentos). Dseta 2  es una gigante naranja mucho más cercana, a 135 años luz, y mucho más vieja, ya a 5800 millones de años. Su vecina HD 152293 también está más cerca.

Hay otras estrellas interesantes en NGC 6231, y marqué varias en la foto. Tres de ellas son Wolf-Rayet, que es una clase especial de estrellas, muy masivas, muy luminosas, muy "evolucionadas" y cerca del final de sus vidas (típicamente explotando como supernovas). Una de ellas es HD 152270, que es además binaria con otra estrella de clase O. Están apretadísimas, completando una órbita cada 8 días. Como ambas son muy luminosas, producen fuertes vientos, que en el medio chocan, recalientan el gas y producen rayos-X (como Eta Carinae y su compañera).

Otra Wolf-Rayet es la de arriba, HD 151932. Pesa 22 veces más que el Sol, brilla 630 mil veces más y su superficie está a 50000 K (¿se podrá poner 50 kK?). La tercera, llamada HD 152408, quedó fuera de la foto, está a mitad de camino hacia el cuerpo de la guitarra. 

Marqué también una estrella extremadamente roja. No tiene un nombre sencillo, sólo una designación de catálogo. A pesar de su color tan rojo, está catalogada como supergigante amarilla (clase FII). En el catálogo Gaia DR3 tiene una paralaje de 0.1982 milisegundos de arco, lo que corresponde a una distancia de unos 16000 años luz, lo cual la pone muy por detrás del cúmulo. En la versión DR2 tenía una paralaje bastante mayor, compatible con las demás estrellas del cúmulo. Andá a saber. Esperaremos a Gaia DR4, para zanjar la cuestión.

Dseta Sco y su cúmulo son muy fáciles de encontrar en la cola del Escorpión:

Ya se la puede ver después de la medianoche. Y si se quedan dormidos, anótenla para verla más temprano, más entrado el invierno.
 


La estrella roja es Gaia DR3 5966502635575970304 (identificada como NGC 6231 92 en Simbad). Las fotos son mías.

08/03/2025

Lamassu microscópico

Cuando conté sobre la estrella enana roja más brillante, que se encuentra en la constelación austral del Microscopio, comenté que se trata de una de las regiones más pobres del cielo: ¡sus estrellas más brillantes son apenas de magnitud 5! Y, por encontrarse lejos del plano de la Vía Láctea, tampoco tiene objetos notables del cielo profundo. Así que no tuve mucho para comentar sobre ella. Sin embargo, encontré recientememente que tiene un objeto extraordinario, descubierto recién en 2023 por un par de aficionados, uno de los cuales sospechó su existencia revisando un survey en ultravioleta, y el otro la encontró de casualidad haciendo fotos con un pequeño teleobjetivo de 135 mm. Lo bautizaron Lamassu, y les llevó 1 año y medio y 400 horas de exposición en telescopios en dos continentes, para retratarlo así:

Esta notable nebulosa tiene todo el aspecto de ser un resto de supernova, con filamentos de oxígeno e hidrógeno ionizados, ocupando unos extraordinarios 9 grados en el cielo. La nebulosa se extiende más allá de lo que muestra esta fotografía, de 3 grados de ancho. La foto es, además, de una belleza y calidad inusuales. El siguiente es un recorte que uno de los autores posteó en su cuenta de Instagram, y que muestra la delicadeza de los filamentos de gas brillante, el abundante polvo de la región, y hasta una lejana galaxia espiral:

En Astrobin cuentan la historia del descubrimiento y la complicada exposición, y muestran varias imágenes de campo amplio, donde sospechan que se encuentran otras partes de la nebulosa. La siguiente animación corresponde a un survey de H-alpha, en la cual señalan una cantidad de filamentos que podrían ser parte de ella:

Microscopio es una constelación tan pobre, que la estrella más brillante de la foto es 6 Piscis Austrini, una estrella de sexta magnitud de la constelación de al lado. La posición de Lamassu en el Microscopio es la siguiente:

Dicen los autores que, si se confirma su naturaleza como un resto de supernova, sería la que tiene la latitud galáctica más elevada, a más de 40 grados. Esto es extremadamente raro, ya que la mayor parte de las supernovas ocurren cerca del plano medio de la galaxia, donde están las regiones de formación estelar. Las estrellas más masivas viven poco, y acaban explotando cerca de donde nacieron. Cabe sospechar que su posición se debe a que es muy cercana. ¿A qué distancia estará? ¿Cuándo habrá explotado? ¿Habrá afectado de alguna manera la vida en la Tierra?

El nombre que eligieron para la nebulosa se debe a la forma de ala que tiene la parte más brillante, y que se parece a las alas del personaje mitológico asirio Lamassu, un toro o león alado, con cabeza de señor barbudo, que aparece en muchos portales como guardián y protector de ciudades o palacios:



Las fotos de la nebulosa Lamassu son de Brian Falls, Marcel Drechsler y Aygen Erkaslan.

La foto del Lamassu asirio es del usuario Trjames en Wikipedia.

01/03/2025

Las estrellas, como granos de arena

Edwin Hubble fue la primera persona que pudo fotografiar estrellas individuales en la galaxia M31, la galaxia de Andrómeda. Esto le permitió revolucionar la astronomía hace exactamente 100 años, demostrando que el universo era millones de veces más grande que lo que se creía. El telescopio que, 100 años después, lleva su nombre en la órbita terrestre, no ha descuidado a Andrómeda. Ha completado un nuevo panorama que cubre casi por completo la galaxia:


El campo visual del telescopio Hubble es pequeñito, así que este mosaico ha requerido más de 600 exposiciones individuales, a lo largo de 1000 órbitas y 10 años. Y, como se ve, ¡todavía no la cubre del todo! Es que M31 es muy grande en el cielo. La siguiente imagen muestra un círculo que tiene el tamaño de la Luna, para que se hagan una idea. Es la galaxia grande más cercana, a 2.5 millones de años luz, y por esa razón su estudio es de enorme importancia para entender la dinámica y evolución de las estrellas y las galaxias. Debajo se muestran detalles de varias regiones bien distintas, incluyendo la satélite M32 (panel d), que tiene pinta de ser el núcleo pelado de una galaxia pequeña que fue devorada por M31.

El detalle (e), que muestra una de las bandas de polvo frío cruzando por delante de un panorama de muchísimas estrellitas, es particularmente encantador. Es la región del bulbo, donde las estrellas son antiguas y mayoritariamente rojas, y el polvo las enrojece más aún (como el Sol velado por el humo de un incendio). Es el color de la mayor parte de la luz de una galaxia, como calculé una vez. Un beige estelar. Un color que las hace parecer granos de arena.

Si las estrellas fuesen como granos de arena, ¿la galaxia sería como una playa? No. Las estrellas son pequeñísimas, comparadas con las distancias que las separan, en la mayor parte de cualquier galaxia. Si fuesen como granos de arena, serían granos de arena cada uno a 10 km del otro. Es difícil de imaginar la vastedad de una galaxia.

La vista agudísima de Hubble (el telescopio, no el tipo) ha permitido identificar 200 millones de estrellas en este panorama de M31. La versión de resolución completa es un monstruo de más de 400 megapixels (1 GB, o un JPG de 300 MB). Hice un recortecito a resolución completa:

Las estrellas brillantes que se ven como diamantes caídos en la arena son estrellas de nuestra propia galaxia, muchísimo más cercanas. En la vastedad del campo estelar, a esta resolución, se aprecia que no todas las estrellas son rojitas, hay amarillitas y azulitas también. Ahí está, la multicolor playa de Andrómeda.

 


Las fotos son de NASA/ESA/Hubble/PHAT/PHAST.

Los detalles y primeros resultados científicos están descriptos en Zhuo Chen et al., ApJ 979:35 (2025).

22/02/2025

Figuras en el cielo

Cuando conté sobre la enana roja más brillante, AX Microscopii, me encontré con que la estrella no aparecía en el atlas publicado por su descubridor, el Abad Lacaille. Así que la mostré en la Uranographia, de Johann Bode, publicada en Berlín en 1801, algunos años después del trabajo de Lacaille.

La Uranographia de Bode es un atlas hermoso, que marcó el final de una Edad de Oro de la cartografía celeste, que había comenzado dos siglos antes con la Uranometria de Bayer. Es un libro enorme, con 20 cartas a doble página. Contiene 17000 estrellas, muchas más que las visibles a simple vista, y varios miles de nebulosas. Vean por ejemplo este detalle de Virgo, con el cúmulo de galaxias ocupando el ala de la diosa (vale la pena descargar la imagen para ver los detalles de la ilustración, especialmente si están leyendo esto en el celu, algo que nunca es recomendable):

Como puede verse, las figuras son de una calidad extraordinaria. Para comparar con cartógrafos anteriores elegí la familiar constelación de Orión. Estos son Oriones anteriores, a la izquierda el del Atlas Coelestis de Flamsteed (1729) y a la derecha el de la Uranometria de Bayer (1603):

Y he aquí el extraordinario Orión de Bode:

La Uranographia abarca los dos hemisferios celestes, pero las constelaciones del hemisferio austral estaban todavía en un estado de flujo. Bode, como todos, creó las suyas propias, usando objetos de su época. Qué me dicen de estas dos, el Aparato Químico y la Máquina Eléctrica:

Orión tiene cierta forma humanoide, ¿pero estas dos? Están más tiradas de los pelos que el Cerro Mesa de Lacaille. ¿Y el Globo Aerostático?

La Uranographia de Bode fue el último atlas en usar figuras artísticas para representar las constelaciones. Ya en 1786, Alexandre Ruelle había publicado una Nouvelle Uranographie, donde dice:

«No hay manera más fácil de enseñar el cielo que substituir estas figuras fantásticas por triángulos, cuadrados, polígonos u otras figuras geométricas que realmente hagan visibles los grupos de estrellas, uniendo las más brillantes con líneas.»

¡Vamos Ruelle!  Uno ve su Orión, y realmente parece más moderno:

A lo largo del siglo XIX las figuras de palitos se convirtieron gradualmente en estándar, con los atlas de Pierre y Alexandre Lapie (reimpreso varias veces), o el de Charles Dien de 1831, muy parecido al de Ruelle y que se reimprimió hasta el siglo XX y llegó a ser revisado y expandido por el gran Camille Flammarion

Pero ya a fines del siglo XIX se abandonaron incluso las líneas. La gran Uranographia Argentina de Benjamin Gould, de 1877, representa así a Orión:

Están sólo las estrellas, y los límites entre las constelaciones, que fue el criterio adoptado por Delporte cuando la Unión Astronómica Internacional le encargó estandarizar las constelaciones de una vez por todas. Un estándar moderno, como el Sky Atlas 2000.0 del gran Wil Tirion, tampoco tiene palitos ni nada por el estilo:

Quedaron sólo los nombres de los dioses y los héroes en el cielo. En el siglo XX, los astrónomos los reemplazaron por un panteón tal vez más fantástico: gigantes rojas y enanas blancas, pulsars y magnetars, novas, kilonovas y supernovas, quasars y agujeros negros.

15/02/2025

El día que descubrimos el universo

El 30 de diciembre de 1924 comenzó la 33a Reunión de la American Astronomical Society, en Washington, DC. En la mañana del último día de la reunión, 1 de enero de 1925 (se acaban de cumplir 100 años), se llevó a cabo una sesión conjunta con los matemáticos y los físicos que estaban participando de la simultánea conferencia de la American Association for the Advancement of Science. Se esperaba una charla de Arthur Eddington, sobre Evolución Estelar (Eddington estaba escribiendo su tratado sobre el tema), pero tuvo que regresar a Inglaterra. En su lugar, Henry Norris Russell improvisó un sumario de su propio trabajo en el área. Lo siguió una presentación del polígrafo Archibald Henderson: ¿Es el universo finito? Ambas presentaciones suscitaron una animada discusión entre los presentes. 

A continuación, Russell leyó una presentación de Edwin Hubble, del Observatorio de Monte Wilson, que no había podido asistir (imagino que viajar en tren de California a Washington en pleno invierno no era el mejor plan). Un resumen del trabajo apareció en la revista Popular Astronomy, reportando que la distancia a la "nebulosa espiral" de Andrómeda (Messier 31) y a la del Triángulo (Messier 33) era de 285000 pársecs, un millón de años luz:

Este resultado las ponía definitivamente fuera de la Vía Láctea, cuyo tamaño había medido Harlow Shapley, que aparece allí mencionado. Shapley y Eber Curtis (los marqué a los dos, y a Russell, en la foto del congreso) habían protagonizado en el Museo Smithsoniano, en 1920, el que se llamó Gran Debate, acerca de la naturaleza de estas "nebulosas espirales". Shapley sostenía que eran parte de la Vía Láctea, y que en el universo no existía más que nuestra Galaxia. Curtis, en cambio, decía que podían ser sistemas equivalentes a la Vía Láctea, muy lejanos, verdaderos "universos isla". El trabajo de Hubble zanjó la cuestión: las nebulosas espirales eran galaxias como la nuestra, y dada la cantidad que se veían en los telescopios, muchas de ellas pequeñitas, resultaba evidente que el universo era millones de veces más grande que lo que se creía.

Hubble había empezado a usar el telescopio de 100 pulgadas, el mejor del mundo, para estudiar las "nebulosas espirales", y fue el primero en poder fotografiar estrellas individuales en ellas. Rápidamente descubrió varias novas. Pero el 6 de octubre de 1923 descubrió que una de las estrellas no era una nova, sino que era una que ya había fotografiado dos días antes. ¡Era una estrella variable! Existen estrellas variables, las cefeidas, que cambian de brillo de manera regular, como un reloj, y del período de oscilación se puede calcular la luminosidad intrínseca, y por lo tanto la distancia. ¡Era un golazo! Uno puede imaginarse la emoción del tipo cuando, con tinta roja y mano temblorosa,  tachó la N de nova y escribió VAR!, sobre la placa de vidrio de la foto:

Hubble observó su cefeida durante un período entero y calculó la distancia. No vayan a creer que se guardó el descubrimiento más de un año sin decir nada. Por ejemplo, así se lo contaba por carta a Shapley, que era el experto mundial en cefeidas, el 19 de febrero de 1924:

Shapley tuvo que rendirse a la evidencia. La astrónoma Cecilia Payne estaba en su oficina cuando recibió la carta, y contó que Shapley le mostró las dos páginas exclamando "Acá está la carta que destruyó mi universo". El 26 de febrero Hubble se casó y se fue de luna de miel a Europa por tres meses. Apenas volvió, la misma noche, regresó al Observatorio para seguir midiendo cefeidas en M31 y M33. En los meses que siguieron, a medida que tenía cada vez más datos, se lo fue contando a todo el mundo. Russell, que se enteró del descubrimiento a través de James Jeans en Inglaterra (!) lo alentó a que fuera a Washington, o al menos que mandara el paper, así lo presentaba para un premio de 1000 dólares de la AAAS. Se lo dieron, obvio (son como 20000 dólares de hoy). Incluso antes de la reunión, el 23 de noviembre de 1924, la noticia del descubrimiento salió publicada en una notita en el New York Times:

Al principio, nadie sabía cómo llamarlas. "Sistemas estelares", "mundos", "universos", "nebulosas anagalácticas", "nebulosas no galácticas", "nubes estelares", "nebulosas cósmicas", "universos isla". Hubble prefería "nebulosas extragalácticas". Pero el nombre marketinero vino del que más había perdido, el mismísimo Shapley: «quiero sacarme de encima las palabras universo y nebulosa... así que las llamaré "galaxias"». Hace apenas 100 años, el 31 de diciembre de 1924, el universo tenía una sola galaxia, la nuestra, la Vía Láctea, la Galaxia con mayúscula. El 1 de diciembre de 1925, descubrimos un universo lleno de galaxias.

 


El informe sobre la reunión está publicado en Popular Astronomy, números 323 y 324, marzo de 1925, con resúmenes de varios trabajos presentados. La nota de Hubble está en la página 252 del número 324. La foto de los participantes está justo en medio. ¡Noten que hay varias mujeres! (más que en el congreso Solvay de 1927, por ejemplo).

En la interesante conferencia de Henderson, leemos: Recent investigations, reported by Curtis, indicate that the spiral nebulae are isolated stellar systems, at least a hundred million light-years away. Shapley was the first to point out and insist upon the significance of the systematic recessional motions of the spiral nebulae. [...] If, as now appears probable, the spirals are isolated stellar systems, this recession must be explained, either as a wholesale error or else as a relativistic effect. Era un tema álgido también para los físicos y los matemáticos.

08/02/2025

La ira del asteroide

¿Qué hay de cierto sobre el asteroide que puede chocar con la Tierra, eh? Curiosamente,  y a pesar de que hay que tomar todos los anuncios astronómicos sensacionalistas con mucho escepticismo, en este caso todo lo que he visto publicado es estrictamente cierto. ¿Entonces? ¿Corremos? ¿Hay que mandar a Will Smith para que salve el mundo?

No es para tanto. El asteroide existe. Se llama 2024 YR4 y mide tal vez 50 m de diámetro. ¿Y puede chocar con la Tierra? Probablemente sí. Y probablemente no. Mucho más probablemente no, que sí. ¿Como es esto?

El asteroide fue descubierto recién en diciembre pasado. No conocemos su órbita con suficiente precisión, de manera que predecir dónde va a estar en el futuro es impreciso. Es como si su órbita, en lugar de ser una línea, fuera un cono, que se va ensanchando a medida que pasa el tiempo. En el presente está en el vértice del cono, donde lo vemos. En el futuro, puede estar en cualquier lugar del cono. El 22 de diciembre de 2032, el cono cubre un poquito la Tierra. Algo así (hecho sólo con ánimo ilustrativo, pero es la idea correcta):


Fíjense que la trayectoria más probable, que es la línea azul, pasa lejos de la Tierra. Pero, al día de hoy, la Tierra intersecta un pedacito del cono, un 1.4%. Esa es la probabilidad de que choque con la Tierra. No parece mucho mucho. Y no es mucho, es un 98.6% de probabilidad de que no choque. De todos modos, es el único asteroide conocido (de este tamaño) que tiene una probabilidad mayor que cero de chocar con la Tierra*. Así que es mejor estar atento.

* Estrictamente, el siguiente en su rango de tamaño tiene una probabilidad de 0.001%.

¿Que va a pasar? En los próximos meses, los astrónomos van a determinar la posición y la órbita del asteroide con mayor precisión. Como resultado de esto, el cono se hará más finito, muy seguramente alrededor de la línea más probable. Como la Tierra está actualmente en el borde del cono, lo más probable es que con las nuevas mediciones la situación quede así:

Es decir, no sólo es improbable que el asteroide choque con la Tierra en 2032, ¡sino que lo más probable es que en los próximos meses sea cada vez más improbable! No porque el asteroide cambie de órbita, sino porque la precisión de nuestro conocimiento de ella va a cambiar.*

* La primera actualización de la órbita fue en la dirección opuesta: anteayer la incerteza de la órbita se redujo, ¡y la probabilidad de choque aumentó al 2.2%!. Sigue siendo más probable que no choque, pero en fin: la situación es (un poquito) peor que al principio de la semana, cuando escribí esta nota. Veremos qué pasa en los próximos meses (no muchos, porque después de abril será imposible verlo).

Un asteroide de 50 m puede causar mucho daño. Podría destruir una ciudad grande por completo en segundos, o causar un incendio devastador de miles de kilómetros cuadrados, o provocar un tsunami si cayera en el mar. Un objeto de este tipo es probablemente el que impactó en una remota región de Siberia en 1908, aplanando el bosque en una región que es como de Bariloche al Tronador en un santiamén, y ni siquiera tocó el suelo sino que se desintegró por completo en la atmósfera. 

El asteroide que cayó sobre la ciudad de Chelyabinsk (¡también en Siberia!) en 2013 era bastante más chico, y causó numerosos daños y heridos.

La siguiente ilustración es interesante, y muestra no sólo el diferente peligro que representan asteroides de diferente tamaño, sino también cuántos conocemos de la población total que hay (o suponemos que hay) en el sistema solar. Es la última línea:

Fíjense que asteroides de 50 m, "tipo Tunguska", se conocen miles, pero están entre la categoría "so far, so good" y la "still lots of work to be done". No van a causar la extinción de la humanidad, pero pueden hacer mucho daño, y hay seguramente muchos más que los que conocemos, y por eso siguen apareciendo en los surveys robóticos. Saber cuáles son y dónde están es lo primero que hay que hacer para prevenir el daño. 

Asteroides destructivos han chocado con la Tierra en el pasado, y puede volver a ocurrir. Es el único desastre natural que, no sólo podemos predecir, sino que probablemente podemos evitar. No podemos desactivar un terremoto, ni siquiera predecirlo. No podemos apagar un volcán, ¡ni siquiera un incendio forestal! Podemos predecir huracanes, pero poco se puede hacer para mitigar su impacto. Así que me parece perfecto que se activen estas alertas para saber qué va a pasar, cuándo y donde, y eventualmente decidir qué hacer. Hay un lindo hilo en X sobre esto, de Jonathan O’Callaghan.

Insisto: en este caso, lo más probable es que dentro de unos meses nos tranquilicen con el dato de que no va a chocar. No va a salir en las noticias, por supuesto. 



La ilustración del evento de Tunguska es de Don Davis; circula por todos lados así que la tomé prestada. Las de los conos las hice yo, medio chapuceras, sepan disculpar.

Muchas veces di una charla sobre estas cosas, en particular sobre lo que ocurrió en Chelyabinsk, pero creo que no está grabada.

El título de la nota es un juego de palabras con la designación provisional del asteroide, YR4, que en castellano bien puede pronunciarse "ira".

01/02/2025

La mesa y el mantel

Cuando estuve revisando el atlas de Lacaille, en ocasión de la estrella enana roja más brillante, me llamó la atención la representación de la constelación que llamó Montagne de la Table en su atlas de 1756. Es el Cerro Mesa, refiriéndose a la montaña que se alza tras la Ciudad del Cabo, desde donde hizo sus observaciones en 1751 a 52. Es una de las 14 constelaciones que inventó Lacaille, y es la única que se refiere a un accidente geográfico del mundo real. En el atlas póstumo de 1763 ya aparece con el nombre latinizado, Mons Mensae, de donde viene el nombre actual, Mensa:

Lo que me llamó la atención es que está "pegada" a la Nube Mayor de Magallanes (Nubecula major). La voy a dar vuelta para que quede en la orientación "correcta", montaña abajo y nube arriba:

El cerro aparece "soportando" la Nube Mayor de Magallanes. Yo ya sabía que nuestra galaxia satélite está repartida entre Dorado y Mensa, pero no había prestado atención a la estrecha relación con Mensa. Cuando busqué fotos de la Table Mountain en la web, de inmediato me di cuenta por qué Lacaille eligió este nombre: ¡el Cerro Mesa suele estar cubierto de una capa de nubes que los locales, apropiadamente, llaman el Mantel!

No cabe duda de que el encantador fenómeno meteorológico llamó la atención de Lacaille, y quiso inmortalizarlo en su cielo austral. La Nube de Magallanes le venía al pelo. Tuvo que esforzarse para definir la Mesa, eso sí, porque las estrellas junto a ella son todas muy tenues. Aquí marqué las estrellas de Mensa que tienen designación con letras griegas, al estilo de Bayer:

Como se ve, apenas se las distingue de la multitud de estrellitas que aparecen en una exposición prolongada. La estrella Alpha es la más brillante, y es de quinta magnitud. Pero bueno, ahí está el cerro Mesa con su mantel de nubes. Podríamos llamar a la Nube Mayor de Magallanes la "galaxia Mantel".

El panorama completo de esa región del cielo muestra varias de las constelaciones de Lacaille, una región donde pocos se animan a señalar la figura de alguna de ellas:

Encontré un lindo seminario sobre Lacaille y su trabajo, presentado por el astrónomo sudafricano Ian Glass en Cape Town en 2012. La filmación no es muy buena, pero vale la pena si les interesa saber más sobre Lacaille, o al menos escuchar cómo se pronuncia su nombre.

25/01/2025

Sobre la supuesta alineación de los planetas

¿Alguien lee el blog en enero? Vamos a ocuparnos de un tema de poca relevancia, que ha recibido una insensata repercusión mediática: la alineación de los planetas. A mí me pone contento que a la gente le dé ganas de observar el cielo, pero hay algunos temas que se inflan en contra de toda justificación. "Cometas del siglo", "lluvias de estrellas", "la NASA dice", lunas de colores, asteroides apocalípticos, y ahora la alineación de los planetas. En todos estos casos, si alguien se lo cree, le intriga y sale a observar, lo más probable es que salga decepcionado, y dispuesto a no creer en el futuro ni una palabra de lo que le diga un astrónomo. 

Primero y principal, y aunque sea obvio, lo que se puede ver en el cielo estos días NO ES lo que ilustran las noticias con imágenes de este tipo:

Cuando los planetas están alineados en sus posiciones desde el Sol, desde la Tierra lo que vemos son conjunciones: dos o más planetas juntitos en el cielo. Acá en el blog somos fans de las conjunciones y solemos anunciarlas y compartirlas. En estos días, los planetas están así en el sistema solar, más bien desalineados (las líneas blancas marcan las posiciones extremas tal como los vemos desde la Tierra):


Lo que se puede ver estos días es más bien un desfile de planetas (de hecho, en las noticias en inglés, lo han anunciado como un "planets parade"). Es decir, varios planetas van a estar "visibles" a la vez en el cielo nocturno, no juntitos por supuesto, sino de horizonte a horizonte:

Puse "visibles" entre comillas, porque Urano y Neptuno no se ven a simple vista, y es como si no estuvieran. Así que son, de oeste a este: Venus y Saturno (estos sí, en una linda conjunción), Júpiter (en linda conjunción con la estrella roja Aldebarán), y Marte (en conjunción con la estrella Pollux). Ojo que en la ilustración, además, el tamaño de los planetas está exagerado 500 veces. A simple vista, se ven como estrellas brillantes.

¿Qué tan raro es esto? No tiene nada de raro. Todos los planetas del sistema solar orbitan el Sol en un mismo plano, así que desde la Tierra los vemos siempre moverse por la misma franja del cielo, la misma que recorren el Sol y la Luna. Así que están siempre alineados (nadie les dice alineados, salvo los generadores de clickbaits). No. Tiene. Nada. De. Especial.

Otra aclaración pertinente: esto ocurre todos los días, desde hace semanas y todavía durará varias semanas. Es completamente absurdo poner un día y una hora específicos, como vi en algunas publicaciones. Por supuesto, como todo el cielo, los planetas se mueven a lo largo de las horas desde el horizonte oriental al occidental. La ilustración de arriba es tal como se ven desde Bariloche, a las 10 y media de la noche. A esa hora, como puede apreciarse, Venus y Saturno están ya cerca del horizonte oeste, así que si salís a medianoche ya se habrán puesto. 

Lo que sí es curioso es que cuatro planetas brillantes sean visibles a la vez. Pero ni siquiera esto es tan raro. Vean qué linda esta escena de hace un par de años. Es en invierno así que los planetas (los mismos cuatro) se ven más altos, y están la Luna y el centro de la Vía Láctea:

Y ésta, aunque sean tres, también me gusta porque los planetas están más juntitos y equiespaciados incluso con la Luna, que se refleja en el lago, y se ve la silueta del hermoso cerro Capilla:

En fin, no se hagan eco de noticias sensacionalistas, y si lo hacen, traten de no decepcionarse. Aprovechen a mostrarles a los niños que los planetas del sistema solar se pueden ver en el cielo a simpe vista, algo que no todos saben (igual que muchos adultos, en esta era de exceso de información e ignorancia total).

 


El diagrama del sistema solar lo hice en The Sky Live. No incluí a Urano ni a Neptuno porque los planetas interiores quedan muy amontonados. 

Las fotos son mías.

18/01/2025

El ático del cielo

Hoy en día hay inmensos catálogos de objetos astronómicos, con miles de millones de objetos: estrellas, cúmulos de estrellas, nebulosas de varios tipos, pulsars, galaxias, quasars... Casi todos son compilados por robots, que escudriñan el cielo sin pestañear, y con la paciencia que sólo los robots pueden sostener. Estos catálogos coexisten (y se cruzan) con decenas de catálogos grandes, trabajosamente compilados por astrónomos durante el siglo XX, a partir de fotografías tomadas en frágiles placas de vidrio, o en trazas de tinta sobre cintas de papel en el caso de los radiotelescopios. Y todos ellos abarcaron y mejoraron los primeros grandes catálogos y atlas del cielo, que hicieron astrónomos todavía más esforzados durante el siglo XIX, con el ojo pegado al ocular de un telescopio, un reloj en una mano y un lápiz en la otra...

En el siglo XVIII había muy pocos atlas celestes. Hemos mencionado alguna vez a Johann Bayer, que publicó en 1603 su Uranometria a partir de las observaciones de Tycho Brahe y Johannes Kepler. Otro Johannes, Hevelius, publicó otra Uranometria mucho más completa a fines del mismo siglo. Pero en el siglo XVIII, ya con telescopios, los catálogos empezaron a crecer. John (y dale con los juanes) Flamsteed sentó un estándar con su Atlas Coelestis en 1729. Pero todos estos catálogos y cartas describían el cielo visible desde Europa. El cielo austral necesitaba su uranógrafo. Y el que asumió la tarea fue un abad francés, Nicolás Louis de Lacaille. En 1739, a los 26 años, hizo un trabajo sensacional midiendo un grado del meridiano de París, mejorando el trabajo de Cassini, lo que le valió una cantidad de reconocimientos. Se estableció como astrónomo y profesor, y fue el primero en defender y enseñar las teorías de Newton en Francia. Habiendo medido con precisión la Tierra, quiso hacer lo mismo con el sistema solar, midiendo la distancia a los planetas haciendo observaciones simultáneas desde el Cabo de Buena Esperanza y París. Así que propuso un proyecto ambicioso y la Academia de Ciencias se lo financió. En 1750 viajó a Sudáfrica (varios meses de viaje, no vayan a creer que era cosa de volar del Charles de Gaulle a Cape Town en Air France). La expedición duró más de cuatro años. No sólo completó su proyectada medición de los planetas, sino que aprovechó para medir un arco de meridiano africano, para seguir estableciendo la forma de la Tierra. Pero su mayor legado fue un catálogo de 9776 estrellas (entre las cuales está la enana roja más brillante del cielo, Lacaille 8760, que comentamos recientemente), más 22 cúmulos abiertos, 4 cúmulos globulares (incluyendo Omega Centauri y 47 Tucanae, una galaxia y dos nebulosas brillantes: la de la Laguna y la de Carina ¡El tipo descubrió la Nebulosa de Carina!

Al asumir su tarea cartográfica, Lacaille se encontró con que le faltaban constelaciones, así que las inventó. De las 88 constelaciones modernas, Lacaille definió 14, que aquí vemos en un mapa publicado de manera póstuma, el Coelum Australe Stelliferum, donde latinizó sus nombres originales en francés:

Las constelaciones del hemisferio norte son mayormente personajes de los mitos griegos, o incluso más antiguos, porque los astrónomos europeos las habían recibido desde la profundidad de los tiempos. Para las constelaciones australes, Lacaille usó objetos más cercanos a la Revolución Científica de su siglo. 

Lacaille Coelum Australe Stelliferum Delporte
La Machine Pneumatique Antlia Pneumatica Antlia La Bomba de Vacío
Le Burin Caelum Sculptorium Caelum El Cincel del Escultor
Le Compas Circinus Circinus El Compás de dibujo (¿El suyo?)
Le Fourneau Chymique Fornax Chimica Fornax El Horno químico
L'Horloge à pendule et à secondes Horologium Horologium El Reloj de péndulo (¿El suyo?)
La Montagne de la Table Mons Mensa Mensa El Cerro Mesa (Table Mountain), que se alza sobre la Ciudad del Cabo
Le Microscope Microscopium Microscopium El Microscopio
L'Équerre et la Règle Norma et Regula Norma La Escuadra y la regla (¿las suyas?)
L'Octante de Reflexion Octans Octans El Octante (¿el suyo?)
Le Chevalet et la Palette Equuleus Pictoris Equuleus El Caballete de pintor
La Boussole Pixis Nautica Pyxis La Brújula
Le Réticule Rhomboide Reticulus Reticulum El Retículo de astronomía (el suyo)
L'Atelier du Sculpteur Aparatus Sculptoris Sculptor El Taller del Escultor
Le Telescope Telescopium Telescopium El Telescopio

Varias de ellas representaban objetos reales de su valija de astrónomo: Reticulum era el retículo de su propio telescopio, que había usado noche tras noche durante un año para llevar a cabo su tarea. Junto al Retículo está Horologium, el Reloj, que sospecho puede ser el que usaba para sus mediciones de posiciones estelares.

Aunque en la carta celeste Lacaille preservó la enorme constelación de Argo Navis, en el catálogo la dividió en tres: Carina (la proa), Puppis (la popa) y Vela (las velas), un desguace que también llegó al cielo actual. Junto a la Popa agregó su Brújula.

El telescopio que usó Lacaille para sus observaciones astronómicas formaba parte de un instrumento llamado cuadrante, que montó en un departamento que alquiló a una cuadra de la playa en Ciudad del Cabo, con su reloj de péndulo y su cuaderno de notas. Era un instrumento minúsculo, con una apertura de media pulgada. ¡Media pulgada! Quien haya usado esos buscadores chiquitos en su propio telescopio sabe cuánto se ve: ¡poquísimo! Sumado al aire marino, el trabajo de Lacaille es todavía más sorprendente.

Lacaille regresó a París en 1754 (previa escala de trabajo en Mauritius), completó la reducción de sus mediciones, y las publicó en la Academia de Ciencias en 1756 (segunda edición en 1763, con los nombres latinizados). Murió muy joven, a los 49 años. Era un tipo callado, de pocos amigos, modesto, honrado e inmensamente dedicado a su trabajo. En su corta vida completó más observaciones y cómputos que todos sus contemporáneos juntos. Todos los que lo conocían lo admiraban sinceramente. Casi nadie lo recuerda hoy en día, pero es una suerte que Delporte (basado en el trabajo de Benjamin Gould, en Córdoba) haya sancionado para la posteridad sus constelaciones, oscuras y difíciles de reconocer, un verdadero "ático del cielo".  



El catálogo de Lacaille, incluyendo las fechas de observación de cada estrella, está publicado como: TABLE DES ASCENSIONS DROITES ET DES DÉCLINAISONS APPARENTES. Des Étoiles australes rensermées dans le tropique du Capricorne; observées au cap de Bonne-espérance, dans l'intervalle du 6 Août 1751, au 18 Juillet 1752. Par M. l'Abbe DE LA CAILLE. Puede consultarse online.