27/04/2024

Vamos de nuevo: la estrella más lejana

Por cuarta vez vamos a ocuparnos de la estrella más lejana visible a simple vista. ¡Y no será la última! Es que la distancia a las estrellas es difícil de medir, como conté en Viaje a las Estrellas. El método más exacto es el de la paralaje, basado en el sutil cambio de perspectiva que sufre la posición de las estrellas a medida que la Tierra circula alrededor del Sol. Desde hace más de 10 años un telescopio espacial europeo, Gaia, está midiendo paralajes (y otros parámetros) de más de mil millones de estrellas con una precisión sin precedentes (como distinguir un pelo a 1000 km). Y cada tanto publica una nueva versión de su catálogo, ampliada y mejorada. En la nota de 2019: La estrella más lejana (posta) habíamos usado la segunda versión del catálogo, Gaia DR2. Ahora, que tenemos disponible la versión final de la tercera edición, DR3, vamos a revisar aquellos datos. 

Las principales contendientes al récord son las estrellas ρ (rho) Cassiopeiae (que suele figurar como estrella más lejana, especialmente en sitios de habla inglesa o del hemisferio norte), y x (equis) Carinae, una estrella austral muy visitada por los aficionados (aunque no la conozcan por su nombre) porque está pegada a uno de los cúmulos abiertos más lindos del cielo, NGC 3532:

Sí: esta foto está muy buena. Tan buena que la voy a comentar la semana que viene. Hoy nos ocupa sólo x Car, que vemos arriba a la izquerda, junto a NGC 3532, el Pozo de los Deseos.

Ambas son estrellas visibles a simple vista, si bien x Carinae (magnitud visual 3.8) se distingue más fácilmente, incluso desde una ciudad. La he visto sin problema desde la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo. Es una hipergigante amarilla del tipo variable cefeida clásica. Las cefeidas son estrellas muy luminosas que varían de manera muy regular, y que se usan para calibrar el segundo escalón de la escalera de distancias cósmicas, ya que se las puede distinguir en muchas galaxias cercanas

Estas son las distancias (en años luz), de acuerdo a DR2 y DR3:

Estrella  Magnitud 
 Distancia DR2 
 Distancia DR3 
 x Car   3.83   5890  14642
 ρ Cas   4.59   3444      -
 V766 Cen  
  6.8   8916  13265

La distancia a x Car, de acuerdo a DR3, es enorme: ¡más de 14 mil años luz! Tengan en cuenta que la inmensa mayoría de las estrellas que vemos a simple vista están apenas a algunos cientos de años luz:

Es un valor bastante mayor que el del catálogo DR2, e incluso mayor que el que encontré la primera vez que la discutimos, en La estrella más lejana (reloaded). Lamentablemente, la distancia a rho Cas no puede calcularse con DR3, ya que la paralaje dio negativa (–0.05 mas, milisegundos de arco). En el catálogo anterior, DR2, su paralaje era 0.947 mas, bastante mayor (y por lo tanto más cercana) que la de x Car. Es el valor aceptado oficialmente en el Centre de Donnés Astronomiques de Strasburg, y el que usé en el gráfico. En el catálogo Hipparcos su paralaje era 0.28 mas (como 11 mil años luz), pero con un enorme error del 75%. En estas condiciones, es difícil decir cuál es su distancia verdadera. Habrá que esperar a Gaia DR4, en un par de años.

En la tabla puse otra estrella notablemente lejana, que podemos encontrar en nuestro cielo entre los Punteros de la Cruz y el Saco de Carbón: V766 Centauri. Según Gaia DR3, es casi tan lejana como x Car. Pero, como ven, estas mediciones son bastante inciertas, así que bien podría estar más lejos que ella. De todos modos, con una magnitud visual de 6.8, es mucho más tenue, así que yo no la consideraría "visible a simple vista". La marqué en la foto que ilustró la nota de 2019, porque en esa ocasión fue la ganadora:

Mientras tanto, x Carinae reina victoriosa: bien visible y fácil de encontrar, nos ilumina tenuemente con fotones que partieron a fines de la última Era Glacial, cuando los primeros humanos estaban llegando a Sudamérica.



Los datos de Simbad y de Gaia son fácilmente accesibles online, en los links que marqué arriba. Ojo: tanto los seres humanos como los catálogos pueden confundir a x Car con X Car. Por las dudas, dejo identificaciones alternativas de las tres estrellas. x Car es HD 96918, rho Cas es HD 224014, y V766 Cen es HD 119796.

El gráfico está hecho con el catálogo Hipparcos (otro telescopio espacial que midió paralajes), más algunas estrellas agregadas a mano (rojas) y en amarillo las que comenté aquí.

20/04/2024

El descubrimiento

La nueva evidencia de la existencia de una estrella de neutrones en medio de los restos de la supernova SN 1987A me hizo recordar que había leído algo lindo sobre su descubrimiento, que alguna vez quise contar y se me fue pasando. 

El norte de Chile es ideal para la astronomía porque es árido y desértico, con aire muy seco, de poca turbulencia y nubosidad. Hoy en día alberga muchos de los mejores y más grandes telescopios del mundo. Hace 40 años no había tantos ni tan grandes, pero a unos 100 km de La Serena ya estaba el Observatorio Las Campanas del Instituto Carnegie, heredero del glorioso Monte Wilson, donde Edwin Hubble había revolucionado la astronomía 60 años antes. Hoy alberga, entre otros, el Telescopio Magellan, formado por dos instrumentos gemelos de 6.5 m, el Telescopio du Pont, de 2.5 m, y el Telescopio Swope, con un espejo de 1 metro de diámetro, que fue el primero que tuvo el observatorio. Y está en construcción el Giant Magellan Telescope, de 25 metros, un monstruo de la nueva generación de telescopios extremadamente grandes.

La noche del lunes 23 de febrero de 1987 el cielo estaba despejado. En el telescopio de 1 m estaban Barry Madore, de la Universidad de Toronto y Robert Jedrzejewski, del Space Telescope Science Institute de Baltimore. El operador era Oscar Duhalde, un ingeniero chileno que conocía el complejo instrumento para adelante y para atrás. Los astrónomos apenas conocen los telescopios, ya que los usan unos pocos días al año (hoy en día ni eso: se quedan en sus oficinas y los usan de manera remota). Los operadores como Oscar son los verdaderos pilotos de las naves que nos hacen viajar a las estrellas, aunque sea con la imaginación. La del 23 de febrero era una noche de rutina: Madore y Jedrzejewski pedían una estrella, Duhalde movía el aparato, y esperaban que los fotones se depositaran en el "moderno" sensor electrónico. Pasada la medianoche Oscar se levantó para estirar las piernas. Sonaba un cassette de Talking Heads. Fue a la cocina a prepararse un café. Mientras esperaba salió del domo para ver un poco el cielo. La puerta daba al sur. A su izquierda se alzaba la Vía Láctea austral, a su frente nuestras dos galaxias satélites, las Nubes de Magallanes, y Canopus en lo alto. Como de costumbre, Oscar revisó 30 Doradus en la Nube Mayor, que se ve como una estrella al límite de la visibilidad. Es en realidad la Nebulosa Tarántula, la gigantesca región de formación estelar que hemos comentado tantas veces. Sabía que, si le costaba distinguirla, entonces había bruma. Esa noche, a las 00:48 (ya día 24), Oscar Duhalde podía ver con toda claridad 30 Doradus. Era una noche perfecta para la astronomía. Vio algo así:


Y allí, un poquito por debajo de 30 Doradus, vio una estrella de cuarta o quinta magnitud, más brillante que cualquier otra cosa en la Nube de Magallanes. Una estrella que nunca había visto, en las muchas noches que había disfrutado del oscuro cielo del Norte Chico chileno.

Oscar volvió a la cocina, terminó de preparar el café y fue a buscar a los astrónomos, dispuesto a contarles lo que había visto. Se daba cuenta de que era algo notable e inusual, y le daba curiosidad saber de qué se trataba. Pero cuando llegó a la consola ya había que apuntar a otra estrella, se distrajo, y no contó nada. Siguieron trabajando por varias horas. Durante un buen rato, sin saberlo, Oscar fue el primer ser humano, en 383 años, en ver una supernova con sus propios ojos. 

Unos minutos antes de que Oscar saliera del domo y descubriera la supernova SN 1987A, el estudiante de posgrado Ian Shelton, astrónomo residente del observatorio, empezó a tomar una exposición larga de la Nube Mayor de Magallanes con un telescopio mucho más modesto que estaba en desuso desde hacía 10 años, un astrógrafo de 25 cm (que se ve detrás de él en esta foto). Shelton había convencido al director de Las Campanas, Bill Kunkel, para que le permitiera usarlo en tiempo libre para patrullar la Nube de Magallanes en busca de estrellas variables y novas clásicas. Era un instrumento viejo, que Shelton tenía que guiar a mano, mirando fijamente por un ocular reticulado para hacer correcciones del movimiento y mantener las estrellas bien quietas durante las exposiciones en placas de vidrio. Es un trabajo tedioso y físicamente extenuante, doy fe. La noche del 23 era la tercera, y las dos primeras no habían sido buenas, las estrellas le habían salido un poquito movidas. Empezó antes de la medianoche y unas 3 horas después, cuando una ráfaga de viento le cerró el techo corredizo, paró. Era tarde, pero Shelton quería asegurarse de que esta vez tenía una buena foto, así que fue al cuarto oscuro y reveló la placa. Lo que vio le gustó: las estrellas estaban perfectamente expuestas de borde a borde del vidrio. Pero algo le llamó la atención y por un momento creyó que de nuevo la había embarrado: junto a la Tarántula había una gran mancha negra (las placas son fotos en negativo). ¿Sería un defecto de la placa? ¿La había arruinado al manipularla en la oscuridad, sin querer? No, era indudablemente una estrella, una estrella más brillante que cualquier cosa de la Nube de Magallanes. Revisó la foto de la noche anterior y la estrella no estaba allí. Recién ahí se le ocurrió salir a mirar. Como Oscar, Ian salió al frío de la montaña y vio con sus propios ojos una supernova. Fue el primer ser humano en ver una supernova en más o menos una hora: Oscar ya la había visto antes.

Shelton agarró sus placas de vidrio y corrió (en la oscuridad de la cima de la montaña) al telescopio Swope para compartirlo con los demás. Les contó lo que había encontrado en la Nube de Magallanes. Madore dijo sin dudarlo: "Supernova", y agregó: "¿me estás cargando?" "No... si yo también la vi cuando fui a hacer el café", dijo Oscar. Salieron todos a ver. Una estrella de quinta magnitud no es algo que te quita el aliento. No se veía como una supernova en un documental de Discovery Channel. Para decirlo técnicamente: era una estrellita de morondanga. Pero si estaba realmente en la Nube Mayor de Magallanes, a 160 mil años luz de distancia, era sin duda una supernova, la más brillante desde la que había visto Kepler en 1604. Y Shelton la tenía fotografiada. 

Ya estaba oscureciendo en Australia y Nueva Zelanda, donde hordas de astrónomos, profesionales y aficionados, no tardarían en notarla. Tenían que apurarse para asegurarse la prioridad del descubrimiento. Madore empezó a llamar por teléfono a Brian Marsden, del Bureau Central de Telegramas Astronómicos en Cambridge, Massachusetts. "No cae un árbol en el bosque, hasta que Brian dice que cae", decían los astrónomos. ¡Pero Brian no atendía! Finalmente, le encargaron a otro operador, Ángel Guerra, que estaba por irse en auto a La Serena, que le avisara a Kunkel, el director. Guerra manejó los 100 km, despertó a Kunkel, pasó el mensaje, y Kunkel mandó un télex a Marsden, que lo recibió a la 9 de la mañana del 24. Éste: 

¡En el mensaje no está el nombre de Duhalde! En minutos la oficina de Marsden empezó a inundarse de mensajes de la supernova, provenientes de Australia y Nueva Zelanda, antes de que pudiera mandar el telegrama oficial del descubrimiento. A las 10 Marsden hizo el anuncio:

Acá sí aparece Oscar Duhalde como codescubridor (Marsden debe haber llamado a Las Campanas, o finalmente atendió las insistentes llamadas de Madore, no sé). A continuación, se reconoce también a Albert Jones, de Nueva Zelanda, quien la observó algunos minutos después, y a otros observadores de las primeras horas. Entre ellos Robert McNaught, de cometaria fama, que había fotografiado la supernova varias veces, incluso la noche anterior cuando brillaba a magnitud 6, pero no había revelado el film.

SN 1987A es la supernova más estudiada de la historia y casi 40 años después todavía no hemos terminado de desentrañar sus misterios. Shelton volvió a Canadá, donde terminó su maestría y su doctorado, e hizo una carrera como astrónomo en varios observatorios del mundo. Duhalde trabajó toda su vida en Las Campanas, y se jubiló hace poco, tras 43 años de operar sus telescopios. Tuvieron la suerte de ser los primeros, pero todos los que estábamos interesados en la astronomía vimos con nuestros propios ojos, durante meses, esa lucecita que había iniciado su viaje 160 mil años antes, y que nos llegó cuando Talking Heads ya había sacado siete de sus ocho discos. Ese puntito de luz era la descomunal explosión de una estrella, uno de esos raros pero imprescindibles eventos que siembran de elementos pesados el medio interestelar, a partir de los cuales se forman las nuevas generaciones de estrellas, con sus planetas, sus lunas, sus cometas y, eventualmente, sus gentes.

 


El libro donde leí este relato (casi literal) es The supernova story, de Laurence Marschall. De allí están tomadas las fotos. 

Las ilustraciones del cielo están hechas con Stellarium, usando un paisaje del Telescopio Swope que tomé de Google Street View. En Stellarium la magnitud de la supernova está exagerada porque el plugin de supernovas históricas usa un cálculo automático; tuve que hacer alguna manipulación para que no resultara más brillante que lo que realmente fue en la noche de su descubrimiento.

En Wikipedia la data del descubrimiento estaba mal reportada: decía que fue el día 24 a las 23:00 UTC. Como se ve en el telegrama, la fecha reportada es 24.23 UT. Es un formato decimal: 0.23 días son las 5 horas y media UT, 1 y media hora local en Las Campanas. Fue en la noche del 23 al 24, no en la siguiente. Ya lo corregí, espero que quede.

Hay una interesante conferencia de prensa con Ian Shelton en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=1GLAvXqSzos. Es de junio de 1987, cuando regresó a Canadá, y Talking Heads todavía no había sacado su último disco.

13/04/2024

Astronautas

Poyéjali! (¡Vamos!)
Yuri Gagarin, antes de despegar


Ayer, 12 de abril, se celebró el Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados, un nombre horrible, que debería ser simplemente el Día del Astronauta. Fue declarado por las Naciones Unidas en 2011, para celebrar la hazaña de Yuri Gagarin, que el 12 de abril de 1961 se convirtió en el primer ser humano en volar al espacio exterior. Habían pasado apenas 58 años desde que los hermanos Wright hicieron su primer vuelo, y la humanidad ya estaba saliendo de la Tierra. Había sido un anhelo ancestral. Recordemos por ejemplo las palabras de Johannes Kepler en su Conversación con el Mensajero de los Astros, la carta abierta a Galileo en respuesta al librito en el que el toscano había contado sus extraordinarios descubrimientos astronómicos. Dice Kepler:

"No faltarán pioneros cuando hayamos dominado el arte del vuelo. ¿Quién habría pensado que la navegación a través del vasto Océano era menos peligrosa y más tranquila que en los estrechos golfos del Adriático, o del Báltico, o de la Gran Bretaña? Construyamos naves y velas adecuadas para el éter celestial, y habrá abundantes candidatos sin temor de cruzar esos desiertos vacíos. Mientras tanto preparemos, para los valerosos viajeros del cielo, mapas de los cuerpos celestes. Yo lo haré con la Luna y Ud., Galileo, con Júpiter."

Candidatos y candidatas, por cierto. Un par de años después del vuelo de Gagarin en la Vostok 1, Valentina Tershkova se convirtió en la primera mujer astronauta. En la foto de aquí al lado la vemos poniéndole una medalla a otro valeroso pionero, héroe de la humanidad, Neil Armstrong, primer ser humano en pisar el suelo de otro cuerpo celeste. Es una escena encantadora: los soviéticos, habiendo perdido la carrera, invitaron al rival a Moscú para honrarlo y condecorarlo. 

Gagarin los mira desde la foto: a pesar de que quisieron preservarlo, prohibiéndole que arriesgara su vida volviendo a viajar al espacio, en 1968 se mató al estrellarse en un MiG, durante un entrenamiento. 

También el 12 de abril, pero de 1981, apenas 20 años después del vuelo de Yuri, despegó el primer transbordador espacial. Capaz de llevar 7 pasajeros y decenas de toneladas de carga, la flota de space shuttles hizo 135 vuelos en 30 años, permitiendo la construcción del laboratorio orbital que es la Estación Espacial Internacional y la puesta en funciones (y múltiples servicios) del Telescopio Espacial Hubble, entre tantas otras cosas. 

El vuelo de Gagarin fue el inicio de una nueva era. Apenas 60 y pico años después, cientos de hombres y mujeres, de decenas de países y de todas las edades, han viajado al espacio. Las recientes iniciativas comerciales ya han llevado turistas a vuelos orbitales y suborbitales, y es fácil imaginar que su número se multiplicará enormemente muy pronto. ¿Habrá un día en que los vuelos espaciales tripulados sean rutina, como son hoy los vuelos atmosféricos, un siglo después de los pioneros? Probablemente sí. Entonces habremos internalizado definitivamente el descubrimiento de Galileo: que si la Luna era como la Tierra, entonces la Tierra era como la Luna, un cuerpo celeste, precioso y frágil, flotando en la oscuridad del espacio. 



La primera foto es de Valentina Tershkova, aunque muchas veces se reproduce como de Yuri Gagarin. ¡Con el casco puesto son reparecidos! Gracias Marcelo por señalarlo. La dejo igual, porque es el día de todos ellos. Esta sí es de Yuri, pero es una foto más fea. ¡Encuentren las 5 diferencias!


06/04/2024

Los suburbios del sistema solar

Los sistemas gravitatorios de tres o más cuerpos tienden a volverse caóticos. Lo hemos comentado aquí en el blog, y también es el tema de una popular nueva serie, llamada precisamente El problema de los tres cuerpos. Por esa razón, la predicción de la evolución del sistema solar, o la reconstrucción de su historia lejana, resultan problemas muy difíciles de afrontar, tanto teórica como computacionalmente. Sabemos, por el registro geológico y fósil, que la Tierra ha sufrido variaciones grandes en algunos de sus parámetros orbitales, que a escala humana nos parecen constantes y eternos. Pero inclusive antes de chocar con ese horizonte de predictibilidad (que está a unos 100 millones de años) ¿qué habría pasado si el sistema solar hubiera sido perturbado de manera externa? Cien millones de años es mucho tiempo, lo cual permite que las estrellas se muevan apreciablemente en su circulación galáctica. Si bien es extremadamente improbable que dos estrellas choquen, la gravedad es una fuerza de largo alcance y, si dos estrellas se acercan, pueden perturbar sus sistemas planetarios y desatar un caos. 

Me interesó un paper que discute precisamente esto, analizando la órbita de la Tierra a medida que las estrellas del vecindario solar, cuyas velocidades hoy se conocen con gran precisión gracias al telescopio espacial Gaia, pasaron relativamente cerca. Entre ellas se destaca HD 7977, una estrella similar al Sol que hace 2.8 millones de años pasó a algunos miles de unidades astronómicas, bien dentro de la nube de Oort, y suficientemente cerca como para afectar las órbitas de los planetas. Esta figura, que forma parte de un lindo video de los autores, muestra la dispersión en la órbita de la Tierra, tras unos 50 millones de años de simulación, cuando existe una incerteza de ¡un centímetro! en las órbitas de los planetas, cuando HD 7977 pasa cerca. Cuando la estrella no pasa, la dispersión es casi inexistente. 

Esto me recordó algo que conté hace años: el misterio de los sednitos. Varios de los objetos del cinturón de Kuiper (Sedna y otros) tienen sus órbitas particularmente alineadas, como si alguien las hubiera soplado de costado. Una hipotética razón para esto es que exista un planeta todavía desconocido en el sistema solar, el Planeta Nueve (llamado a veces Planeta X, lo cual es entre confuso y gracioso):

Mike Brown (descubridor de Sedna, Eris, etc. y experto transneptuniano) está convencido de que el Planeta Nueve  existe, y muestra en sus charlas y sus escritos la cantidad de propiedades inusuales de estas órbitas que resultan explicadas por las perturbaciones que éste produce en el sistema solar exterior. Más aún: estas propiedades le permiten calcular la órbita de Planeta Nueve, tal como aparece dibujada ahí arriba. 

A propósito: fíjense qué ridícula es la órbita misma de Sedna. Compárenla con la de Neptuno, que aparece ahí en el medio. ¿Cómo puede existir un casi-planeta en una órbita que parece la de un cometa, casi desligada del sistema solar? ¿Quién lo puso ahí? ¿Quién lo sostiene sin que el caos lo eyecte? Y bueno, después están los sednitos, una cosa lleva a la otra, qué se yo. Vean el webinar de Brown que enlacé arriba, vale la pena.

Pero claro, la naturaleza caótica de la dinámica hace que la posición del planeta en esta órbita no sea tan fácil de predecir, así que el planeta podría estar en cualquier lugar de la eclíptica. ¿En cualquier lugar? En realidad no: es más probable que se encuentre en algunos lugares que en otros. Precisamente un paper reciente de Brown muestra que ya ha podido eliminar prácticamente toda la franja eclíptica, basándose en las observaciones del survey Pan-STARRS. 

Esto puede interpretarse de dos maneras, una optimista y una pesimista. Por supuesto, Brown toma la posición optimista, y dice que tiene al Planeta Nueve "acorralado", y que lo va a encontrar en esas partes coloridas del mapa celeste. Está seguro de que esto ocurrirá con ayuda del telescopio Vera Rubin, y el fantástico Legacy Survey of Space and Time que producirá en los próximos años. Es decir, el descubrimiento no será como el de Neptuno, cuando el matemático le dijo al astrónomo "apunte para ahí", el astrónomo apuntó y ahí estaba el planeta. Si existe, lo van a encontrar con fuerza bruta, fotografiando todo el cielo cada 3 días.

Ahora, ¿y si pasan 10 años y el Planeta Nueve no aparece? Esa sería la interpretación pesimista del mapa de arriba: la región donde puede estar el Planeta Nueve es tan pequeña porque —lo lamento, Mike— el Planeta Nueve no existe. Es lo que yo creo, aunque me encantaría que hubiese una supertierra en el sistema solar, por supuesto. Mi intuición es que una estrella, de las muchas que han pasado cerca del cinturón de Kuiper en la historia del sistema solar, peinó las órbitas de los sednitos. Veremos veremos. 

Mientras tanto, voten en los comentarios ¿existe o no existe el Planeta Nueve? ¿Eh?



El paper sobre el paso de HD 7977 es: Kaib et al., Passing stars as an important driver of paleoclimate and the solar system’s orbital evolution, AJLetters, 962:L28, 2024 February 20.

El paper del Planeta Nueve acorralado es: Brown et al., A Pan-STARRS1 search for Planet Nine, arXiv:2401.17977v1, 31 Jan 2024.

Por si alguien se lo pregunta: la primera figura no muestra la trayectoria de la Tierra, sino sus parámetros orbitales: en la dirección radial, la elipticidad, y en la dirección angular, la dirección del perihelio. Cada color es una simulación.

30/03/2024

Estrella de neutrones recién salida del horno

Desde hace años los astrónomos está esperando que en el centro de la nebulosa que dejó la explosión de la supernova SN 1987A aparezca su residuo: una estrella de neutrones. Esta nebulosa es muy compleja, con estructuras que la explosión va recalentando a medida que atraviesa materia emitida previamente por la estrella gigante que explotó:


Esta foto combina observaciones de rayos X (en púrpura), visuales (el "collar de perlas"), y de radio (en naranja). La señal de radio, tomada por el sistema de radiotelescopios ALMA, está concentrada en el centro y es principalmente polvo caliente. En 2019 los llevó a decir que habían identificado en ella la estrella de neutrones:

Para el polvo caliente, el nuevo telescopio Webb está mandado a hacer. Así que la nebulosa de SN 1987A fue uno de los primeros objetos que observó. Hace algunos meses dieron a conocer esta fascinante imagen de la compleja estructura, que muestra más perlas fuera del "collar" que conocíamos:


Y ahora ha aparecido un paper que analiza, con una batería de instrumentos (incluso una cámara que hace simultaneamente una foto y un espectro de cada pixel de la imagen), la radiación producida por la estructura central de polvo y gas molecular, con una resolución mucho mayor que la de ALMA:

Los espectros capturados permiten observar una fluorescencia de argón y azufre, así como sus velocidades. Según dicen, esas lineas espectrales indican la presencia de fotones de alta energía que sólo pueden originarse en la vecindad de una estrella de neutrones en el punto denso central (analizan y descartan otras cuatro explicaciones). Es también una evidencia indirecta, pero se suma al pulso de neutrinos que se observó durante la explosión, y a las otras observaciones que mencioné arriba. El campo visual y las longitudes de onda que observa Webb son ideales para SN 1987A, así que seguramente tendremos más información sobre este fascinante objeto, que está evolucionando ante nuestra vista, algo de por sí raro para un fenómeno astronómico. ¿Será un púlsar? ¿Estará emitiendo rayos X duros directamente desde la superficie? ¿Tendrá un disco de acreción supercaliente? Lo iremos sabiendo en pocos años.



El paper es: Fransson et al., Emission lines due to ionizing radiation from a compact object in the remnant of Supernova 1987A, Science 383:898–903 (2024).

Hay una versión más accesible en: Clery, Stellar remains of 1987 supernova found at last, Science 383:808 (2024).

El paper de ALMA es: Cigan, High angular resolution ALMA images of dust and molecules in the SN 1987A ejecta, The Astrophysical Journal, 886:51 (2019).

23/03/2024

¡Mozo! ¡Hay una mosca en mi cielo!

¡Muchaaachos!
La Mosca

—Cómo, no puede ser. ¿Dónde?

—Ahí, justo al sur de la Cruz del Sur.

Sí: hay una constelación para la Mosca. Así como el cielo alberga a Hércules y su maestro el centauro Quirón, a Orión y su enemigo el Escorpión, a Andrómeda, Casiopea y las trenzas de Berenice, al Telescopio, el Microscopio y la Bomba de vacío, también cobija a la molesta Mosca. Qué necesidad.

El asterismo principal es un cuadrilátero que parece un reflejo chiquito y deformado de la ya pequeña Cruz, formado por estrellas de entre tercera y cuarta magnitud, bastante fácil de encontrar e identificar tanto a simple vista como con binoculares, incluso desde una ciudad como Buenos Aires. Alfa y Beta son las más brillantes, dos estrellas azules de clase B. La siguiente es Delta, una gigante roja (se nota el color distinto en la foto de abajo) que tiene al lado una estrellita azul de clase B, mucho más lejana. La más tenue es Gamma, otra azul de clase B que, casi de cuarta magnitud, es la más difícil de ver desde una ciudad:

La Mosca revolotea el borde sur de la franja densa de la Vía Láctea: fíjense que en la foto hay muchas más estrellas chiquitas del lado izquierdo que del lado derecho. En fotos de larga exposición la Mosca es una maravilla inesperada, y está llena de objetos interesantes del cielo profundo:


Para explorarla, recomiendo la reseña de Enzo de Bernardini y Rodolfo Ferrauiolo, A la pesca con mosca, que también forma parte de su excelente guía Exótico cielo profundo, volumen 2. El otoño es la temporada ideal para visitarla. Aquí voy a contar lo más interesante, que señalo en esta versión anotada.


Lo primero que hay que buscar son dos lindos cúmulos globulares. NGC 4833 se encuentra cerca de Delta Muscae, del lado de "adentro" del cuadrilátero, mientras que NGC 4372 está cerca de la más tenue Gamma, del lado de "afuera". Son de brillo similar (magnitud 7), pero 4833 es un poquito más compacto. Son lejanos y pequeños y se necesita un telescopio para apreciarlos como cúmulos estelares, pero se los puede encontrar con binoculares. Y salen bien en fotos, como la mía, hecha con un teleobjetivo de 200 mm nomás.

La joya de la Mosca, sin embargo, es una notable nube oscura, casi rectilínea. Se necesita un cielo bien oscuro para verla a simple vista, pero en fotos sale fenómena. Se trata de un filamento de polvo frío, parte del complejo molecular de Musca-Chamaeleon. En inglés se la llama popularmente Dark Doodad, que en castellano vendría a ser el Coso Oscuro, un nombre que me encanta. Y en Argentina (según De Bernardini y Ferrauiolo) también se la conoce como el Río Negro:

Estas nubes de gas y polvo frío (muy frío, tipo 200 grados bajo cero) son el lugar donde nacen las estrellas. Esta nube, en particular, está bastante estudiada, y sabemos que está en una etapa previa a la formación estelar. Mide unos 20 años luz de largo y tiene muy pocos grumos que estén colapsando. El polvo y el gas están quietitos, casi en equilibrio. Sólo se le conoce un único objeto que califica como "young stellar object", que está escondido en el pedacito que parece un poco separado del resto, en la parte inferior izquierda de la foto, el que Aage Sandqvist catalogó como 146 en la década de 1970:

(Esta imagen negativa, tomada de SurAstronómico, está rotada con respecto a mi foto.)

En mi foto también podemos ver un cúmulo abierto pequeño y muy rico, catalogado como Harvard 6 o Collinder 261.

Se trata de un cúmulo extremadamente antiguo, tal vez tan antiguo como la Vía Láctea. Las estrellas, generalmente, nacen de a muchas, de a cientos o miles, en cúmulos que con el tiempo, por interacciones mutuas o con el resto de la galaxia, acaban dispersándose. Harvard 6 debe haber sido inmenso en su origen, para haber alcanzado una edad de miles de millones de años con tantas estrellas. Curiosamente, en varios catálogos y programas planetarios, la posición del cúmulo aparece un poquito corrida, tal vez centrada en una de sus estrellas más brillantes (en Cartes du Ciel aparece centrado unos 4 minutos al sur de la posición correcta, ¡donde hay una estrella de magnitud 19!).

Hay más objetos interesantes. En la foto marqué, cerca de Beta Muscae, una estrella pequeñita catalogada HD 111232. Es una estrella de clase G en la secuencia principal, es decir, parecida al Sol. Y tiene un planeta más pesado que Júpiter en una órbita de algo más de 1000 días, un poco más amplia que la de Marte. Si tiene alguna luna grande con mucha agua, como las de Júpiter, estarían al borde de la habitabilidad. ¿Será una especie de Pandora, el mundo de Avatar? 

Marqué también la estrella roja (¿supergigante?) BO Muscae, variable de período largo, y R Muscae, variable cefeida clásica, de las que se usan para calibrar las distancias de la escalera cósmica. Pero hay más, incluso una pequeña galaxia, algo inusual en el campo de la Vía Láctea. Pero quedaron fuera de mi foto. Recomiendo nuevamente la reseña de De Bernardini y Ferrauiolo para explorar la Mosca en su totalidad.

 


Sandqvist, More southern dark clouds, AA 57:467 (1970).

Hacar et al., The Musca cloud: A 6 pc-long velocity-coherent, sonic filament, A&A 587:A97 (2016).

Rodolfo Ferraiuolo y Enzo De Bernardini, A la pesca con mosca, SurAstronómico y Exótico Cielo Profundo vol. 2.

Las fotos de la Mosca fueron hechas desde la Estación Perito Moreno, la noche del airglow. Nótese cómo el brillo del aire, tan evidente en las fotos anchas, no se nota en la foto tomada con el teleobjetivo.

16/03/2024

Los glóbulos de la nubécula

La Vía Láctea tiene más de 150 cúmulos globulares: antiguos enjambres de cientos de miles de estrellas, casi minigalaxias, en órbitas muy inclinadas con respecto al disco de la galaxia. Todas las grandes galaxias los tienen, incluso la Nube Mayor de Magallanes. Uno de ellos es esta preciosura fotografiada hace poco por el Telescopio Hubble, NGC 2210:

La exquisita visión del Hubble permite ver muchísimas estrellas individuales (incluso en la versión reducida para esta columna) a pesar de que se encuentra 10 veces más lejos que los familiares globulares de la Vía Láctea, como Omega Centauri, 47 Tucanae o el Cúmulo del Pavo. Un paper de hace pocos años, linkeado en la nota de prensa, incluso ha construído detallados diagramas de brillo vs color de sus estrellas*:

* No he escrito aquí en el blog mucho sobre estos diagramas, pero pueden revisar mi nota en Si muove, la revista del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires. Algún día lo comentaré aquí.

Con estos diagramas se pueden calcular muchas propiedades de la población estelar. En particular, usando las estrellas que destacan en celeste, han calculado sus edades. NGC 2210 resulta ser el más joven, con 11600 millones de años. Es decir, son tan antiguos como los cúmulos globulares de la Vía Láctea, tan antiguos como las galaxias y casi como el universo mismo. Algún día tenemos que entender qué son estos cúmulos globulares, si son todos ellos núcleos de galaxias antiguas, o si se formaron así como los vemos. (La banda de estrellas celestes se llama rama horizontal, y es una fase estelar que se encuentra entre las gigantes rojas y la rama asintótica que ya comenté.)

Como recientemente fotografié la Nube Mayor de Magallanes desde la estepa patagónica, quise ver si había salido alguno de estos cúmulos. 

Para quien se tome el trabajo de explorarla, la NMM está llena de cúmulos estelares; incluso algunos que parecen globulares, como los que marqué en la foto. Pero ninguno de ellos es de los que están en el estudio de arriba. Son cúmulos abiertos gigantes, con pinta de globulares y a veces clasificados como tales, pero jóvenes. NGC 1850, por ejemplo, tiene 140 millones de años. Es posible que se haya formado de manera similar al que está naciendo en la Nebulosa Tarántula, que ya hemos comentado

Tuve que recurrir a la foto de gran angular, la del airglow que mostré el mes pasado, para señalar las posiciones de estas minigalaxias en órbita de nuestra galaxia vecina. Vean qué lejos están:

Habrá aún más fotos de la expedición a Los Juncos.



La foto de NGC 2210 es de NASA/ESA/STScI.

El paper es: Wagner-Kaiser et al., Exploring the nature and synchronicity of early cluster formation in the
Large Magellanic Cloud – II. Relative ages and distances for six ancient globular clusters
, MNRAS 471, 3347–3358 (2017).

09/03/2024

La gran estrella del sur

Fuimos a ver Dune: Part Two. Arrakis, el planeta Duna, está en órbita de Canopus. Si bien el primer libro de Frank Herbert no da más detalles, The Dune Encyclopedia nos informa que Canopus es una estrella blanca de la secuencia principal, un poquito mayor que el Sol, de magnitud absoluta -3 y con seis planetas en órbita. Arrakis es el tercero, a 87 millones de kilómetros. La Encyclopedia, así como otras fuentes similares, dan una cantidad de datos adicionales que vamos a ignorar por el momento.

Canopus, por supuesto, es una estrella verdadera, que todos los aficionados del hemisferio sur sabemos identificar. Es la segunda estrella más brillante del cielo nocturno, apenas la mitad de brillante que Sirio, y efectivamente es blanca. ¿Tiene algún sentido que sea la estrella de Arrakis?

Me temo que no. Canopus no es una estrella de la secuencia principal (de las que fusionan hidrógeno en sus núcleos). Es, en cambio, de una de las clases más raras que existen: es una supergigante amarilla, la más cercana de su tipo al sistema solar. Son raras porque es una etapa muy breve de algunas estrellas más masivas que el Sol. Son muy grandes y luminosas, y fusionan helio en el núcleo como las gigantes y supergigantes rojas. 

Un paper relativamente reciente usa observaciones de Canopus hechas con varios instrumentos del Telescopio Muy Grande, del ESO, para calcular sus parámetros fundamentales. Nuestra Canopus definitivamente no es la Canopus de Duna. Nuestra Canopus es 73 veces más grande que el Sol, 4200 veces más luminosa y 9 veces más pesada. Según los autores, Canopus estaría en la región señalada como blue loop en el gráfico de arriba (las supergigantes amarillas que están en la franja de inestabilidad son generalmente variables cefeidas, como Polaris). Al consumir el helio de sus núcleos las supergigantes amarillas entran en la rama asintótica y poco después se convierten en nebulosas planetarias. Pero la masa de Canopus está en el límite inferior de las que explotan como supernova, así que quién sabe. En una de esas explota, y termina diseminando toda la especia en el medio interestelar. Cosa de locos.

Con esas características, a 87 millones de kilómetros Arrakis estaría calcinado. Está bien que es un desierto caliente, pero no taaan caliente. Digamos que tiene una insolación como Venus, que está en el borde interior de la zona de habitabilidad del Sol. Venus está a 0.7 unidades astronómicas del Sol, así que Arrakis debería estar a \(0.7\times\sqrt{4200} = 45\) unidades astronómicas de Canopus: más o menos como Plutón. O sea, podría ser. El Sol, a 45 unidades astronómicas, se ve muy chiquito. Pero Canopus es más grande, 73 veces más grande. Así que desde esa distancia se vería 1.6 veces más grande que el Sol en nuestro cielo, o sea casi igual. Tal como lo vemos en la película. Con una temperatura superficial de 7800 grados, Canopus es más blanca que el Sol, pero Arrakis es un planeta muy polvoriento, así que perfectamente podríamos verlo como en la película. 

Tengo pocas fotos de Canopus, y de hecho hay pocas fotos de astroaficionados en la web. Pero tengo ésta, que ya mostré, en la que procuré capturar el punto de fuga del Brazo Local de la Vía Láctea:


A la izquierda está Carina, tan abundante en cúmulos estelares y nebulosas, y a la derecha el Can Mayor. Canopus (Alfa Carinae) está en medio, algo alejada de la Vía Láctea. Curiosamente, y ya que en la foto salió el Can Mayor, aprovecho para mencionar que Wezen, la estrella brillante del cuarto trasero del perro, también es una supergigante amarilla.

Aprovechen a verlas antes de que pase el verano, y antes de que pase la moda de Duna.  



La imagen de Arrakis es de Dune Part Two (Legendary/Warner Bros). La tomé de un wallpaper, no sé si es original de la película o dibujada por un fan. 

El paper es Domiciano de Souza et al., Refined fundamental parameters of Canopus from combined
near-IR interferometry and spectral energy distribution
, A&A 654:A19 (2021). 

El diagrama de evolución estelar está basado en uno de Wikipedia (usuario Lithopsian, CC-BY-SA). Corresponde a una estrella de 5 masas solares, un poco más liviana que Canopus. Pero el que está en el paper es más técnico y menos claro.

El nombre de Canopus es de origen griego: era el piloto del barco del rey Menelao, el marido de Helena. Murió al regresar de Troya, en el delta del Nilo, donde hay un puerto con su nombre. Helena lloró su muerte y de sus lágrimas surgió una planta llamada helenio. Otras conexiones de la Guerra de Troya con la astronomía ya han aparecido en el blog.

Curiosamente, existe una estrella llamada Arrakis. Es el nombre árabe (significa bailarín) de Mu Draconis. La IUA adoptó la variación Alrakis como nombre oficial. ¿Habrá sido para evitar confusión con el planeta de la ficción?

02/03/2024

Los ñoquis del César

Esta semana terminó febrero con 29 días: tuvo un día intercalar (adjetivo, no verbo, fíjense un poco). Escuché muchos comentarios sobre los bisiestos y los 29 de febrero, no del todo correctos ni exactos. Así que intercalo esta nota en la serie que venía preparando, para explicarlo, que quede escrito, y que lo usen para mandarse la parte.

El año calendario (o año civil, que rige los cumpleaños, las actividades públicas, etc.) tiene necesariamente un número entero de días. Esto es así porque el día es la unidad natural para medir el tiempo, probablemente desde la remota prehistoria.

Pero a la órbita de la Tierra alrededor del Sol no le importa en absoluto la duración del día. El tiempo que tarda la Tierra en recorrer su órbita no depende de la Tierra para nada: ni de su masa, ni de su composición, ni de su tamaño, ni del color del mar o del cielo, y ni siquiera de lo que tarda en dar una vuelta sobre sí misma. Sólo depende de la distancia de la Tierra al Sol y de la masa del Sol (y en menor medida, de la existencia del resto de los planetas). En la antigüedad cada pueblo usaba su propio calendario, muchos de ellos combinando los movimientos del Sol y de la Luna. Pero, durante la campaña de Egipto, Julio César descubrió que los astrónomos egipcios habían medido con gran precisión la duración del año trópico (el que rije las estaciones), descubriendo que duraba 365 días y un cuarto. Por suerte un cuarto es una fracción sencilla, y si al calendario le faltaba un cuarto de día por año, se acumulaba un día cada 4 años, que se podía intercalar fácilmente en febrero, ponele. A César le encantó la idea, porque el calendario romano era medio caótico (o más bien, discrecional de los pontífices, lo cual afectaba arbitrariamente la duración de los cargos públicos). Así que Roma, y luego el Imperio, empezaron a usar el calendario juliano, con bisiestos cada 4 años y veintinueves de febrero. Esa es la historia del 29 de febrero: se lo debemos a Julio César.

Bonus

Pero llegó el Renacimiento, y los astrónomos descubrieron que el año trópico tampoco duraba 365 y un cuarto. Era un cachito menos que un cuarto. Muy poquito menos, pero menos, y a lo largo de 1500 años la diferencia se había acumulado. Si la fracción era menos que un cuarto, agregar un día cada 4 años era demasiado. ¡Había demasiados bisiestos! El padre Aloysius Lilius (Luigi Giglio), nacido en Calabria a pocos kilómetros de donde vivían mis antepasados, midió, calculó y descubrió que eliminando 3 bisiestos cada 400 años el calendario funcionaría bien per secula seculorum. En 1570 y pico hizo una propuesta sencilla: alcanzaba con eliminar los bisiestos de los años terminados en 100, pero dejando los que fueran múltiplos de 400. Por ejemplo, 1600 sería bisiesto (porque 1600 es 400 × 4), pero 1700, 1800 y 1900, no. Y el 2000 de nuevo sí (busquen algún almanaque que les haya quedado del 2000). Hizo su propuesta y se murió. Por suerte el gran astrónomo Christopher Clavius tomó la posta y convenció al papa Gregorio XIII de hacer la reforma necesaria, y en 1582 el papa sancionó el que seguimos usando, el calendario gregoriano. Pero esto es un bonus, el 29 de febrero ya existía desde Julio César.

Bonus secundus

La reforma de Gregorio tuvo tres partes. Por un lado, adoptar el calendario con la cantidad correcta de bisiestos. Por otro lado, había que hacer algo con los 10 días de error que se habían acumulado a lo largo de 1600 años. Había dos posibilidades: gradualismo o shock. La solución gradualista eliminaría los bisiestos a lo largo de 40 años. La alternativa de shock era eliminar los 10 días de golpe. Gregorio eligió el shock, y en el mundo católico la gente se fue a dormir el jueves 4 de octubre de 1582, y se despertaron el viernes 15 de octubre. ¿Se imaginan las protestas hoy en día? ¡Devuelvan los 10 días! La tercera parte tenía que ver con la manera de calcular la fecha de la Pascua de Resurrección, que requería, además de cierta estación del año, cierta fase lunar.

Bonus tertius

El año civil aproxima, como ya dije, el año trópico. Pero el año trópico tampoco es la duración de la órbita de la Tierra, porque tiene que ver con la inclinación del eje de la de Tierra y, como dijimos, a la órbita no le importa nada la Tierra. Varias veces ya conté brevemente sobre los distintos años que existen.



No puedo irme sin reconocer que la rotación de un planeta (o de un satélite) sí se acopla a su movimiento orbital. En el caso de la Tierra es un efecto imperceptible. Pero en el caso de la Luna alrededor de la Tierra es bien evidente: los dos tiempos son iguales, y la Luna muestra siempre la misma cara hacia la Tierra. Entre los planetas, el único que lo siente es Mercurio, por ser el más cercano al Sol. La principal razón de este acoplamiento es la fuerza de mareas, debida a que los cuerpos no son puntuales, sino que tienen cierto tamaño.

El personaje dibujado de Julio César es de Uderzo/Goscinny/Editorial Dargaud. Dibujo descargado del sitio fan Villains Wiki.

24/02/2024

Vida en la Tierra

La semana pasada comentamos el incierto destino de Voyager 1, perdida en el espacio. Hoy nos ocupamos de un robot que, desde su nacimento, estuvo condenado a acabar sus días sacrificándose para no contaminar los mundos que exploró. En su intrincado viaje a Júpiter, Galileo hizo dos sobrevuelos de la Tierra, que se usaron para probar los instrumentos. Esta es una de las imágenes tomadas en diciembre de 1990, un día despejado de verano en la Patagonia:

La Tierra vista desde afuera, como un planeta, flotando en la oscuridad del espacio, y exhibiendo su variedad de aspectos: mares, continentes, hielo, aire, nubes, desiertos, vegetación... Nunca veremos así un planeta alrededor de otra estrella. Nunca en lo inmediato, hasta que proyectos como Breakthrough Starshot se lleven a cabo en siglos por venir. Mientras tanto, a lo sumo podremos observar algún planeta no muy lejano como un único píxel. ¿Qué podríamos saber de la Tierra si la viéramos como un solo píxel?

Sorprendentemente, podríamos saber mucho. Siempre lo menciono hacia el final de mis charlas sobre exoplanetas, así que disfruté al encontrar un paper reciente que lo simula usando miles de imágenes en varias longitudes de onda, tomadas por Galileo durante sus sobrevuelos en 1990 y 1992. A pesar de que son imágenes de alta resolución, los tipos deciden reducir su calidad intencionalmente, integrando todo el disco observado de la Tierra en un único píxel, como si estuvieran observado un planeta lejano con la peor resolución posible. 

Las imágenes están tomadas a través de 7 filtros (violeta, verde, rojo, y cuatro infrarrojos) que son capaces de proveer una especie de espectro de baja resolución, mostrando la intensidad relativa de los distintos colores. Así, cuando el océano Pacífico domina la imagen, la composición de colores favorecerá el violeta. Cuando haya desiertos o vegetación, el color viraría al rojo e infrarrojo. El sobrevuelo de 1990 duró más de un día, de manera que las imágenes de Galileo muestran el planeta rotando, y el degradado píxel cambiando de color de manera correspondiente. Una de las imágenes que muestran es un gráfico color-color usando la relación rojo/violeta versus infrarrojo/violeta, que  muestra que la Tierra tiene mares y continentes:

¡Sería fantástico poder ver algo así en un exoplaneta! Y seguramente se podrá hacer en los próximos años.

Aunque el sistema estaba diseñado para observar Júpiter, los autores lograron identificar la presencia de vapor de agua y de oxígeno molecular, dos gases delatores de que el planeta está vivo. Observar algo así en un exoplaneta sería más que fantastico, sería un golazo, como sueña Randall Munroe en una de sus viñetas de hace años, usando una canción de Faith Hill:



El paper es Strauss et al., Exoplanet analog observations of Earth from Galileo disk-integrated photometry,  AJ 167:87 (2024) (acceso libre).

La foto de la Tierra tomada por Galileo es de NASA/JPL. La de la Tierra reducida a pixels es de NASA, y muestra una imagen tomada con la cámara EPIC del satélite DSCOVR.

La última imagen es de Randall Munroe, de su blog xkcd, uno de mis comics favoritos de la web.

17/02/2024

El problema de Voyager 1

En la oscuridad del espacio interestelar, donde el Sol brilla apenas un poco más que las estrellas más brillantes, un robot de la Tierra está en problemas. Voyager 1, que empezó su viaje cuando yo era un niño, hace casi 50 años, tiene un problema informático. Pero Voyager 1 está viva, y los ingenieros se están comunicando con ella. ¿Qué oscuro código están transmitiendo, escrito en una lengua informática casi muerta, que sólo habla uno, tal vez dos, demiurgos del JPL?

La NASA lo anunció a medidos de diciembre: la computadora de V'ger no podía comunicarse adecuadamente con uno de sus subsistemas, encargado de preparar las mediciones de los instrumentos para enviarlos a la Tierra. Como consecuencia de esto, no se están recibiendo datos científicos.

En la Deep Space Network (¡qué nombre!) podemos ver que una de las antenas de Canberra, Australia, está en comunicación con la nave, transmitiendo con una potencia de 99 kilowatts, suficiente para alimentar cien planchas, o dos mil computadoras:

La velocidad de transmisión es increíblemente lenta, dada la inmensa distancia a la que se encuentra:

¡24 mil millones de kilómetros! ¡163 unidades astronómicas! A esa distancia, la transmisión tarda casi un día en llegar. Y un día en volver. ¡Hasta la luz se hace leeeeenta! Llevará tiempo saber si logran reparar el problema, pero estaremos atentos para compartir las novedades. Las Voyager son el primer paso de la humanidad hacia las estrellas, y todavía tienen cuerda para un buen rato. 

Es una buena ocasión para poner Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, mirar en la dirección de Ofiuco en la madrugada (donde está Voyager 1) y recordar que el viaje de las Voyager fue extraordinario. Nos reveló un sistema solar al que nos hemos acostumbrado pero que, hasta hace tan poco, era casi desconocido. Desde el confín del reino de los planetas Voyager 1 tomó, el 14 de febrero de 1990, el famoso "retrato de familia", en el que la Tierra aparece como un "punto azul pálido" flotando en un rayo de sol, que inspiró a Carl Sagan algunas de sus mejores líneas. Eclipse, el último tema del disco de 1973, parece hablar premonitoriamente sobre lo que encierra ese punto azul pálido:

All that you touch
And all that you see
All that you taste
All you feel

And all that you love
And all that you hate
All you distrust
All you save

And all that you give
And all that you deal
And all that you buy,
Beg, borrow or steal

And all you create
And all you destroy
And all that you do
And all that you say

And all that you eat
And everyone you meet
And all that you slight
And everyone you fight

And all that is now
And all that is gone
And everything under the sun is in tune
But the sun is eclipsed by the moon