29/08/2020

Los anillos de Marte

Ya que estábamos con el tema de los anillos... Saturno no es el único planeta con anillos. Los otros gigantes, Júpiter, Urano y Neptuno, también tienen sus propios anillos, si bien son casi insignificantes en comparación con el enorme y complejo sistema que forman los de Saturno.

¿Qué pasa con los demás planetas? ¿Podría un astro rocoso tener anillos? ¡Claro que sí! Se conocen desde hace no mucho asteroides con anillos. El primero fue Chariklo, un centauro que trota entre Saturno y Urano, cuya sombra cruzó Sudamérica fugazmente el 3 de junio de 2013 cuando pasó por delante de una estrella de magnitud 12. Muchos observatorios participaron, en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, entre ellos el Observatorio de Córdoba, y se detectó la presencia de dos anillos en su silueta.


Fue una sorpresa un sistema de anillos en un cuerpo tan pequeño, y de hecho se conjetura que no deben ser estables. Pero, ya se sabe, si no está prohibido, es obligatorio. Así que los astrónomos empezaron a buscar y encontraron, en el ocultamiento de una estrella por otro centauro, Quirón, también (cierta) evidencia de un anillo. Tomá mate.

¿Y planetas posta, lo que se dice planetas planetas? Si un asteroide de morondanga tiene anillos, por qué no la Tierra, o... Marte? Bueno, acaba de publicarse la sugerencia de que las peculiares lunas de Marte son como son y están donde están porque Marte supo tener un anillo. Y después lo perdió. Y lo recuperó. Y lo volvió a perder...

Las lunas de Marte, Fobos y Deimos, son raras. Son muy chiquitas, para empezar. Fobos está muy baja (¡tanto que sale por el oeste y se pone por el este!), y hace tiempo se sabe que está cayendo lentamente y que eventualmente llegará dentro del límite de Roche donde la fuerza de marea lo destrozará y formará un anillo. Deimos está mucho más afuera, y un poco inclinada. Ambas parecen asteroides tipo C capturados, pero varias peculiaridades de sus órbitas conspiran contra esto. La alternativa es que se hayan formado a partir de un gran impacto en Marte, como nuestra Luna.

Hace un par de años se sugirió que las peculiaridades de Fobos podrían deberse a la existencia de un gran anillo formado como resultado de un impacto ancestral. Como ya contamos en el caso de Saturno, un sistema de anillos se va ensanchando. El material que escapa fuera de la región de Roche coalesce y forma una lunita, que sigue escapando mientras el anillo cae. Cuando el anillo desaparece, la lunita empieza a bajar, hasta que ella misma entra a la zona de Roche y forma un nuevo anillo, que se ensancha y forma una nueva lunita... Habría así ciclos repetidos de anillos y lunitas, y Fobos sería la más reciente encarnación de este proceso. Cuando ella misma entre en la zona de Roche repetirá una vez más lo que hicieron sus antecesoras.

Mientras tanto, desde afuera de este ciclo Deimos observa todo el proceso. El nuevo trabajo muestra que la interacción de la lunita que escapa del anillo con Deimos puede explicar las peculiaridades de su órbita.


¿Habrá sido así? No lo sabemos. Estos trabajos están basados en la simulación numérica de procesos físicos que pueden haber ocurrido, pero no son evidencia directa. Estaría bueno observar si la superficie de Deimos es antigua, de miles de millones de años, mientras que la de Fobos fuese reciente, de cientos de millones. Es una pena que el robot Phobos Grunt de Rusia fracasó en traer una muestra. Pero los japoneses van a mandar su propia Martian Moons eXploration en 2024, que va a observar las dos lunas y traer una muestra de Fobos. ¡Ojalá tengan éxito!



El paper sobre el posible anillo de Quirón es Otriz et al., Possible ring material around centaur (2060) Chiron (2016).

El paper sobre el efecto del ciclo de anillos en Deimos es Ćuk et al., Evidence for a Past Martian Ring from the Orbital Inclination of Deimos (2020).

El video del ocultamiento de Chariklo es de ESO/L. Calçada/M. Kornmesser (CC-BY). La figura de los anillos de Chariklo es del paper de su descubrimiento. La imagen de los anillos de Marte es de Universe Today. La imagen del MMX es de Jaxa.

22/08/2020

La medición de la velocidad de la luz

Para la escala humana la velocidad de la luz es gigantesca: pulso una tecla y la habitación se ilumina sin demora apreciable. Durante siglos los filósofos y científicos se preguntaron si no sería realmente infinita. Aristóteles sostenía que la luz era una "presencia" y no "una cosa en movimiento", y que todos los que decían lo contrario estaban equivocados. Según él, una velocidad finita de la luz era contraria a la evidencia, y que por lo tanto tenía que ser infinita. En Sobre el alma dice:
"Cabría que su desplazamiento nos pasara inadvertido tratándose de una distancia pequeña; pero que de oriente a occidente nos pase inadvertido constituye, en verdad, una suposición colosal."
Me parece que se refiere a que, al salir el Sol por el horizonte oriental, no vemos pasar la luz junto a nosotros antes de iluminar una montaña en occidente. Ergo, la luz del Sol llena instantáneamente todo el espacio de horizonte a horizonte. Un razonamiento tan ilógico como el contrario, ya que la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia. Lo que es colosal no es la suposición, ¡es la velocidad, Aristóteles! Hoy sabemos que la luz tarda unos microsegundos en recorrer los 10 km de un horizonte a otro. ¿Cómo la vas a ver pasar? La luz se mueve, sólo que tan rápido que incluso la escala planetaria le quedaba chica.

Hasta ahora.

Se publicó hace poco un trabajo mostrando un dispositivo capaz de registrar un pulso de luz viajando en el laboratorio, una especie de cámara ultra-super-hiper-rápida, con resolución de picosegundos. Muestran el siguiente video:


A la pipeta. A falta de esta tecnología, los intentos para medir la velocidad de la luz observándola moverse en el espacio fracasaron durante 2000 años, hasta el último intento de Galileo, quien trató de hacerlo con linternas separadas un par de kilómetros y midiendo el tiempo con el pulso de su muñeca. Sólo pudo determinar que la velocidad era al menos 10 veces mayor que la del sonido.

Si la escala planetaria no alcanza para apreciar directamente la velocidad de la luz, la escala interplanetaria sí. Así que la revolución que desató el propio Galileo al usar el telescopio para observaciones astronómicas rápidamente desembocó en la primera medición directa de la velocidad de la luz. El primero en lograrlo fue el astrónomo danés Ole Rømer en 1676, midiendo la diferencia del período orbital de Ío (la luna más interior de Júpiter, descubierta por Galileo) cuando la Tierra se estaba acercando o alejando. Le dio 200 000 km/s, nada mal.

En el siglo XVIII el astrónomo inglés James Bradley, tratando de medir la distancia a las estrellas, dio con un nuevo método astronómico. Descubrió un efecto llamado aberración de la luz estelar. La idea es completamente análoga a lo que hacemos con el paraguas abierto bajo la lluvia un día sin viento. Inmóviles, sostenemos el paraguas directamente hacia arriba. Pero si caminamos, tenemos que inclinarlo porque la combinación de las dos velocidades —la nuestra y la de las gotas de lluvia— hace que las gotas empiecen a llegarnos en diagonal. Bradley descubrió que, debido a la combinación del movimiento de la Tierra y el de la luz, el astrónomo tenía que "inclinar el telescopio" para recibir la luz de una estrella. Conocida la velocidad de la Tierra, y midiendo el efecto, se puede determinar la velocidad de la luz. Le dio 301 000 km/s, compatible con el método de Rømer. El método de la aberración estelar siguió usándose hasta bien entrado el siglo XX.

En el siglo XIX varios físicos franceses desarrollaron el primer método "de laboratorio" para medir la velocidad de la luz (tiempo de vuelo, se llama). François Arago, Hipólito Fizeau, León Foucault y otros idearon lo siguiente: se apunta un rayo de luz a los dientes de un engranaje que gira a gran velocidad. A algunas velocidades de rotación, la luz puede pasar entre dos dientes, reflejarse en un espejo (a varios kilómetros de distancia) y pasar de nuevo entre otros dos dientes al regresar. Para otras velocidades de rotación, cuando vuelve, se encuentra con un diente del engranaje en lugar de un espacio, y no puede pasar. Dada la distancia al espejo y las velocidades de rotación, se calcula la velocidad de la luz. El método de Foucault usa una rueda octogonal con espejos en las caras, en lugar de la rueda dentada. El gran Albert Michelson perfeccionó extraordinariamente este método, lo cual le valió el primer premio Nobel de Física ganado por un estadounidense. Su método también siguió usándose hasta el siglo XX.

Hubo un par de métodos más. El trabajo del físico escocés James Clerk Maxwell en 1865, que unificó la descripción de los fenómenos eléctricos y magnéticos, mostró que la luz es la propagación de una oscilación electromagnética. Su velocidad resulta estar relacionada con otras constantes electromagnéticas, más fáciles de medir en el laboratorio. Combinándolas puede calcularse la velocidad de la luz. Asimismo, basándose en la descripción electromagnética de Maxwell, Heinrich Hertz logró armar ondas estacionarias (de radio, pero es lo mismo que la luz). Al ser estacionarias son más fáciles de estudiar, obviamente, y de sus propiedades también puede calcularse a qué velocidad se están propagando en la cavidad que las atrapa. A mitad del siglo XX este método produjo una de las mejores mediciones de la velocidad de la luz, 299 792.5 km/s.

Poco después, en la década de 1970, mediciones con lásers en interferómetros de Michelson lograron tal precisión y estabilidad que finalmente, en 1983, se estableció la velocidad de la luz como un valor exacto por definición. Esto permitió usar su valor, que es una constante fundamental de la naturaleza, para definir la unidad de longitud, que tenía el inconveniente de estar basada en un artefacto, el metro patrón. Desde 1983 el valor de la velocidad de la luz es exactamente:

c = 299 792.458 km/s

Tengo recopilados 123 valores históricos de la velocidad de la luz, de distintas fuentes, y su progresión es interesante. Aquí están casi todos, con colores según el método.


Voy a mostrar un zoom* para los valores desde 1850, que están muy amontonados:
* No una videoconferencia, un zoom posta, una ampliación.


Lo que más me intriga de estos gráficos es que los valores no parecen acercarse al valor definitivo al progresar la técnica, como uno podría imaginar ingenuamente. Por el contrario, parecen fluctuar al azar a medida que pasa el tiempo. No sólo eso, sino que las fluctuaciones no parecen completamente independientes unas de otras, como también podría esperarse ingenuamente con lo que uno sabe de la Teoría de la Medición. Parece haber rachas, especialmente notables en los puntos negros porque son más (son los del método de la aberración). Es como si un tipo midiera la velocidad y le diese un valor parecido al del tipo que midió antes, hasta que de golpe a otro tipo le da un valor distinto, y entonces los que le siguen obtienen valores parecidos al nuevo. ¿Será un efecto sociológico? Es lo que sospecho. No lo exploré a fondo, pero hice un gráfico más: interpretando el tiempo al revés, representé las mediciones como si fueran una caminata al azar a partir del valor exacto en 1983. Grafiqué el desplazamiento cuadrático, a ver si me daba una caminata aleatoria. El comportaminto superdifusivo de esta caminata (el difusivo sería la línea azul) podría ser evidencia de estas rachas de mediciones copionas. No tengo tiempo de explorar más esto ahora, pero tal vez vuelva a aparecer.


El video es de: Morimoto et al., Superluminal Motion-Assisted 4-Dimensional Light-in-Flight Imaging, https://arxiv.org/abs/2007.09308.

El diagrama del dispositivo de Michelson está tomado de su paper: Michelson et al., Measurement of the velocity of light in a partial vacuum, Astrophys. J. 82:26-61 (1935). Allí reporta una velocidad de la luz de 299 774 ± 11 km/s, después de haber hecho 2885 mediciones y media. ¿Cómo hizo media medición?

Aristóteles, Sobre el Alma, libro II, capítulo 7. A Aristóteles le parecían obvias cosas que hoy en día son estupideces, y que incluso los presocráticos, Empédocles, Demócrito, etc., sospechaban que no eran obvias.

La historia de Bradley y su descubrimiento de la aberración de la luz estelar está en mi libro Viaje a las Estrellas (Siglo xxi, Ciencia que ladra). La ilustración está adaptada de Ehrenfest paradox.

Los valores de las mediciones están tomados de: Setterfield, History of the Speed of Light Experiments; Ruppert, On the measurement of cosmological parameters; Birge, The general physics constants as of August 1941, Rep. Prog. Phys. 8:90 (1941); y capaz que de algún lado más que no anoté.

15/08/2020

Las coronas de Venus

Esta semana se cumplieron 30 años de la llegada del robot Magallanes a Venus, el 10 de agosto de 1990. Había partido más de un año antes: a pesar de la cercanía de la órbita de Venus, no es fácil viajar entre los planetas, y cuesta tanto subir como bajar en el campo gravitatorio del Sol. (Nota mental: otro día contar cómo es esto.) Magallanes, o Magellan en inglés, era prácticamente un único instrumento, un radar de apertura sintética (como los SAOCOM argentinos que fabricó INVAP en Bariloche). Su principal misión era mapear en 3D y en alta resolución la superficie de Venus, permanentemente oscurecida por las nubes. Esta parte de la misión duró unos 2 años. Después, Magallanes se pasó más de un año apuntando permanentemente hacia la Tierra, desde donde su transmisión fue minuciosamente monitoreada por la Deep Space Network, con el propósito de detectar sutiles vaivenes de su órbita y construir, así, un mapa de las profundidades geológicas del planeta.

En 1993 los ingenieros del JPL hicieron algo novedoso: hundieron el perivenus de la sonda hasta que rozó la atmósfera superior, para frenarla delicadamente y alcanzar una órbita más baja. La maniobra fue exitosa y se usó en muchas misiones posteriores, y además permitió extender las mediciones gravimétricas. Al final de este ciclo volvieron a usar el frenado atmosférico, circularizaron la órbita, y durante varios meses orientaron la nave para usar los paneles solares como un molinillo contra la atmósfera de Venus, usando los motores para contrarrestar el giro, y así poder medir propiedades de los aires venusinos. ¡Ingenioso! El 11 de octubre de 1994 Magallanes bajó un poquito más, para finalmente hundirse en la densa atmósfera y estrellarse sin control unos días después.

Magallanes mapeó el 98% de la superficie de Venus, proveyendo por primera vez un panorama global y detallado de su geología. Resultó ser un planeta con una composición interna similar a la Tierra, pero sin placas tectónicas capaces de mover y deformar la superficie. No se sabe todavía muy bien por qué, pero es así. ¿Será por el agua? Así que no tiene cordilleras producto de plegamientos, pero sí tiene muchas deformaciones que resultan de puntos calientes del manto, que se eleva y empuja la corteza. Algunas de estas deformaciones se llaman coronas, unas especies de calderas volcánicas, grandes y circulares (¡entre 60 y 1000 km de diámetro!), con fallas radiales o circulares. Se publicó recientemente (más coronas para la pandemia) un estudio de estas calderas y los posibles mecanismos físicos que las producen. Por un lado, el modelo matemático reproduce muy bien las distintas topografías de las coronas. En la figura de aquí al lado hay unos ejemplos tomados del paper.

Pero no sólo eso, sino que los autores concluyen, en base al éxito cualitativo y cuantitativo de su modelo, que pueden asegurar que por lo menos 37 de estas grandes coronas ¡están activas hoy en día! Estas son:

Venus se uniría así al exclusivo club de mundos volcánicos activos: la Tierra e Io. Hay más vulcanismo en el sistema solar, pero no de roca, sino de substancias volátiles, el llamado criovulcanismo de Encélado, Tritón, y tal vez Europa, Plutón, Ceres, y otros mundos de hielo. También hay vulcanismo apagado (en Marte, en la Luna...), más cosas que parecen erupciones sin volcanes, como la Tormenta Serpiente en Saturno, y las explosiones en la superficie del Sol, que alimentan la corona. ¡Más coronas! ¡Noooo!


La imagen artística de Magellan es del JPL. Las otras son del paper: Gülcher, Corona structures driven by plume-lithosphere interactions and evidence for ongoing plume activity on Venus, Nature Geoscience 13:547-554 (2020).

Los puntos más bajo y más alto de una órbita se llaman ápsides: periapsis y apoapsis respectivamente. Estos son los nombres genéricos, pero para órbitas alrededor de cuerpos específicos se usan a veces nombres especiales: perihelio y afelio alrededor del Sol (periastron y apoastron alrededor de una estrella genérica), perigeo y apogeo alrededor de la Tierra, perijovio (perijove en inglés) alrededor de Júpiter, perivenus... que en inglés se dice pericythe... Los clasicistas dicen que no hay que mezclar un prefijo latino con un sufijo griego, y que habría que decir "perizeno" para Júpiter, pero nadie les hace caso.

08/08/2020

Virgo virtual

Rhys Taylor es un astrofísico que trabaja observando galaxias en la banda de 21 cm, algo que él define como "mayormente, observar estática". También escribe una serie de blogs que leo habitualmente: Physicists of the Caribbean (porque hizo un postdoc en Arecibo), y sus spin-offs Little Physicists and Decoherency. Me encanta su estilo, su humor, y las cosas que cuenta (si bien es muy verborrágico, y sus notas son larguísimas, algo que yo aprendí a evitar). Allí cuenta y muestra cuestiones astronómicas, muchas veces ilustradas con la maestría de su segunda pasión, las animaciones CGI, hechas en la computadora.

Hace unos meses, justo cuando yo estaba escribiendo sobre el cúmulo de Virgo y sus galaxias, Rhys publicó una visualización preciosa, Virgo Virtual Visuals. Esta es una imagen.

No es una foto, como la mía, sino una visualización basada en las imágenes de las galaxias hechas como parte del proyecto SDSS. Rhys recortó cada galaxia del cúmulo, limpió y procesó las imágenes, y las acomodó en un mapa que parece una foto. Pero no sólo esto: usando los mejores datos disponibles de la distancia a cada galaxia individual, su mapa es tridimensional. Es mucho mejor que una foto, ya que se puede navegar a través del cúmulo como nunca podremos hacerlo en la vida real. Preparó un videíto con un vuelo (pónganlo en full screen):



¿No es una preciosidad? Traten de identificar las galaxias principales del cúmulo, que hemos comentado aquí, y seguirlas durante el vuelo: M87, M49, M86 y la cadena de Markarian...

Pero esto no es todo. Aburrido durante la cuarentena del Covid-19 en Praga (ahora trabaja en Praga, habiendo escapado de las selvas caribeñas), decidió incorporar interactividad a su visualización. Y lo hizo explotando las posibilidades 3D de la internet moderna, ya que la visualización entera es un archivo html que se puede usar dentro del propio navegador. Es un archivo medio gigante, de 90MB, así que conviene descargarlo y abrirlo localmente, a menos que tengas una conexión súper rápida (que no es el caso en Bariloche). El enlace es éste: Virgo Virtual Visuals.


Tiene unos poco controles bastante fáciles de usar, que permiten acercarse, alejarse y moverse alrededor del cúmulo. Y una opciones (un poco intrusivas, para mi gusto) que permiten sacar o poner elementos: escala, etiquetas y tipos de galaxias.

A propósito de éstas, la nomenclatura no es obvia: ETG (early type galaxies, tipo temprano) y LTG (late type galaxies, tipo tardío). ¿Qué es esto del tipo temprano y tardío? ¿Acaso las galaxias evolucionan y envejecen? Sí y no. Las galaxias evolucionan, como hemos contado más de una vez, mediante colisiones y fusiones. Pero las denominaciones de tempranas y tardías no tienen nada que ver con esto. Es una de esas cosas que quedan fosilizadas en la tradición, y nunca se van del todo. Como el bang del Big Bang, pero en este caso ni siquiera es un nombre marketinero. El culpable, en este caso, es el mismísimo Edwin Hubble, de galáctica fama.

Básicamente, las ETG son galaxias suaves, sin estructura, tirando al cremita (los astrónomos dicen rojo, pero es un beigecito), compuestas mayormente por estrellas ancianas y se han quedado con poco gas interestelar. Las galaxias elípticas son de este tipo. Las LTG tienen todavía mucho gas, están activamente formando estrellas, lo cual les da un color mucho más azulado. Tienen además generalmente bastante estructura, típicamente espiral, como la Vía Láctea. Como se ve, ¡la denominación es más bien al revés! Aunque ni siquiera, porque la evolución de las galaxias no es tampoco así de lineal. Nadie sabe por qué Hubble inventó estos nombres, ya que él mismo, en una nota de pie de página, reconoce que no se refiere a la edad cronológica de las galaxias, sino a la complejidad de sus estructuras cuando se las acomoda en un diagrama que él inventó:


La visualización permite encender y apagar independientemente las galaxias tempranas y tardías, y apreciar una segregación morfológica: las galaxias tempranas tienden a amontonarse, mientras que las tardías están más dispersas, incluso formando la periferia del cúmulo. ¿Por qué pasa esto? La verdad que no se sabe, y es un tópico de intensa investigación entre los galactólogos. ¿Acaso las elípticas están en el fondo de un pozo gravitacional que ellas mismas crean, y la espirales caen hacia ellas? En el cúmulo de Virgo, las ETG forman un esqueleto alargado, que ya mencioné en aquella nota.

Otra cosa interesante que se puede visualizar con una herramienta como ésta es que Virgo no es un cúmulo monolítico, sino que está formado por varias componentes. También mencionamos este aspecto cuando revisamos mi foto. Las dos componentes principales son las que están dominadas por dos grandes galaxias tempranas, M87 y M49, pero hay otras, grandes y chicas, que pueden apreciarse bien moviéndose alrededor.

¿Cómo sabemos la distancia a estas galaxias, si están tan lejos que ningún método geométrico funciona? La clave la descubrió Hubble, quien cuando no estaba inventando terminologías absurdas era bastante genial. En la luz de cada galaxia está escondida su distancia, codificada como la velocidad a la que se aleja de nosotros arrastrada por la expansión del universo. Hoy en día se puede medir esta velocidad con enorme precisión, del orden de 1 km/s (¡a millones de años luz!). Pero superpuesto a este alejamiento está la velocidad propia de cada galaxia dentro de su cúmulo, y no es fácil desentrañar los dos efectos. Según Rhys, este es el punto más débil de la visualización, ya que la posición en la tercera dimensión es mucho más incierta que en las otras dos. Igual, me encantó.

Se acaba de publicar la decimosexta edición del catálogo SDSS, con un par de millones de galaxias y quasars, y estaría buenísimo poder usarlo para navegar interactivamente en 3D. No sé si Rhys hará algo, pero estaré atento. Pronto DESI llevará ese número a un par de decenas de millones, y nuevos telescopios espaciales como Euclid de la ESA y WFIRST de la NASA medirán redshifts a cientos de millones de galaxias. Antes del fin de la década la "tensión" en la constante de Hubble se habrá resuelto.


Todas las imágenes son de Rhys Taylor, o generadas con la visualización de Rhys Taylor, quien gentilmente accedió a que difundiera aquí su trabajo. No se pierdan sus otras visualizaciones, en su página web.

E Hubble, Extra galactic nebulae, Astrophysical Journal 64:321-369 (1926). Allí dice que: "“Early” and “late,” in spite of their temporal connotations, appear to be the most convenient adjectives available for describing relative positions in the sequence." Ah, bueno.

01/08/2020

El cometa de la cuarentena

El cometa Neowise (C/2020 F3 NEOWISE) llegó de las profundidades del sistema solar por el lado del sur, haciendo piruetas entre Carina y Centauro. Cuando se lo descubrió estaba cerca de la brillante estrella Canopus, aproximándose al Sol en una órbita casi parabólica, muy inclinada y retrógrada. Típico de un cometa que viene de la nube de Oort.


A principio de julio alcanzó su máxima aproximación al Sol (casi en la órbita de Mercurio), al mismo tiempo que cambió de hemisferio. Rápidamente se convirtió en un cometa brillante. Con un núcleo que alcanzó la primera magnitud, más la coma y dos grandes colas, se lo pudo ver a simple vista durante un par de semanas en el cielo del amanecer del hemisferio norte. En fotografías se lo veía magnífico y, por supuesto, todos los aficionados del hemisferio sur empezamos a cruzar los dedos para poder verlo.


El movimiento combinado del cometa y de la Tierra lo convirtió de cometa matutino en cometa vespertino en la cuarta semana de julio. Alrededor del 23, coincidiendo con su máximo acercamiento a la Tierra, empezó a aparecer apenas sobre el horizonte de los cielos australes. Lamentablemente, como los cometas no brillan con luz propia sino que reflejan la del Sol, a medida que se aleja brilla cada vez menos. Pude verlo desde Bariloche recién el día 27, a sólo 5 grados sobre el horizonte, a las 19:50. La claridad del atardecer, más la Luna en cuarto creciente, más la cercanía al horizonte, todo conspira en contra para nuestras latitudes. Pude fotografiarlo, muy bajito sobre la cordillera de los Andes.


Definitivamente ya no es un objeto visible a simple vista. La estrella que vemos sobre el cometa tiene magnitud 5.7, completamente invisible en estas circunstancias. Con binoculares logré apenas vislumbrarlo, pero no la cola, que ni siquiera salió en la foto. Lo que sí se ve en la imagen es el característico color verde de la coma (la atmósfera de gases y polvo que, una vez empujada por el viento y la radiación solar, forman la cola). Nada más.


La órbita del Neowise, tras su paso cruzando las órbitas de los planetas, resulta una elipse estiradísima, con un período de miles de años. Es ahora un cometa de período largo. Se pasará la mayor parte de ese tiempo a cientos de unidades astronómicas del Sol, mucho más lejos que Plutón. Y algún día volverá, y quién sabe si alguien lo observará desde la Tierra, o desde dónde. Ahora es ya un cometa de morondanga, y prefiero despedirme con el recuerdo de algún cometa posta, como el Panstarrs del 2013.



La foto del cometa sobre Stonhenge es de Matthew Browne (c).

La imagen de la trayectoria del cometa en el cielo es de Tomruen (CC BY-SA). Las espirales que hace cuando se acerca y cuando se aleja se deben al movimiento de la Tierra, no del cometa. Cada vuelta es un año.

La imagen de la órbita del cometa es de Gideon van Buitenen (anotada por mí).