27/05/2023

Las supernovas duran todo el verano

Del hemisferio norte. Porque la estrella que explotó el 19 de mayo en la galaxia M101, a sólo 21 millones de años luz de nosotros, está en la cola de la Osa Mayor, invisible desde Bariloche y de buena parte del hemisferio sur. En esta época plena de telescopios robot, SN2023ixf fue detectada por un señor: Koichi Itagaki, un dedicado aficionado que ya ha embolsado un centenar de descubrimientos:

Con luna nueva, y siendo M101 una galaxia tan fotogénica, muchísimos astrónomos profesionales y aficionados del hemisferio norte la están observando detenidamente. Incluso hay gente que tenía fotografiada la galaxia unos días antes, sin la supernova, como el caso de Paul Macklin:

Además, por supuesto, hubo gente que tenía fotografiada la explosión ¡y todavía no había revisado las fotos! Estos "prescubrimientos" son comunes en astronomía, y en este caso van a permitir estudiar el desarrollo de la explosión desde los instantes iniciales. Tal como rápidamente hicieron, por ejemplo, en este análisis que identifica el momento de la explosión un día antes, por ahora con precisión de una hora:

Estas explosiones tardan semanas en alcanzar el máximo de brillo, así que algunos aficionados la están fotografiando todos los días:

En la AAVSO podemos seguir en tiempo real las mediciones de brillo, que van construyendo una curva que empieza a aplanarse:

Están graficadas las observaciones visuales (círculos blancos) y las tomadas a través de filtros rojo, verde y azul. Se nota que a medida que pasan los días el rojo va superando a los otros colores, indicando que la supernova se va enrojeciendo. ¡Qué lindo! Incluso parece que en verde y azul ya hubiera llegado al máximo. Lo sabremos mejor con una semanita más de observaciones.

Se ve en las fotos que la supernova está en uno de los brazos de la galaxia espiral, muy cerca de una de las grandes regiones de formación estelar: típico de la explosión al final de la vida de una estrella masiva de vida corta. Efectivamente, un espectro obtenido inmediatamente certificó que se trata de una supernova de tipo II ("tipo dos"). ¿Será posible saber cómo era la estrella que explotó? ¡Tomar lo que sigue con pinzas!

Las líneas de hidrógeno en espectros de la primera semana la clasifican en el subtipo IIn, supernovas en las que la explosión impacta contra una densa atmósfera emitida tiempo atrás en forma de viento estelar. Esto podría indicar que la que explotó es una estrella muy masiva, una Wolf-Rayet o Variable Luminosa Azul como las que comentamos el año pasado

(En la evolución de los espectros también se ve el enrojecimiento que señalamos arriba.)

Pero, por otro lado, ya se ha identificado en imágenes de archivo del Telescopio Hubble, la posible progenitora. Y no sería una LBV. Se trataría de una supergigante roja de 12 masas solares y 30 millones de años de edad:

La identificación es aproximada, e incluso la mancha roja podría contener más de una estrella (se ve asimétrica). ¡O en una de esas es la azul que está al lado! Ya veremos en unos meses, cuando se apague la supernova y podamos ver lo que quedó.

Si están en el hemisferio norte (o suficientemente al norte en el hemisferio sur), traten de observar esta supernova, particularmente cercana. Incluso con binoculares debería ser posible verla en estos días. Y seguirá brillando todo el verano, enfriándose lentamente hasta desaparecer y dejar, tras de sí, un residuo radiactivo de elementos pesados del que formarán nuevos mundos y substancias complejas en el futuro.  Seguramente habrá cosas interesantes para comentar a lo largo del próximo año.



Las imágenes son de las fuentes señaladas.

La identificación de la progenitora es de Pledger & Shara, Possible detection of the progenitor of the Type II supernova SN2023ixf (2023). Allí muestran esta imagen (negativo) de tres filtros:

El circulito indica la supergigante roja (extremadamente roja, no se ve nada en los filtros 435 y 555 nm), y el cuadradito la posición de la supernova. Yo combiné las tres imágenes en tres canales RGB, la agrandé, positivé y acomodé a manopla el fondo, para hacer la imagen que mostré arriba. Tomarla cum grano salis.

El título hace referencia al cuento Los superjuguetes duran todo el verano, de Brian Aldiss, que conocí leído por Hugo Guerrero Marthineitz en Radio Continental. Es la historia que Spielberg adaptó en Inteligencia Artificial.

20/05/2023

Diga treinta y tres

"Treinta y tres". Son los años que está cumpliendo el telescopio más famoso, el segundo telescopio más revolucionario de la historia de la humanidad: el Telescopio Espacial Hubble. Los medios se hicieron eco del aniversario del lanzamiento, el pasado 24 de abril. Pero aquí celebramos la fecha inaugural de cualquier telescopio: la primera luz. Es hoy, 20 de mayo, el aniversario de la primera de las más de un millón y medio de fotos que lleva hechas. Fue una exposición de una partecita del cúmulo abierto NGC 3532, bien conocido por los aficionados australes. 

La imagen publicada ese día muestra dos fotos, la de la izquierda hecha con un gran telescopio en Chile, y a la derecha la del nuevo telescopio espacial. OK —deben haber dicho los astrónomos— las estrellas se ven un poco más nítidas. Pero tampoco es taaaaanto mejor. ¿2500 millones de dólares mejor? Es que el flamante instrumento tenía una óptica fallida, un espejo primario mal conformado, que sufría de aberración esférica. ¡Horror! Los que seguimos el caso de cerca recordamos la frustración y la expectativa por la reparación, que llevó años, miles de ingenieros y científicos, y una imprevista y complicada misión del transbordador Endeavour recién en 1993. La primera imagen tras la corrección fue de la galaxia M 100, publicada junto a la misma toma antes de que le pusieran anteojitos:

Y entonces el Hubble empezó a funcionar como se esperaba, y a llevar adelante su ambicioso plan de observaciones, que revolucionaron la astronomía moderna en más de un campo.

¿Cuál era ese plan? ¿Para qué se construyó el telescopio Hubble? Su historia había comenzado en 1946, cuando ni un sólo satélite artifical orbitaba la Tierra. Ni uno. Ni siquiera existía la NASA. Lyman Spitzer fue el autor de la idea, reconociendo que su posibilidad estaba «some years into the future». Lyman remó y remó durante décadas. En 1965 la NASA le encargó evaluar en detalle lo que se podría lograr con un gran telescopio espacial. El estudio llevó cuatro años y se publicó en 1969 (búsquenlo en el enlace, ¡está escrito a máquina!). Allí se identifica una cantidad de estudios posibles, y entre ellos el most important role: «la comprensión del universo a gran escala, su tamaño, su forma, su edad y evolución». Para empezar, había que medir los parámetros que lo definen, que en ese momento se conocían con enorme incerteza (a comparar con las constantes fundamentales de la física, que ya se conocían con muchas cifras decimales). Entre ellas, dicen, la más importante es la constante de Hubble, H, la tasa de expansión del universo (por eso el telescopio se bautizó con su nombre). Si bien la estimación original de Hubble (530 km por segundo por megaparsec) había sido considerablemente mejorada, el error de medición era todavía del 50%.

A lo largo de la siguiente década se diseñó el instrumento y se consiguió su financiación. Los planos y diagramas, dibujados a mano, son una delicia:

A lo largo de los años el Hubble completó más de 1 millón y medio de observaciones, y sus astrónomos han publicado más de 19 mil trabajos científicos, citados más de 1 millón de veces. Su operación es un milagro de la ingeniería: orbita a 500 km de altura, viajando a 25000 km/h, sin propulsores para orientarse, con electrónica e informática del siglo pasado, cocinado de un lado por el Sol y congelado del otro, y logra apuntar a sus blancos con precisión de 7 milisegundos de arco (un pelo a 50 km) durante horas.

¿Y logró cumplir su objetivo primario, la medición de la constante de Hubble? Con creces. Aun antes de la reparación de la óptica, el Hubble dio el primer paso midiendo con precisión de 10% la distancia a la galaxia M 81: 11 millones de años luz, a comparar con las mediciones anteriores que daban entre 4.5 y 18. Con el tiempo los resultados se acumularon. En julio del año pasado se publicó el resultado final (?): Una medición exhaustiva del valor local de la constante de Hubble con precisión de 1 km/s/Mpc con el Telescopio Espacial Hubble y el equipo SHOES, de Adam Riess et al. El trabajo es esencialmente un escalón de la famosa escalera para medir el universo: el que conecta las estrellas variables cefeidas con las supernovas de tipo Ia (se lee "uno-a"). La exquisita visión del Hubble le permite ver cefeidas individuales en muchísimas galaxias, y supernovas por supuesto en todo el universo. Su estudio concurrente ha permitido el enorme avance en la determinación del ritmo de expansión del universo, imprescindible para calcular su tamaño, su curvatura, su edad y tantas otras propiedades del universo a gran escala. Las galaxias del estudio están bellamente ilustradas en el paper:



Las galaxias son hermosas, pero el paper es además suculento científicamente. He aquí una figura que muestra los tres escalones de la escalera de distancias: desde las estrellas más cercanas, medidas por métodos geométricos (paralaje), a las cefeidas y luego las supernovas. La increíble alineación de estas mediciones es lo que permite calcular H con precisión sin precedentes:

El resultado es un número: el universo se expande alrededor nuestro a razón de 72.53 ± 0.99 km/s/Mpc.  Misión cumplida, tomá mate.

Pero resulta que existe otra medición de gran precisión de la constante de Hubble. Fue obtenida también desde el espacio, con un observatorio de microondas europeo llamado Planck, usando una metodología completamente distinta. Planck ha observado sutiles fluctuaciones en la radiación que viene del Big Bang caliente, de manera que observa un universo mucho más antiguo que el de las galaxias, las cefeidas y las supernovas. Y su resultado de H es menor. No mucho menor, pero las mediciones son tan precisas que es imposible compatibilizarlas. El paper de Riess muestra esta figura:
La línea verde vertical es el valor más probable calculado con el Hubble, y la azul, con el Planck. Las campanas muestran que los valores reales podrían ser diferentes que los medidos, como en cualquier experimento. Y las dos campanas están bien separadas, mostrando que es casi imposible que los resultados sean diferentes sólo por errores de medición. De hecho, el panel de abajo muestra lo mismo pero en escala logarítmica, para destacar que ni siquiera las imperceptibles colas de la campana verde alcanzan el valor azul. (Hay unos porcentajes marcados: por ejemplo, hay una probabilidad del 0.00003% de que, de acuerdo al Hubble, H valga 68.14, compatible con Planck.) 

¿Qué está pasando? ¿Por qué hay dos valores diferentes para la misma magnitud? ¿En qué momento de la historia del universo divergieron, y por qué? Los astrónomos llaman a esto una tensión en la constante de Hubble. Errores de medición, o errores sistemáticos, a esta altura ya han sido descartados. Un día contaré más detalles. Pero valga decir que nadie sabe cómo reconciliar los dos valores. Precisamente, de manera visionaria Spitzer también declaró en su artículo de 1946 que la principal contribución del instrumento sería «el descubrimiento de nuevos fenómenos todavía ni imaginados, y tal vez modificar profundamente nuestros conceptos de espacio y tiempo». Chan.

Resulta también que el mismo Riess fue uno de los descubridores*, en 1998, de que la expansión del universo estaba acelerándose. Como si hubiera una fuerza contraria a la gravedad actuando a escala cósmica. ¿Qué es esa fuerza? Todavía no lo sabemos, aunque ya tiene un nombre: energía oscura, y la evidencia de su existencia actualmente abarca una multitud de líneas independientes, de modo que estamos bastante seguros de que es real. 

*Riess ganó inmediatamente el Premio Nobel junto a Perlmutter y a Schmidt, pero le robaron datos al astrónomo chileno Mario Hamuy. Algo vergonzoso que algún día tengo que contar.

¿Estarán relacionadas las dos cosas? ¿En qué marco teórico podemos entenderlo? La verdad que por ahora no lo sabemos**. Sólo el tiempo lo dirá.  El tiempo, y la nueva generación de telescopios en tierra y en el espacio, y la comunidad de cosmólogos y astrónomos que estudian estas cosas (que no son tantos, apenas unos miles en todo el mundo).

**Cuando un científico dice que "no sabemos" algo, no significa que no tenga una explicación. Casi siempre significa que tenemos muchas explicaciones, y que no sabemos cuál es la correcta.

¿Qué hay en el futuro del Hubble? El veterano telescopio viene fallando cada vez más seguido, y si bien siempre han podido ponerlo de nuevo en funcionamiento (a veces con ayuda de ingenieros ya jubilados), el final de su vida está cerca. Originalmente iba a ser traído de vuelta a tierra para que descansara en un museo; pero sin transbordadores esto ya no es posible. Actualmente, los planes son que se incinere en la atmósfera de manera controlada, el final usual de los grandes satélites. Sin embargo, una propuesta de SpaceX abrió una nueva posibilidad: un nuevo servicio en órbita, que incluya por lo menos subirlo a una órbita más alta, y tal vez reemplazar algún instrumento. Quizás se haga, y el Hubble nos regale un par de décadas más de observaciones y descubrimientos.


Las imágenes son todas de las fuentes mencionadas. La foto del final es la del reciente aniversario.

Recomiendo la nota en Infobae. Está muy buena (y se ocupa de otras cosas).

La información de prensa de la imagen de la primera luz señala que la resolución calculada a partir de la estrella doble de la parte superior de la foto es de 0.8 segundos de arco, mientras que la del telescopio terrestre es de 1.1 segundos, y añade "which points out the remarkable increase in resolution of the HST". ¡Qué caradura el que escribió eso! La resolución, después de la reparación, llegó a 0.04 segundos, un valor que sí es remarkably mejor que 1.1.

La foto fue tomada el 20 de mayo de 1990 a las 15:14:14 UT, y fue una exposición de 30 segundos. No logré descargar la imagen raw del archivo (sólo un preview, pero es muy feo). Sí pude verificar que hubo varias imágenes anteriores, mucho más cortas (menos de un segundo). Otro día las muestro.

13/05/2023

Polaris Australis

En el hemisferio norte, una estrella muy cercana al Polo Norte Celeste permanece inmóvil hora tras hora, noche tras noche, a medida que la Tierra gira sobre su eje (también de día, obvio, pero no se la ve). Navegantes y exploradores, en mar y en tierra firme, se han valido de ella para orientarse desde tiempos remotos. Hoy en día tiene más fama que usos: es Polaris, la Estrella Polar, la Estrella del Norte. Mucha gente cree que es muy brillante, incluso que es la estrella más brillante del cielo nocturno. Nada de eso: Polaris es una estrella de segunda magnitud, número 48 en la lista de las estrellas más brillantes. Tampoco está absolutamente quieta. Se encuentra a tres cuartos de grado del polo exacto (una luna y media), así que describe un pequeño circulito con la rotación de la Tierra.

En el hemisferio sur no hay una estrella brillante tan bien ubicada como Polaris. Pero sí hay una estrella polar, una Polaris Australis. Es casi imposible verla a simple vista (magnitud 5.5), así que nunca sirvió como estrella de navegación. Los pueblos antiguos encontraban el sur valiéndose de la Cruz del Sur. Pero es fácilmente visible con binoculares, y muy conveniente para poner en estación monturas ecuatoriales (especialmente las pequeñitas para cámaras fotográficas). En una foto de larga exposición, todo el cielo austral gira alrededor de ella (en sentido horario, advierto a los lectores del hemisferio norte):


Pucha, el Polo Sur Celeste realmente parece vacío. ¿La ven, a la estrella inmóvil? Tal vez no sea la que les pareció. La voy a marcar:

Polaris Australis es Sigma Octantis en la nomenclatura de Bayer. Forma parte de un asterismo en forma de trapecio que sirve para identificarla en medio de unas cuantas otras estrellitas de similar magnitud:

En este recorte señalé también otra estrella, BQ Octantis, bastante más tenue y muy roja. Esta estrella de la rama asintótica de gigantes (rara clase S, como Pi Gruis) está todavía más cerca del polo exacto: a apenas un cuarto de grado. Debería llamarse Polarissima Australis (pero ese nombre ya lo tiene una galaxia). A ver si la encuentran con los binoculares. ¡Es más difícil!

Yo tengo una manera bastante fácil de encontrar Sigma Octantis. Hay que navegar un poquito, y es así:

Empezamos por la Nube Menor de Magallanes y el cúmulo globular 47 Tucanae, que todos los aficionados sabemos encontrar. Si nos imaginamos más o menos dónde está el polo sur celeste (usando la Cruz, por ejemplo), vamos de 47 Tuc cinco grados hacia el sur, hasta Beta Hydri (tercera magnitud, con binoculares es fácil de identificar). Otros 5 grados, y llegamos hasta una flechita de 3 estrellas que apunta convenientemente hacia el sur. Otros 5 grados y llegamos hasta el trapecio de Sigma Octantis. La identificamos porque es la que tiene dos estrellitas alineadas, formando como una manijita del trapecio, que también dibujé. Parece una plancha. Plancha Australis. Cinco grados es más o menos el campo de los binoculares que usamos los astrónomos (o tres dedos con el brazo extendido), así que es una navegación muy fácil. Tengan en cuenta que a distintas horas de la noche o épocas del año todo puede estar rotado alrededor del polo; verifíquenlo en Stellarium o el planetario favorito. Pero siguiendo la navegación que describí, no falla.

La foto está hecha en la playa occidental del lago Moreno, en Bariloche, con el cerro López al sur. Estas fotos de trazas estelares son fáciles de hacer: sólo hay que poner la cámara en un trípode y darle. Antes de la era digital hacíamos exposiciones largas, de media hora o una hora. Hoy en día hacemos muchas exposiciones más cortas (medio minuto, por ejemplo) y usamos una aplicación como Sequator o StarStaX para combinarlas. En este caso usé una lente ojo de pez, de sólo 8 mm de distancia focal, por eso el efecto es tan notable. Me dio ganas de hacer una más larga, pero voy a tener que esperar al año que viene.

Debido a un (muy lento) bamboleo del eje de la Tierra, llamado precesión de los equinoccios, los polos celestes van cambiando (muy lentamente) de posición en el cielo estrellado. Así que las estrellas polares no son para siempre. Estuve revisando el futuro y hay algunas polares australes interesantes. Algún día lo cuento.

06/05/2023

Oíd, mortales

Hace un año, en una caminata otoñal, anduve por la ribera occidental del lago Moreno. Allí, cuando baja el lago, se hace inmensa una playa de pastos y juncos que sólo puede recorrerse bien antes de que vuelvan las lluvias. El paisaje hacia el sur está dominado por la torre norte del cerro López:


No todos saben el nombre completo: es el cerro Vicente López. El autor del himno nacional argentino. ¿Por qué se llama así? Ahí detrás está el cerro Goye, que lleva el nombre de los pioneros de Colonia Suiza. La cima del cerro Catedral parece una catedral. Otto Meiling hizo una travesía durante las fiestas de fin de año en 1936 y bautizó los cerros Navidad, Inocentes, Tres Reyes y Gordo (sí: por la lotería). Los ventisqueros del Tronador atruenan. Es negro el cerro Negro, blanco el Blanco, y la vista es hermosa desde la cima del Bella Vista. La isla Corazón parece uno. ¿Qué hace acá un escritor y político decimonónico?

Se dice que fue bautizado así por Francisco Moreno. No encontré ningún documento que lo acredite, pero puede ser. Moreno llegó a la cabecera oriental del lago Nahuel Huapi en 1876, a los 23 años (antes de ser el Perito Moreno), tras cruzar el País de las Manzanas y hacerse amigo de Saihueque. Allí (donde hice esta foto), dicen que izó la bandera argentina, y es posible que cantara el himno. Tal vez allí decidió bautizar al cerro López, que se ve lejano al otro lado del lago (pero ni aislado, ni particularmente prominente, justo está marcado en aquella foto). Tal vez esté contado en alguna de las memorias del viaje, que creo que publicó en los Anales de la Sociedad Científica Argentina, pero no las conseguí escaneadas.

Cuando tomé esa foto otoñal imaginé otra: al comienzo de la noche debería verse la Vía Láctea alzándose sobre los cerros. Así que este año fui a hacerla. Aquí está.


No salió exactamente como había imaginado. Por un lado, los muchos juncos conspiran contra el reflejo de la galaxia en el lago. Por otro lado, las luces de Bariloche impiden alargar la exposición para mostrar un poco más del cerro. Pero no está mal. Las dos galaxitas vecinas, justo sobre el cerro, no me las había imaginado y quedan muy bien. Y llega a entrar la zona de la nebulosa de Carina, donde la Vía Láctea se hace finita, así que está bien. Tal vez valga la pena un intento en invierno a ver si se puede capturar todo el arco de la galaxia, pero es muy difícil: el centro de la Vía Láctea pasa por el cenit en Bariloche, demasiado alto para la composición. Habrá que ver. 
 
Hice más fotos esa noche, incluso la que usé hace un par de semanas para mostrar la ventana entre los brazos de Carina y Perseo. La semana que viene muestro más.