29/04/2023

Sin pila, sin cable, sin piedra

Cuando aparecieron las primeras imágenes del telescopio Webb comenté que la que más me había impresionado era el Primer Campo Profundo:

En aquella ocasión comenté varias cosas sobre esta foto, y en varias conferencias señalé algunas más. Entre ellas, que me intrigaba esta galaxia muy lejana (muy roja), que parecía tener un enjambre de cúmulos globulares asociados:


Me imaginaba montones de tesis doctorales escritas sobre ella, porque nunca habíamos visto una población de globulares en una galaxia del universo temprano. Nótese que esta galaxia aparece amplificada, distorsionada y con imágenes múltiples (flechas), por efecto de la gravedad del cúmulo galáctico SMACS 0723 (las galaxias blancas). En imágenes del mismo campo hechas por el telescopio Hubble se ve la galaxia, pero no sus cúmulos globulares:


La galaxia fue bautizada Sparkler ("Chispero") en una artículo publicado en octubre de 2022, que efectivamente interpretó las "chispas" como cúmulos globulares maduros, destacando la importancia de su estudio: en un universo joven con un frenesí de formación estelar, estos cúmulos estarían entre los primeros sistemas que habrían detenido su formación estelar (ya que así son los globulares que vemos a nuestro alrededor, en la Vía Láctea por ejemplo).

Un paper de  enero de este año agregaba que algunas de estas estructuras tenían características de color y ubicación que sugerían que eran restos de galaxias asimiladas por el Chispero. Este mecanismo es, por supuesto, uno de los posibles orígenes de los cúmulos globulares, si bien es posible que algunos se formen localmente en las más grandes regiones de formación estelar

El mes pasado, otro artículo estudió características adicionales de las "chispas", logrando deducir sus masas, edades y composición química. Si bien encuentran que los modelos de evolución galáctica no logran explicar completamente las características observadas, no hay que desesperarse y salir corriendo al grito de «¡el Webb prueba que el Big Bang está mal!». El Webb se diseñó precisamente para observar y medir el universo joven, y mejorar los modelos matemáticos que describen su dinámica. Lo más interesante que comentan es que los cúmulos del Chispero parecen tener dos composiciones químicas distintas: algunos son de baja metalicidad y otros de alta metalicidad. Ojo, los astrónomos llaman "metales" a todos los elementos químicos más pesados que el hidrógeno y el helio, qué le vas a hacer. Y hay que hacer una salvedad adicional: todos los cúmulos globulares son pobres en metales, pero aún así algunos tienen menos metales que otros, y los especialistas les dicen "alta metalicidad" a los que tienen un poquito más, lo cual es muy confuso para los no especialistas. No se sabe por qué existen estas dos subpoblaciones de globulares, pero naturalmente se sospechan los dos orígenes distintos: los de menor metalicidad serían "nacidos globulares" y los que tienen una química más rica serían residuos (núcleos, por ejemplo) de galaxias asimiladas. Precisamente, el Chispero parece estar devorando a una galaxia menor, de masa comparable a una de las que se comió la Vía Láctea (llamada la Salchicha de Gaia, otro día la comento). La Chispero misma parece tener una masa similar a la Nube Mayor de Magallanes, y calculan que en los 9000 millones de años transcurridos desde el momento en que la observamos, hoy en día sería una galaxia como la Vía Láctea. Eso sí: ya se le habrían vencido los 104 años de garantía. Es posible que la Vía Láctea haya sido como el Chispero, cuando era joven. Qué lindo.


Este paper tuvo una relevancia especial para mí, porque me contactó mi amigo Víctor Ingrassia para comentarlo. A mi vez, lo puse en contacto con mi amigo Nico Maffione, astrónomo de la Universidad de Río Negro en Bariloche, cuya especialidad es precisamente la evolución de las galaxias por asimilación de otras galaxias, lo que él llama "arqueología galáctica". Víctor publicó una linda nota en Infobae:
Qué son las galaxias caníbales y cómo crecen en el espacio. El título bien elegido de la nota de Víctor llamó la atención de Hernán Harris, periodista de CNN y Neura Media, con quien hicimos una linda charla para su programa Mediodía Neura. Les dejo el video, por si no lo vieron, y otro día comento algunas cositas para los que prefieran leer antes que escuchar.

 


La imagen del Primer Campo Profundo del Webb es de NASA/ESA/CSA/JWST. Las otras son de los papers citados:

Mowla et al., The Sparkler: Evolved High-redshift Globular Cluster Candidates Captured by JWST, ApJL 937:L35 (2022). 

Claeyssens et al., Star formation at the smallest scales: A JWST study of the clump populations in SMACS0723, MNRAS 520:2180–2203 (2023).

Forbes & Romanowsky, Reconstructing the genesis of a globular cluster system at a look-back time
of 9.1 Gyr with the JWST
, MNRAS 520:L58–L62 (2023).

22/04/2023

El punto de fuga de Orión

Hace poco comenté lo que vemos observando en dirección tangente al brazo de Sagitario-Carina: una enorme cantidad de estrellas, nebulosas y cúmulos estelares, allí donde el brazo espiral interior a la órbita galáctica del Sol "pega la vuelta":

En coordenadas galácticas, esa dirección es la de 285° de longitud, que señalé en la figura con una línea. Hacia un lado de esta longitud (hacia la Cruz del Sur) vemos una densa Vía Láctea, porque miramos hacia el brazo de Sagitario-Carina. Hacia el otro lado, en cambio, estamos mirando hacia el espacio mucho menos denso entre brazos: el de Sagitario-Carina y el de Perseo, que en esa dirección vemos mucho más lejos. En esta foto, que abarca casi 90 grados a lo ancho, vemos a la izquierda la región de Carina (la tangente del brazo) y a la derecha una estrella brillante: Sirio

Repito lo que dije en la nota anterior: a simple vista esta diferencia de densidad de estrellas en la franja de la Vía Láctea se aprecia mejor aun que en fotos. Así que conviene salir a observar, y tratar de imaginarse en tres dimensiones la estructura de nuestra galaxia

Si se fijan en el diagrama de arriba, el espacio entre los brazos de Perseo y de Sagitario-Carina no está vacío de grandes estructuras: está el brazo Local, también llamado brazo de Orión, o espolón de Orión (Orion Spur). Está formado por todas las regiones de formación estelar y grupos de grandes estrellas en la proximidad del sistema solar. No está del todo claro su naturaleza: si es un brazo entero, si es un puente entre los dos brazos mayores, o qué. El consenso actual sostiene que es una estructura menor, como aparece allí dibujada. La cuestión es que, mirando hacia los 240° de longitud (es decir, 45 grados desde la Nebulosa de Carina hacia Orión), estamos mirando en la dirección en que el bracito de Orión se pierde en la distancia:


Aquí marqué aproximadamente el ecuador galáctico y algunas longitudes para orientarse, la constelación del Can Mayor, y unas siluetas de cómo serían los brazos. El Brazo Local se llama también de Orión porque la parte más cercana a nosotros es la de la constelación de Orión, y luego se pierde en la distancia justo sobre la cola del perro*. Detrás de él, más finito porque está más lejos, está el brazo de Perseo. 

* El otro punto de fuga del brazo de Orión está en la longitud galáctica 60°, en la dirección de Albireo, muy oscurecido por la nube molecular de Cygnus.

Estas estructuras han sido identificadas midiendo la distancia no sólo a estrellas, sino especialmente a las grandes nubes de hidrógeno que detectan los radiotelescopios. En un mapa se ve un verdadero caos:

Algunas de estas estructuras (creo que las amarillas en este mapa) son cúmulos estelares jóvenes. Si marco algunos en mi foto podemos verlos en el cielo. Algunos de ellos son bien conocidos por los aficionados:


Efectivamente, parece haber una buena concentración de cúmulos destacados en esa dirección. Hice un intento de mostrarlos en un mapa de Cartes du Ciel:

Este mapa abarca el mismo campo que mi foto. La dirección de 240° está justo donde encontramos a Messier 93 (NGC 2447, junto a la supergigante amarilla Xi Puppis). A su alrededor parece haber muchos cúmulos, que salpican el brazo de Orión perdiéndose en la distancia. En la tangente de Carina (285°) también hay muchos cúmulos, naturalmente, porque es una región densa del brazo correspondiente. Pero los vemos más amontonados porque están más lejos. 

Me pregunto si será posible ver esto de manera más cuantitativa, usando todos los cúmulos estelares conocidos, y no sólo los de los catálogos NGC/IC más habituales. Trataré de mostrarlo próximamente. 



Los diagramas de la Vía Láctea son de un sitio excelente sobre la estructura de la Vía Láctea, obra de Bruce MacEvoy, que ya recomendé (el primero está intervenido por mí). Las fotos son mías.

15/04/2023

El eclipse de la Odisea

«Un classico è un libro che non ha mai finito di dire quel che ha da dire.»
Italo Calvino

Era una mañana preciosa de primavera mediterránea. En las laderas, salpicadas de olivos y cipreses, los pastores cuidaban sus cabras. En caletas paradisíacas, los pescadores arrojaban las redes. En el palacio, la reina y su hijo trataban de mantener a raya a los pretendientes, que ya se preparaban a hacer un asado sin que nadie los hubiera invitado. Cerca del mediodía refrescó, aunque no había en el cielo ni una nube. Y de golpe, muy muy rápido, se hizo de noche, pero sin que los rosados dedos de Eos acariciaran el paisaje. Las cabras se encaminaron hacia los corrales y las aves a sus nidos. La gente alzó la vista al cielo, a ver qué estaba pasando. El cielo se había puesto azul oscuro, como al comienzo de la noche. El punto más oscuro era un círculo negrísimo, justo donde momentos antes había estado el sol. A su alrededor brillaba una aureola plateada, de un blanco rabioso con llamaradas rojas. Se veían las estrellas, y algunos reconocieron a las "estrellas errantes", identificadas con los dioses: la de Zeus, la de Afrodita, la de Hermes. Tal vez vieron las de Ares y Cronos. Un escalofrío recorrió sus espaldas. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba el sol? ¿Por qué habían aparecido los dioses en el cielo?

Era un eclipse total de Sol, por supuesto. Hoy no nos asustan, ¡hasta viajamos para verlos! Pero el escalofrío lo sentimos igual. Este eclipse ocurrió el 16 de abril de 1178 a. C., hace exactamente 3200 años. Los cinco planetas "clásicos" fueron visibles en un arco de 90 grados en el cielo, con Júpiter y Saturno a unos 4 grados de separación, en una Gran Conjunción que culminaría a principios de junio. Además, con el gigante Orión y Sirio brillando más abajo, y las Híades y las Pléyades cerca del eclipse, debe haber sido una preciosura.

Este eclipse tiene otro ingrediente interesante: fue total en la isla de Ítaca, la patria de Odiseo. Y precisamente, los eventos que se relatan en la Ilíada y la Odisea ocurrieron por esos años, de acuerdo no sólo a fuentes clásicas, sino a la datación de los restos arqueológicos de la Troya histórica, descubierta a fines del siglo XIX. Poco después Carl Schoch, un historiador de la astronomía, identificó este eclipse como posible fecha del regreso de Odiseo a su hogar, tras 10 años de peripecias en el Mediterráneo. Su propuesta se basaba en que, en el Canto XX, cuando Atenea confunde y enloquece a los pretendientes mientras comían el asado, el profeta Teoclímeno tiene una visión y les advierte que los ve a todos muertos, y que: 

«el sol desapareció del cielo y una horrible oscuridad se extiende por doquier».

La propuesta de Schoch no fue aceptada universalmente, faltaba más. Sin embargo, hace pocos años, Constantino Baikouzis y Marcelo Magnasco (un astrónomo y un biofísico argentinos) publicaron un análisis más completo de los fenómenos astronómicos que aparecen en la Odisea. Además de la luna nueva (que se menciona en el poema, y que es lo que corresponde a un eclipse solar), señalan que tras la partida de la isla de Calipso, que ocurre en la luna nueva anterior, Odiseo navega observando las Pléyades, la Osa Mayor y Boötes

 

Las Pléyades y Boötes están muy lejos en el cielo, de manera que la posibilidad de ver a ambas simultáneamente restringe bastante la época del año. También se menciona a Venus en el amanecer el día de su desembarco final en Ítaca. Y hay dos eventos más que nadie había notado: un viaje de Hermes al oeste y su regreso al este, que podría indicar el rápido movimiento retrógrado del planeta Mercurio, que cambia en pocos días de horizonte. Y el regreso de Poseidón del país de los etíopes, cuando hunde la balsa de Odiseo, que podría corresponder al equinoccio. Poseidón no se identificaba con el planeta Neptuno, por supuesto (descubierto recién en 1846), sino con el movimiento de la Tierra misma (es el dios de los terremotos, además de los mares). Dados estos eventos, los autores buscan su coincidencia con la cronología del poema (que es muy estricta en cuanto a días transcurridos), y en un lapso de más de un siglo encuentran una única concordancia de todos ellos, la que coincide con el eclipse solar el día del regreso de Odiseo a su hogar:

Demás está decir que Magnasco y Baikouzis no han demostrado que el día de regreso de Odiseo a su hogar haya sido el 16 de abril de 1178 a. C., coincidente con un eclipse total de Sol. Ellos mismos lo advierten, señalando la dificultad de que la fecha del eclipse se haya transmitido por tradición oral durante siglos, hasta que el Poeta que llamamos Homero plasmara el texto en forma escrita, alrededor del 800 a. C. Hay que señalar incluso que faltaban todavía más siglos para que los milesios, especialmente Tales, se convirtieran en científicos, inventando el concepto de ciencia natural (Tales predijo el eclipse del 585 a. C., según Heródoto). Lo que dicen es que han identificado un cuerpo coherente de eventos astronómicos, coincidente con el texto clásico, y que es prácticamente imposible que sea resultado de una casualidad. Fascinante.

Además, por supuesto, aunque la identificación del eclipse de 1178 a. C. como el oscurecimiento del cielo que canta el poema fuera correcta, eso no quiere decir que Odiseo realmente haya sufrido las desventuras que se relatan en la Odisea. El Poeta, o algún rapsoda antes que él, bien podría haber armado un relato ficticio alrededor de eventos astronómicos reales. Pero no me digan, en todo caso, como hemos dicho más de una vez, se non è vero, è ben trovato.



Agradezco a mi amigo Adrián Monjeau que me mencionara estos descubrimientos.

El paper de Constantino Baikouzis y Marcelo Magnasco tiene un título interrogativo (lo cual en general no es una buena idea): Is an eclipse described in the Odyssey? PNAS 105:8823–8828 (2008).

El trabajo de Schoch es: The eclipse of Odysseus, The Observatory 49:19–21 (1926). 

Un review crítico es el de Salvo Gugliemino y otros: Astronomy in the Odyssey: The Status Quaestionis, Astrophysics and Space Science Proceedings 48:165–180 (2017).

Nota para detallistas: el eclipse de 1178 a. C. ocurrió hace 3200 años, aunque 2023+1178 = 3201, porque no hay año 0. Piensenlón.

Habría que poner AEC en lugar de a. C., pero nadie lo entiende todavía.  

Esta semana también hay un eclipse total de Sol, visible desde muy poquita tierra firme en Australia e Indonesia. Es un eclipse híbrido: empieza como anular, se convierte en total, y termina como anular de nuevo.

08/04/2023

La tangente de Carina

Desde el mismo sitio oscuro donde vi el rojo profundo de la Nebulosa de Orión, hice una foto de una de mis regiones favoritas del cielo: la Vía  Láctea entre los Punteros de la Cruz y Carina. Voy a aprovecharla para contar algo que hace rato tenía ganas. Pero primero la foto.

¡La cantidad de estrellas que hay aquí! (y la foto está drásticamente reducida para esta columna). Imaginen alrededor de cada una de ellas un sistema con planetas de roca, de hielo, de gas, con montañas, glaciares, mares, nubes y volcanes, con lunas y asteroides, anillos y cometas...

Pero me voy por la tangente. Otra tangente, porque precisamente quiero comentar sobre una tangente, como dice el título de la nota. Hay algo que se distingue en la foto, pero que incluso se aprecia mejor a simple vista (desde un sitio oscuro). En la foto vemos que la nube de estrellas de la Vía Láctea es más densa y ancha a la izquierda y que se vuelve progresivamente menos densa y angosta hacia la derecha. Y de golpe, en la región donde está la Nebulosa de Carina (roja en la foto, a simple vista no se ve el color), hay como un manchoncito de mayor densidad de estrellas y más allá (a la derecha) es como que la Vía Láctea desaparece ¿Qué pasó acá? ¿Se apagó la Vía Láctea?

Lo que pasa es interesante y sorprendente, y es una de las pocas pistas que nos ayudan a imaginar la galaxia como un objeto tridimensional. Cuando vemos la banda luminosa de la Vía Láctea en el cielo, estamos viendo los brazos espirales de costado, y todos superpuestos. Si nos la imaginamos desde arriba, la situación es más o menos así:

Este diagrama muestra los cuatro brazos "consensuales" de la Vía Láctea, originados en el bulbo central ocupado por la barra. El sistema solar (SUN) está en medio de dos de estos brazos. Desde el Sol están dibujadas unas líneas visuales en las direcciones tangentes a los brazos, tal como los vemos desde la Tierra. Los números son direcciones en coordenadas galácticas, que empiezan en 0 grados apuntando hacia el centro de la Vía Láctea, y aumentan en dirección contraria a las agujas del reloj. Fíjense la línea visual que apunta a 285°: es tangente al brazo (rosa) inmediatamente interior a la posición del Sol. Este brazo se llama Sagitario-Carina, y la dirección a 285° es justo pasando la Nebulosa de Carina:

A la izquierda de los 285° estamos viendo en dirección al brazo de Sagitario-Carina, que se va curvando y alejándose de nosotros. Justo a 285° miramos tangente al brazo, y por lo tanto vemos en esa dirección muchas más estrellas, porque nuestra visual atraviesa el brazo a lo largo de la tangente. Y a la derecha de 285° estamos viendo entre el brazo de Sagitario-Carina y el siguiente hacia afuera, el de Perseo. Por eso, en esa dirección, vemos menos estrellas. 

En la imagen marqué también la dirección de 310°. En el diagrama vemos que esa dirección es la tangente al brazo siguiente hacia el centro, llamado de Scutum-Crux. En este caso no vemos una transición similar. ¿Por qué? ¡Porque el brazo de Sagitario-Carina está por delante! Sin embargo, en observaciones de radio (que son las que mejor permiten delinear las estructuras de los brazos espirales) se ve esto:

Acá sí se ve que a la izquierda de 310° también hay una transición: hay más densidad de fuentes de radio porque estamos viendo dos brazos superpuestos (y tres más allá de los 325°, donde se agrega el brazo de Cygnus-Norma, ver nuevamente el diagrama de arriba). He aquí una foto mucho más anotada (de Bruce MacEvoy):

La verdad que es un lío tratar de descubrir estas estructuras viéndolas desde adentro. Si les muestro un mapa de los marcadores que se usan para trazar los brazos se pueden hacer una idea:

Si les superponemos los cuatro brazos espirales tiene más sentido:

Pero igual se puede ver que hay materia de todo tipo entre los brazos. Esto es así, no hay vuelta que darle. Incluso cuando vemos una galaxia lejana con una estructura parecida a la de la Vía Láctea vemos este caos espiralado:

En esta galaxia (NGC 1232, que hasta tiene una compañera parecida a nuestra Nube Mayor de Magallanes) vemos espirales de regiones de formación estelar y de nubes oscuras, un poco entrecruzándose, y vemos también espolones y pedacitos de brazos espirales que conectan los principales, parecidos a nuestro espolón de Orión. Si la ponemos en perspectiva podemos hacernos una idea de cómo veríamos la Vía Láctea si el sistema solar no estuviera tan justo en medio del disco:


 ¡La vista que nos perdemos!

 


Mi foto es mía. La de NGC 1232 es de ESO/VLT. El resto de las ilustraciones son de un sitio excelente sobre la estructura de la Vía Láctea, obra de Bruce MacEvoy. Lo recomiendo.

El mapa de radio de regiones CO lo tomé de Damé et al., The Milky Way in molecular clouds: A new complete CO survey, The Astrophysical Journal 547:792-813 (2001).

Los brazos consensuales en los que se basan estos diagramas son los que describe Jacques Vallée en A guided map to the spiral arms in the galactic disk of the Milky Way, Astronomical Review, 13:113-146 (2017). Tengan presente que el consenso no es completo, y hay modelos de la VL con sólo dos brazos, por ejemplo.

La tangente que está a 285° se llama tangente de Carina. La Tangente de Sagitario es la que se encuentra hacia el otro lado del brazo. No es simétrica con respecto al centro galáctico porque el brazo es espiral, como se ve en el diagrama: está a 50° de longitud galáctica, y no vemos nada interesante hacia allí porque nos la tapa la nube oscura de Aquila. La parte más cercana del brazo de Sagitario-Carina está en la dirección de la Nebulosa de la Laguna.

01/04/2023

La nebulosa de la Nebulosa de Orión

«Que se quede el infinito sin estrellas.»
Trío Los Panchos, Piel canela

El día que nos encontramos en la Costanera para observar el cometa ZTF, mi amigo y astromago Javo Fabris me contó sobre el programa StarNet, que remueve las estrellas de las fotos astronómicas. Me encantó, y lo apliqué a la foto de la Nebulosa de Orión que mostré hace poco. Acá está la nebulosa, sólo la nebulosa de la Nebulosa de Orión:

Como comenté en aquella ocasión, las estrellas suelen salir demasiado grandes en las fotos astronómicas. Hay tres razones principales: la inestabilidad de la atmósfera (el seeing, siempre malo en Bariloche), el diseño del telescopio (el límite de difracción), y la precisión del guiado (mi mayor limitación). Así que esta técnica nos permite disfrutar de la encantadora nube cósmica sin que nos distraigan exageradas estrellas. Algunas partes de la Nebulosa de Orión tienen nombres propios que se usan de manera más o menos informal:

Lo que vemos con el ojo en el ocular son las partes más brillantes y más verdeazuladas de esta nube de gas y polvo interestelar. El color verdoso de ambas alas y de la región de Huygens (donde está el Trapecio) suele ser apreciable. Pero hace poco, usando mi telescopio de 20 cm en un sitio muy oscuro, por primera vez en mi vida alcancé a distinguir un rojo muy profundo, muy al límite de mi visión, junto al Ala este.

El nombre de la nube oscura de donde parten ambas alas alude a un pez escalar o ángel, que alguna gente reconoce en la silueta de M 42. Esta necesidad de darles nombres a las partes de un objeto complejo es natural, y sirve para intercambiar información y apreciaciones entre observadores sin tener que decir "la partecita finita de acá" o la "cosa redonda de allá". Hace 200 años John Herschel trató de sistematizarlo para esta nebulosa, comparando las descripciones que habían hecho observadores anteriores. Su propio dibujo está muy bueno, y me gusta que tiene las estrellas chiquititas, como las vemos en el ocular. Aquí lo comparto, invertido y negativo del original. ¿Ven el pez?


En su artículo, Herschel describe la silueta como «la cabeza, hocico y mandíbulas de algún monstruoso animal —un parecido ya sugerido por [Guillaume Le] Gentil». Y también deja una versión anotada, con la nebulosa apenas delineada, con su propuesta de nombres (acá sin invertir, para que se lea el texto):

Allí bautiza la Boca del pez como Fauces seu Sinus magnus, es decir Garganta o Gran bahía. Este último nombre todavía puede encontrarse en algunas cartas topográficas, como ésta de Patricio Domínguez Alonso:

La filigrana oscura de la Boca del pez (y el resto de la nube oscura que separa M 42 de M 43) es medio fantasmagórica, y hoy podríamos llamarla el Dementor. En fotos del Hubble es magnífica.

La Barra (que aquí vemos cerca del borde inferior del recorte) es interesante. Es una de las regiones más brillantes, y marca una transición muy brusca entre la zona verde y la roja. Hay allí un verdadero acantilado (que vemos desde arriba) que nos muestra la burbuja de gas ionizado por la radiación de las estrellas azules del Trapecio. Es un "frente de fotodisociación": del lado verde el gas es hidrógeno ionizado, mientras que del rojo es hidrógeno molecular e hidrocarburos. Una imagen súper reciente del telescopio Webb (no difundida oficialmente) muestra esta región en detalle jamás visto:

Para terminar, otra región interesante se encuentra del lado de la Vela. Un fenómeno ubicuo en la naturaleza, desde la formación de nubes en forma de onda, o rulos en el mar o en la atmósfera de los planetas gigantes, u olas en el mar. Es una inestabilidad de Kelvin-Hemholtz, que forma ondas en la superficie de la nebulosa, allí donde "sopla" el viento estelar (del Trapecio, que está bastante lejos hacia la izquierda, a varios años luz).

Esta imagen contiene información infrarroja (del Telescopio Muy Grande), ya que en luz visible las ondas no se destacan tanto. Pero con ganas se pueden adivinar incluso en mi fotito:

¡Habrá más sobre la Nebulosa de Orión, próximamente!



El paper de Herschel es Account of observations made with a twenty-feet reflecting telescope, y está disponible online. De allí son sus dos ilustraciones.

La topografía de M 42 es de Patricio Domínguez Alonso (2011). Domínguez Alonso fue un paleontólogo español, gran amante de la astronomía y divulgador científico.

El paper sobre las ondas KH es: Berné et al., Waves on the surface of the Orion Molecular Cloud, Nature (2010) (disponible también como arxiv.org/abs/1011.0295).

Hay un par de recortes de fotos del Hubble, del Webb y del VLT, fácilmente reconocibles (más que nada por el numero de puntas de las estrellas: 4, 6 y 0). Las demás fotos son mías.