«One Ring to rule them all, one Ring to find them,
One Ring to bring them all, and in the darkness bind them.»
J.R.R. Tolkien, The Lord of the Rings
El eclipse solar del 2 de octubre pasado fue mi tercer eclipse anular, después del de 2012 y el de 2017. Tras varios días de tempestad, con nieve incluida, el cielo se despejó y los visitantes del Parque Patagonia pudimos disfrutarlo en toda su espectacularidad.
En la foto vemos la silueta de la Luna completamente contenida en el disco solar, en el momento medio del eclipse. Es una cosa preciosa de ver en una foto, y más aún de experimentarla en vivo, con nuestros propios ojos. Una visión casi mágica, increíble, ver el Sol convertido en un anillo dorado durante más de cuatro minutos.
El eclipse entero duró casi tres horas, desde que la silueta lunar comenzó a reptar sobre el Sol, produciendo dos puntas que fueron separándose durante más o menos una hora, y luego empezaron a juntarse más y más, y cada vez más rápido, hasta fundirse en un punto irregular y formar el anillo.
Y luego, de manera asimétrica, las puntas volvieron a formarse y el eclipse se desarmó...
Este eclipse fue el quinto de una increíble racha de una década con seis eclipses solares, entre totales y anulares, que cruzan el territorio argentino.
Siete, si contamos el eclipse solar de 2010 que se vio desde El Calafate mientras Iniesta metía el gol que le dio a España su primer Mundial de fútbol, en Sudáfrica. No fui porque era en julio, con el Sol a un grado sobre el horizonte, y quién se iba a imaginar que estaría despejado. Bueno, estuvo. Tampoco pude ir al de la Antártida en 2021: ni la Armada ni el Instituto Antártico quisieron llevarme a la Base Orcadas, por dudosos motivos epidémicos. Pero estuve en cuatro, y seguramente no me perderé el último, en 2027, que pasa muy cerquita de Bariloche. Cuando termine esta racha, vienen décadas y décadas sin eclipses totales en la Argentina, hasta el 2064, si bien hay uno anular en 2034 en el norte del país.
Como se ve en las fotos, la superficie del Sol estaba decorada por muchas manchas el día del eclipse, que hicieron todavía más atractiva la (laaaarga) progresión de la fase parcial. Es la situación normal en los años alrededor del máximo de actividad solar. Revisé las imágenes del Solar Dynamics Observatory, un telescopio espacial dedicado al Sol, que toma imágenes cada 15 minutos, para verlas en detalle.
Esta imagen está muy reducida, asi que comparto un par de recortes para que se vea la riquísima estructura que tienen estas regiones, donde el campo magnético es más intenso y la temperatura de la materia solar es unos 1000 grados más fría, que es la razón por la cual las vemos más oscuras que el resto del Sol. Primero, un recorte del enorme "archipiélago" que ondulaba una línea de latitud en el hemisferio sur solar:
Y la siguiente es la gran mancha que estaba apareciendo por el borde occidental del Sol el día del eclipse, y que puede verse en la foto del anillo que puse al principio:
Todas estas manchas son inmensas, mucho más grandes que nuestro planeta entero. Son las regiones activas donde se producen las grandes erupciones llamadas eyecciones de masa coronal, como la que vimos en el eclipse total de 2020. El Sol y su energía son muy impresionantes.
Hay más cosas para comentar sobre el eclipse, pero quedarán para la semana que viene. Para terminar elegí esta foto, de algunos de los muchos guanacos que vimos en el Parque Patagonia. Me pregunto si habrán notado algo raro en la luz durante el máximo del eclipse, algo que era evidente para nosotros. Son uno de mis animales favoritos, y están más presentes en mi trabajo científico que el Sol y la Luna.
Las fotos del eclipse, y la de los guanacos, son mías, pero se las presto. Las del SDO son de NASA/SDO. Los mapitas de la década eclipsada son de timeanddate, buenísimo sitio.
Además de guanacos, vimos choiques, zorros, flamencos, cauquenes comunes (distintos de los de Bariloche, que son los reales), loicas, un águila mora, un milano blanco, un halconcito colorado, y algunos otros rapaces no identificados, más las familiares bandurrias, caranchos, chimangos, teros y escarabajos (Nyctelia circumundata, creo).