15/08/2020

Las coronas de Venus

Esta semana se cumplieron 30 años de la llegada del robot Magallanes a Venus, el 10 de agosto de 1990. Había partido más de un año antes: a pesar de la cercanía de la órbita de Venus, no es fácil viajar entre los planetas, y cuesta tanto subir como bajar en el campo gravitatorio del Sol. (Nota mental: otro día contar cómo es esto.) Magallanes, o Magellan en inglés, era prácticamente un único instrumento, un radar de apertura sintética (como los SAOCOM argentinos que fabricó INVAP en Bariloche). Su principal misión era mapear en 3D y en alta resolución la superficie de Venus, permanentemente oscurecida por las nubes. Esta parte de la misión duró unos 2 años. Después, Magallanes se pasó más de un año apuntando permanentemente hacia la Tierra, desde donde su transmisión fue minuciosamente monitoreada por la Deep Space Network, con el propósito de detectar sutiles vaivenes de su órbita y construir, así, un mapa de las profundidades geológicas del planeta.

En 1993 los ingenieros del JPL hicieron algo novedoso: hundieron el perivenus de la sonda hasta que rozó la atmósfera superior, para frenarla delicadamente y alcanzar una órbita más baja. La maniobra fue exitosa y se usó en muchas misiones posteriores, y además permitió extender las mediciones gravimétricas. Al final de este ciclo volvieron a usar el frenado atmosférico, circularizaron la órbita, y durante varios meses orientaron la nave para usar los paneles solares como un molinillo contra la atmósfera de Venus, usando los motores para contrarrestar el giro, y así poder medir propiedades de los aires venusinos. ¡Ingenioso! El 11 de octubre de 1994 Magallanes bajó un poquito más, para finalmente hundirse en la densa atmósfera y estrellarse sin control unos días después.

Magallanes mapeó el 98% de la superficie de Venus, proveyendo por primera vez un panorama global y detallado de su geología. Resultó ser un planeta con una composición interna similar a la Tierra, pero sin placas tectónicas capaces de mover y deformar la superficie. No se sabe todavía muy bien por qué, pero es así. ¿Será por el agua? Así que no tiene cordilleras producto de plegamientos, pero sí tiene muchas deformaciones que resultan de puntos calientes del manto, que se eleva y empuja la corteza. Algunas de estas deformaciones se llaman coronas, unas especies de calderas volcánicas, grandes y circulares (¡entre 60 y 1000 km de diámetro!), con fallas radiales o circulares. Se publicó recientemente (más coronas para la pandemia) un estudio de estas calderas y los posibles mecanismos físicos que las producen. Por un lado, el modelo matemático reproduce muy bien las distintas topografías de las coronas. En la figura de aquí al lado hay unos ejemplos tomados del paper.

Pero no sólo eso, sino que los autores concluyen, en base al éxito cualitativo y cuantitativo de su modelo, que pueden asegurar que por lo menos 37 de estas grandes coronas ¡están activas hoy en día! Estas son:

Venus se uniría así al exclusivo club de mundos volcánicos activos: la Tierra e Io. Hay más vulcanismo en el sistema solar, pero no de roca, sino de substancias volátiles, el llamado criovulcanismo de Encélado, Tritón, y tal vez Europa, Plutón, Ceres, y otros mundos de hielo. También hay vulcanismo apagado (en Marte, en la Luna...), más cosas que parecen erupciones sin volcanes, como la Tormenta Serpiente en Saturno, y las explosiones en la superficie del Sol, que alimentan la corona. ¡Más coronas! ¡Noooo!


La imagen artística de Magellan es del JPL. Las otras son del paper: Gülcher, Corona structures driven by plume-lithosphere interactions and evidence for ongoing plume activity on Venus, Nature Geoscience 13:547-554 (2020).

Los puntos más bajo y más alto de una órbita se llaman ápsides: periapsis y apoapsis respectivamente. Estos son los nombres genéricos, pero para órbitas alrededor de cuerpos específicos se usan a veces nombres especiales: perihelio y afelio alrededor del Sol (periastron y apoastron alrededor de una estrella genérica), perigeo y apogeo alrededor de la Tierra, perijovio (perijove en inglés) alrededor de Júpiter, perivenus... que en inglés se dice pericythe... Los clasicistas dicen que no hay que mezclar un prefijo latino con un sufijo griego, y que habría que decir "perizeno" para Júpiter, pero nadie les hace caso.

2 comentarios:

  1. Hola Guillermo! Que mundos increíbles tenemos el en sistema solar! Hoy casualmente, cuando estaba yendo a trabajar, tipo 6:30hs, estaban una hermosa Luna cenicienta acompañada del brillante Venus. ;)

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  2. Fascinante!! Gracias por comentarlo tan amenamente y hasta con un fino sentido del humor!

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