28/05/2011

La importancia de ser estrella

Cada uno tiene su estrella favorita. La mía, por ejemplo, es Pi Puppis (por razones que no vienen al caso). Para algún otro será, no sé, Betelgeuse. Si le pudiéramos preguntar a Hubble tal vez contestaría "V1". Me refiero a Hubble, el señor, no el telescopio. Edwin Hubble, uno de los grandes astrónomos del siglo pasado.

Edwin Hubble era un tipo fenómeno. Fue destacado atleta de pista y campo, aficionado al box y a la pesca con mosca, entrenador de básquet, profesor de castellano, abogado, veterano de dos guerras mundiales y, bueno, astrónomo genial. Trabajó durante toda su vida profesional en el Observatorio de Monte Wilson, cerca de Los Ángeles. Era alto, buen mozo, y estaba tan a sus anchas fotografiando las estrellas del cielo como en las fiestas de las estrellas de Hollywood. En 1923, a los 34 años, hizo un descubrimiento crucial que cambió (cuándo no) nuestra imagen del universo. En la noche del 5 al 6 de octubre, usando el telescopio Hooker de 100 pulgadas tomó la foto que está aquí al lado. Es una foto de M31, la famosa Galaxia de Andrómeda. Puede distinguirse su centro abultado, filamentos oscuros que delinean sus brazos espirales, y muchísimas estrellas pequeñitas.

Resulta que en 1923 nadie la llamaba "galaxia" de Andrómeda. Era la "nebulosa" de Andrómeda. El universo (¡hace apenas 88 años!) tenía una y sólo una galaxia: la nuestra, la Vía Láctea. Al menos esa era la opinión generalizada de los astrónomos, entre los cuales se encontraba Harlow Shapley, su colega senior en Mt. Wilson. Shapley sostenía que las nebulosas espirales eran nubes de gas y polvo, tal vez sistemas solares en formación, a no más de 300 mil años luz (que era el tamaño que él había calculado para la Vía Láctea).

Precisamente para investigar la naturaleza de las llamadas nebulosas espirales fue que George Hale, director del observatorio, había construido el magnífico telescopio Hooker. En esta foto vemos su tremendo espejo, de 100 pulgadas de diámetro, recién aluminizado por John Strong y nuestro Enrique Gaviola en 1935 (acababan de inventar el espejado y configurado mediante aluminio; antes se hacía con plata y había que rehacerlo todos los años).

Hubble se abocó a fotografiar y estudiar nebulosas espirales, y el 6 de octubre de 1923 tomó esa foto. Señaló un par de estrellas interesantes con una letra N, sospechosas de ser novas, estrellas "nuevas", que habían hecho "erupción". Una de ellas, sin embargo, la de arriba a la derecha (¡apenas se la distingue en esta reproducción de la foto!), no era una nova. Esta estrella ya había aparecido en fotos anteriores, pero había cambiado de brillo. Era una estrella variable —la que pasaría a llamarse M31_V1. Y era una variable de un tipo muy particular, llamadas cefeidas. Las cefeidas —había descubierto Henrietta Swan Leavitt recientemente— tienen una relación matemática muy exacta entre el período de variación y el brillo intrínseco. De manera que midiendo el período (sólo era cuestión de tomar más fotos) y el brillo con el cual se la ve (cuanto más lejos, más tenue), podía calcularse su distancia. Hubble tachó la N (con doble raya) y con mano temblorosa escribió VAR! Uno puede imaginarse la emoción del joven astrónomo: ¡tenía entre manos la clave para uno de los grandes misterios del universo!

¿Y qué pasó cuando hizo las cuentas? La Gran Nebulosa resultó estar a 1 millón de años luz de distancia (2 millones, sabemos ahora). Definitivamente fuera de la Vía Láctea. Era ella misma una galaxia hecha y derecha, y encima era una de las más cercanas. De golpe, de la noche a la mañana, como en un Big Bang conceptual, el universo se infló millones de veces. Hubble siguió observando M31 durante varios meses, confirmando su hallazgo. En una carta le contó a Shapley el descubrimiento. Éste comentó a un colega: "Ésta es la carta que destruyó mi universo".

Ochenta y ocho años más tarde el telescopio espacial que lleva su nombre, por iniciativa del Instituto del Telescopio Espacial y de la American Association of Variable Stars Observers (cuyo presidente es nada menos que Jaime García, del Instituto Copérnico de San Rafael, Mendoza), ha vuelto a fotografiar y estudiar la estrella V1, como parte de la celebración del centenario de la AAVSO. Las fotos tomadas por el telescopio Hubble fueron dadas a conocer esta semana, y una de las imágenes aparece junto a este párrafo. En el sitio web del Hubble hay más detalles y más fotos, que valen la pena revisar, sobre este homenaje al gran astrónomo.

El trabajo de Hubble para medir la distancia a las galaxias (que continuó nada menos que con su descubrimiento de la expansión del universo, uno de los pilares de la cosmología moderna) fue solamente un eslabón en una cadena milenaria de esfuerzos por medir el tamaño del mundo. Algunos de estos se pueden leer en mi libro Viaje a las Estrellas: De cómo y con qué los hombre midieron el universo (Siglo XXI). Se consigue en todas las librerías, y también en la web (ver aviso en el margen derecho).


Nota: La foto de Gaviola y Strong contemplando el espejo del Hooker está tomada del archivo de Caltech, donde se la adjudica a World Wide Photos. Sin embargo fue tomada por el propio Gaviola con su propia cámara, y podemos considerarla en el dominio público. En todo caso, no es propiedad de Caltech, a pesar del feo cartelito que la recubre. Habrá más sobre el genial Gaviola en algún futuro cercano.

Nota 2: El título de la nota refiere, por supuesto, a la obra de Oscar Wilde, The Importance of Being Earnest. Idea de mi media naranja. Casi lo pongo en inglés: The importance of being a star. Siempre es bueno mencionar a Wilde. No hay nada peor que no hablar de él.

Nota 3: Guau. Mi amigo Ariel Torres, óptimo columnista de La Nación de Buenos Aires, acaba de recomendar mi blog desde el suyo, dedicado al freeware. ¡Gracias, Ariel! Vayan y lean a Ariel, en el blog y en el Suple de Tecnología todos los sábados. Y lean también sus cuentos, que son buenísimos.

21/05/2011

El Bicho

Se acerca el invierno. El astrónomo aficionado lo sabe. ¿Cómo lo sabe? ¿Porque crecen hongos bajo los pinos? ¿Porque hay escarcha en el césped por la mañana? ¿Porque los lomos de la cordillera se pintan de blanco? ¿Porque su teléfono celular dice que ya pasamos la mitad de mayo? ¿Eh? Bueno, puede ser. Pero sobre todo, el astrónomo aficionado, el buen astrónomo aficionado, lo sabe porque al anochecer, por el horizonte del Este, se alza un monstruo, un arácnido gigantesco y amenazante: el Escorpión.

Asolando los cielos de la Tierra desde la época de Babilonia, Scorpius —el Escorpión— persigue sin pausa al cazador Orión. El vanidoso gigante, en tanto, se escabulle al atardecer por el Oeste apenas el bicho sale por el Este. Orión preside los cielos del verano. Escorpio los del invierno. (Para el astrónomo aficionado que viva en el hemisferio norte, claro, es al revés.)

Escorpio es una constelación plena de objetos interesantes para observar, entre ellos algunos de mis favoritos. Pero vamos a esperar a que se alce un poco más, a medida que llega el invierno. Por ahora miremos a simple vista su silueta: al Sur está la cola, enroscada como un signo de interrogación, lista para clavar el aguijón que forman dos estrellas brillantes y juntitas: Shaula (la más brillante) y Lesath. En la base de la cola está Mu Scorpii, una doble que se aprecia a simple vista (se ve doble en mi foto de ahí arriba).

En medio del cuerpo (¿el cefalotórax?) se destaca Antares (sí, Antares es una estrella además de una cerveza). Es una de las estrellas más brillantes del cielo, una supergigante roja algo menor que Betelgeuse. Su nombre significa "rival de Marte", tal vez porque al ser roja, brillante y estar casi sobre la eclíptica, se la puede confundir con el planeta.

El extremo septentrional de la constelación tiene tres estrellas brillantes que forman las pinzas: Graffias, Dschubba (la del medio) y Pi Scorpii. Graffias, la pinza izquierda, siempre fue la más brillante del trío (de hecho, sólo superada en brillo por Antares). Pero en el año 2000 Dschubba empezó a aumentar su brillo hasta superar a su compañera y casi alcanzar a Antares, alterando el archiconocido aspecto de la constelación. Ahora sigue brillando en exceso. Se está apagando, pero sigue brillando.

14/05/2011

San Luis: provincia astronómica

La semana pasada estuve en San Luis. Me sorprendió un sesgo astronómico que cunde en la provincia. Empezando por Merlo (donde estuve la mayor parte del tiempo): el barrio donde estaba mi hotel tenía varias calles con nombres astronómicos: planetas, constelaciones, etc. Acá hay un pedacito del mapa. (Hay muchas fotos en esta nota, así que las puse todas chiquitas; pueden clickearse para verlas más grandes.)

No parece ser una práctica nueva (como otras que muestro más abajo), tal como se ve en el viejo cartel amarillo de la calle Marte, en esta foto. ¡Está buenísimo! En Bariloche hay un barrio todo con nombres de constelaciones. Otro día lo mostraré.

En Merlo, a la entrada del viejo casino, hay un inmenso reloj de sol, obra del genial Pérez Celis, realizado con la colaboración de Jaime García (astrónomo de San Rafael, de larga fama). No es el único reloj de sol que vi en Merlo, por otro lado.

Por otro lado hay algo llamado Mega Sistema Solar. Es una colección de esculturas esparcidas por la provincia. Cada una representa algún objeto del sistema solar, y están ubicadas de manera de representar las distancias que existen entre ellos.

Son esculturas modernosas, alegóricas y que no necesariamente representan de manera realista al objeto representado. Ésta, por ejemplo, se llama Venus Telúrica y representa al planeta Venus. Está en la ciudad de La Punta.

Acá hay una representación simbólica de la "simbiosis" entre la Tierra y la Luna. Me parece que es una de las más realistas que vi, con las fases de la Luna arregladas en su elipse alrededor de la Tierra. Está, si no recuerdo mal, a la entrada del hipódromo de La Punta.

Ésta está cerca de Merlo, junto a la estación de peaje de la autopista 55. Es la primera que vi, el día que llegamos. Estaba nublado, pero a partir de ahí el famoso microclima de Merlo se hizo presente y tuvimos cielos despejados todos los días. Más sobre el dichoso microclima, otro día.

Esta especie de nave espacial es una representación de un asteroide. Se llama Asimetría Espacial y está en El Trapiche, un pueblito turístico cerca de San Luis. Creo que es la que más me gustó.

La otra que me gustó es ésta: Cometingón. Es un cometa, y se lo aprecia cerca de una ciudad con el improbable nombre de Papagayos. Me encanta el nombre, que es un juego de palabras entre el objeto que representa y las sierras que vemos detrás, que llevan el nombre del pueblo que vivía aquí antes de la llegada de los españoles: los Comechingones.
Además del Mega Sistema Solar encontré otras esculturas de tipo astronómico. Ésta se llama Helios, enorme y bonita, emplazada frente a uno de los accesos de Estancia Grande.

Ésta (no me acuerdo dónde estaba) es bastante fea, pero la fotografié porque también tiene un aspecto astronómico.

En la ciudad de La Punta hay un hermoso centro astronómico, que tiene un planetario, un parque lleno de instrumentos astronómicos antiguos (no ópticos, anteriores al telescopio) llamado Solar de las Miradas, y un observatorio moderno. Ésta es una vista del Solar, con uno de estos instrumentos en primer plano.
El Parque Astronómico La Punta cuenta con un montón de excelentes telescopios portátiles para su uso en observaciones públicas por toda la provincia. Pero la joyita es un instrumento fijo, montado dentro de una linda cúpula que lleva el nombre de Observatorio Astronómico Buenaventura Suárez (les debo un post sobre este señor). Está a cargo de Eric González, que aparece aquí junto a mí y al impresionante instrumento. Es un telescopio de 40 cm de apertura, f/10, computarizado y dotado de una cámara especialmente diseñada para la fotografía astronómica. En paralelo tiene montado un instrumento refractor de excelente calidad, también con una cámara. Lo más notable es que todo el sistema puede usarse de manera remota a través de la Web, gratis, simplemente creando una cuenta. En cuanto tenga tiempo voy a empezar a usarlo. Por lo demás, cualquier persona que acceda a la página del telescopio puede ver lo que se esté observando en ese momento, no hace falta tener una cuenta ni estar registrado. Adelante.

Por supuesto, la noche que visitamos el observatorio... ¡se nubló! No mucho, pero bastante. Apenas logramos sacar una foto rapidita del cúmulo abierto conocido como El Joyero (que apareció hace poco por acá). Fue mi primer intento, y encima con la nubosidad, el resultado no es de lo mejor. Pero acá está. Es notable el color rojo de la estrella central, mucho más parecido a lo que se observa a simple vista que el resultado que obtuve con la Canon. ¡Gracias, Eric!

07/05/2011

Betelgeuse

En los últimos meses ha habido noticias desproporcionadamente sensacionalistas acerca de la posibilidad de que una estrella cercana explote como supernova. Diarios, portales y cadenas de email repitieron hasta el hartazgo que "la Tierra podría tener dos soles en 2012" y cosas por el estilo. ¿Hay algo de verdad en todo el asunto?

Algo.

La estrella en cuestión se llama Betelgeuse. A pesar de su designación como Alfa Orionis, actualmente es la segunda estrella más brillante de la constelación de Orión, y octava más brillante del cielo. Su brillo es variable, y en ocasiones ha brillado más que su vecina Rigel, Beta Orionis, que es la más brillante de la constelación gigante. Estoy seguro de que la han visto, inclusive desde una gran ciudad: es la estrella roja en el familiar rectángulo de estrellas brillantes que rodea a las Tres Marías.

Betelgeuse es una estrella ENORME. Su masa es 20 veces mayor que la del Sol. Las estrellas tan pesadas viven sus vidas rápidamente (a diferencia del Sol, que a mediana edad ya lleva brillando casi 5 mil millones de años). Actualmente Betelgeuse se encuentra en una etapa avanzada de su evolución, llamada supergigante roja. Es realmente GIGANTE: si estuviera en lugar del Sol, ocuparía hasta la órbita de Júpiter. Es un volumen millones de veces mayor que el del Sol, pero su masa —como dije— es sólo 20 veces mayor. Así que es gigante, pero súper-tenue. En su superficie es miles de veces más tenue que nuestro aire.

Está relativamente cerca, a unos 500 años luz de distancia. Su enorme tamaño y su proximidad permiten que los mejores telescopios logren vislumbrar su disco, el contorno de su difusa superficie, cosa que no ocurre con casi ninguna otra estrella. En estas fotos se ve que tiene partes más calientes que otras y que está rodeada de una atmósfera muy asimétrica monstruosamente grande, mucho mayor que nuestro sistema solar entero.

Las estrellas tan pesadas terminan sus vidas explotando como supernovas: eventos cataclísmicos que destruyen a la estrella. Su núcleo colapsa en una estrella de neutrones (una especie de núcleo atómico gigante) o un agujero negro. Sus capas exteriores se inflan con la explosión, formando una nebulosa que pasa a integrar el material interestelar del cual se formarán nuevas estrellas, en generaciones sucesivas.

¿Hay algún peligro? Para verse tan brillante como el Sol, una supernova típica tendría que estar a un par de años luz de nosotros, y por suerte no hay ninguna candidata tan cerca. A distancias menores que algunas decenas de años luz una supernova podría causar un daño apreciable en nuestro planeta. No hay ninguna posibilidad de esto tampoco. Betelgeuse podría causar daño si explotase de manera muy "enfocada", expulsando casi toda la radiación en chorros polares. Pero su eje de rotación no apunta hacia la Tierra, así que tampoco hay peligro por este lado.

Durante la explosión la estrella aumentará muchos millones de veces su brillo. Una estrella como Betelgeuse, cuando explote, alcanzará en nuestro cielo un brillo comparable al de la Luna llena. Definitivamente no será tan brillante como el Sol, pero de todos modos será un espectáculo digno de verse. ¡La luz de la Luna llena concentrada en un puntito como una estrella! Hará sombras en el piso, se podrá leer de noche a su luz, y se la verá sin dificultad en pleno día. El brillo exacto que alcanzará Betelgeuse es incierto. La estrella tiene esa superficie difusa que hace que las mediciones de su distancia sean imprecisas: podría estar a 300 años luz de distancia, o al doble. El brillo de las supernovas de este tipo (tipo II), además, es variable (a diferencia de las de tipo Ia, que además son más brillantes). Todo el evento es bastante rápido en términos astronómicos. La explosión ocurrirá en segundos, pero alcanzará su brillo máximo en un par de semanas, y luego irá extinguiéndose con el transcurso de los meses. (Algo del tamaño de una estrella que colapsa sobre sí mismo en una fracción de segundo pone un poco la piel de gallina, ¿no?)

Bueno, pero ¿cuando la veremos explotar? Betelgeuse se encuentra al final de su vida. Podría explotar en cualquier momento durante el próximo millón de años. Podría ser esta semana. O en 2012 (uy, qué miedo). O en el siglo XXXI. O cuando ya no haya gente en la superficie de nuestro planeta. Los astrónomos no saben lo suficiente sobre estas estrellas como para predecirlo con más exactitud. Las observaciones de sus encogimiento, de su poderoso viento estelar, de sus zonas calientes, no aportan información sobre su núcleo, que es donde ocurrirá toda la acción. Ojalá que sea pronto, ya que será un espectáculo sin igual y una oportunidad sin precedentes para la estronomía (no se ve una supernova en nuestra galaxia desde 1604 (la Supernova de Kepler, brillante como Venus). Y ojalá que sea en nuestro verano, así la vemos de noche, cuando Orión está alto en el cielo.


Nota sobre la pronunciación. Los gringos pronuncian Beteljuice o Beetlejuice. La palabra es de origen árabe, y la pronunciación llana en castellano, así como está escrito: Betelgeuse, es mucho más correcta. No tengan miedo de decirlo. Betelgeuse, Betelgeuse, Betelgeuse.