Me encantan las conjunciones planetarias. Las que ocurren en el cielo del amanecer o del ocaso son particularmente hermosas, y más aún las que involucran a la Luna. Mis favoritas son las que ocurren al amanecer, en el horizonte del este (ya que mi balcón mira al este). Ya se sabe: a simple vista los planetas se ven en el cielo como estrellas más o menos brillantes. Pero a diferencia de las estrellas, que noche tras noche están en el mismo lugar, formando las figuras que desde la Antigüedad conocemos como constelaciones, los planetas van cambiando su lugar en el cielo. Además, lo hacen de manera aparentemente caprichosa, a veces moviéndose para un lado, a veces para otro. Esto ya lo habían observado todos los pueblos antiguos, y fue un misterio por incontables generaciones. Hoy sabemos, claro está, que se trata de un efecto de perspectiva ya que los observamos desde nuestra Tierra en movimiento, mientras cada planeta sigue su propia órbita alrededor del Sol.
Como todas las órbitas se encuentran más o menos en el mismo plano, en el cielo vemos a los planetas moverse en una franja angosta. Cada uno a su velocidad y rizando sus rizos, se van alejando y acercando. Cuando se acercan capturan enormemente la atención, por lo cual el fenómeno merece un nombre propio: son las conjunciones. Uno se conecta con el resto del sistema solar cuando admira estos espectáculos naturales —algo similar a lo que se experimenta durante un eclipse—. Además, suelen ser una buena oportunidad de sacar lindas fotos, como ésta, de una conjunción de la Luna con Venus y Júpiter sobre el Cerro Catedral al anochecer, que se parece al emoticón de una carita triste : (
En la madrugada del día 12 de febrero hay una bonita conjunción de la Luna (una delgadísima menguante) y el planeta Mercurio. Ambos astros se verán próximos en el cielo del amanecer, bien bajos sobre el horizonte del este, hasta que el resplandor del Sol naciente los haga desaparecer de la vista. La imagen muestra cómo se verá desde Bariloche a las 6:30 (Mercurio a poco más de 10 grados de altura, o sea el ancho de una mano con el brazo extendido). El planeta Mercurio es generalmente muy brillante, pero su órbita lo mantiene siempre tan próximo al Sol que es raro observarlo. El tiempo viene mejorando en Bariloche, tal vez podamos disfrutarla.
Imagen generada con Stellarium.
Es cierto, al menos yo también lo siento. Uno se conecta con el sistema solar en situaciones astronómicas especiales como las conjunciones, los eclipses o el paso de los cometas, ni que hablar cuando se pueda ver a ojo desnudo una supernova como la del cangrejo o la de Tycho por ejemplo; aunque en realidad uno también siente esa conexión, al menos en mi caso, y en forma más extrema y contundente, cuando puede ver a ojo desnudo la Vía Láctea en lugares apartados como tal vez te sucede en Bariloche. Muy agradables las explicaciones sobre el tema.
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