¡Cuarta y última parte! Links a la Primera, la Segunda y la Tercera partes.
Caminos en el cielo
Ya sabemos medir ángulos y seguir direcciones en el cielo. Usando estos dos elementos podemos encontrar cualquier objeto en el cielo usando una carta celeste. Supongamos que queremos encontrar determinado objeto celeste cuya posición tenemos identificada en un atlas. Por ejemplo, digamos que queremos visitar el extraordinario cúmulo globular NGC 5139, cuya posición tenemos identificada en una carta celeste, como la de la figura (click para agrandarla, as usual...).
Las dos estrellas brillantes que aparecen en la carta son los Punteros de la Cruz, que podemos encontrar en el cielo sin mayor dificultad. Analizando el mapa, trazamos un camino imaginario que nos lleve desde los punteros hasta el cúmulo, como en la figura. De paso, vemos que cerca del cúmulo tenemos otro objeto interesante, la famosa galaxia NGC 5128, también llamada Centaurus A. Así que prolongamos el camino un poquito hasta la galaxia. Como vemos, la idea es ir progresando de estrella en estrella, tratando de usar estrellas brillantes para que sea más fácil encontrar el camino.
Observando en el borde del mapa vemos la graduación de la grilla de ascensión recta y declinación. Así vemos que la estrella β (beta) Centauri (la menos brillante del puntero) está justo dentro del círculo de –60° de declinación, mientras que ε (épsilon) Centauri (que está en nuestro camino) está a unos –53°. También vemos que ε está un par de grados hacia el oeste. En definitiva, leyendo las grillas o usando una escala, o “a ojímetro”, estimamos que ε está a unos 7° de β Centauri, hacia el norte y un poquito al oeste. Menos de “un puño”. Miramos el cielo, ubicamos los Punteros y en ellos β Centauri, tenemos presente el polo sur celeste para saber en qué dirección debemos buscar a ε, estiramos el brazo, medimos y ¡voilà! allí está ε Centauri.
De manera similar, encontramos en la carta que el cúmulo está a unos 6 gados de ε Centauri, moviéndonos en la misma dirección. Medimos los 6° en el cielo y, si tenemos suerte, podremos vislumbrar el cúmulo a simple vista. Si no, apuntamos el telescopio en esa dirección, tal vez ayudándonos con el buscador. El campo de visión del buscador suele ser de unos 5°. De manera que si lo centramos en ε Centauri, y desplazamos el telescopio en la dirección que —sabemos— tenemos que encontrar a NGC 5139, tendríamos que encontrarlo cuando la estrella haya apenas salido por el lado opuesto del campo. En el buscador lo encontraremos sin problema. Lo centramos, miramos por el telescopio y allí estará el cúmulo, en toda su gloria. Nos deleitamos un rato y le mostramos orgullosos a nuestros amigos lo que hemos logrado, mientras nos preparamos para dar el último paso.
El último paso puede resultar más difícil. La galaxia no es visible a simple vista, y seguramente tampoco en el buscador. Sin embargo, tenemos que poder encontrarla. En la carta vemos que se encuentra a unos 4° al norte del cúmulo globular. Es más, se encuentra casi exactamente al norte. Es decir, podemos viajar desde NGC 5139 a NGC 5128 moviendo solamente uno de los controles del telescopio. Podemos inclusive darle un pequeñísimo empujoncito al telescopio “hacia el norte” para identificar cuál es el control que debemos usar, y en qué dirección hacerlo. Una vez hecho esto, volvemos a centrar el cúmulo y empezamos, despacito, a mover el telescopio “hacia el norte” usando el control de movimiento fino. ¿Hasta dónde tenemos que movernos? Bueno, ayuda saber cuánto mide el campo del ocular que estamos usando. Esto lo podemos hacer de una vez y para siempre, usando un par de estrellas que se encuentren a una distancia conocida, y viendo si podemos veerlas justo justo en el campo del ocular. Un típico ocular de bajo aumento nos dará aproximadamente 1 grado de campo en el cielo: dos lunas. Si caben dos lunas, el campo es de un grado. Una vez calculado, conviene anotarlo en una tarjeta, o en una etiqueta y pegarla al ocular. Digamos que el campo de nuestro ocular es de 1 grado. En tal caso, tenemos que desplazarnos hacia el norte de NGC 5139 cuatro campos enteros y un poquito más. Esto se hace, naturalmente, prestando mucha atención a lo que está pasando en el pedacito de cielo que vemos por el ocular a medida que movemos el telescopio: tenemos que ver las estrellas que aparecen por un lado del campo y desaparecen por el otro, tratando de contar los cuatro campos. El último movimiento lo haremos bien despacito, para que no se nos escape la galaxia, y finalmente aparecerá por el borde norte del campo: NGC 5128, una nubecita aparentemente insignificante, pero formada por la luz combinada de millones y millones de estrellas. La luz que está entrando en nuestros ojos salió de esas estrellas hace 11 millones de años...
Podemos guardar todo e irnos a dormir.
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