Antes de que el Sol se sumerja en la inactividad, y mientras todavía recordamos las auroras extraordinarias del año pasado, repasemos otro evento similar. En 1769, la expedición científica del Capitán James Cook, al mando del HMS Endeavour, observó el tránsito de Venus desde Tahití. Fue una de las muchas expediciones científicas desplegadas para observar el evento desde distintas partes del mundo y medir, con precisión, la distancia de la Tierra al Sol. El lugar era un paraíso (entre otras cosas, los ingleses vieron por primera vez gente surfeando, un invento de los tahitianos), y no se querían ir. Pero no podían quedarse para siempre, y zarparon. Primero visitaron Nueva Zelanda, circunnavegaron las islas principales, tuvieron entredichos con los maoríes, y siguieron camino. A continuación descubrieron Australia. Para los británicos, porque cincuenta mil años antes ya la habían descubierto los antepasados de los australianos, y tanto holandeses como españoles habían visitado distintos puntos en el siglo XVII. Navegando las peligrosas aguas de la Gran Barrera de Coral el Endeavour tocó fondo y se abrió una enorme vía. Tuvieron que encallar en una playa y tardaron dos meses en reparar el casco. Para entonces, muchos tripulantes sufrían de enfermedades tropicales, desnutrición y agotamiento. Y ahí les cayó la tormenta geomagnética.
Fue el 16 de septiembre de 1770, mientras navegaban cerca de la isla de Timor, a 9.9° de latitud sur, cuando aparecieron auroras en el cielo nocturno. El naturalista de la expedición, Joseph Banks, tomó nota en su bitácora, aunque sin estar seguro de lo que había observado. Auroras a 10 grados de latitud era algo completamente inesperado. Pero eran auroras, y formaron parte de un evento extraordinario, bien documentado, en el cual se vieron auroras durante 9 días en China, Japón y el sudeste asiático. Este es un dibujo de Nagoya, a 35 grados de latitud norte:
Las auroras se producen por impacto del viento solar contra las capas superiores de la atmósfera terrestre, generalmente en regiones polares. Son particularmente intensas, y se extienden hasta latitudes menores, cuando impacta contra la Tierra una eyección de masa coronal. Estas son grandes erupciones de materia y energía, que se originan en las regiones magnéticamente activas del Sol, generalmente asociadas a grandes manchas solares. En los días de la aurora de Cook había manchas enormes en el Sol, como se ve en estos dibujos de los días 14 y 16 de septiembre:
De ese gran grupo de manchas, seguramente, surgió una eyección de masa coronal que causó una tormenta geomagnética al chocar con el campo magnético terrestre, y las consiguientes auroras extraordinarias.
¿Qué tan intensa fue la tormenta geomagnética que permitió ver auroras en regiones ecuatoriales? En el siglo XVIII no existían los magnetómetros, que fueron inventados en el siglo XIX, así que cuantificar estas tormentas antiguas es un problema. Pero en un artículo reciente calibraron un modelo matemático con datos de magnetómetros y observación de auroras, analizando 54 tormentas geomagnéticas entre 1859 y 2005, y lograron estimar la intensidad de tormentas históricas en base a los testimonios visuales.
Entre otras cosas, parece que la tormenta de Cook fue similar al famoso Evento de Carrington de 1859, la tormenta geomagnética más intensa jamás registrada, que no tuvo mayores consecuencias porque la tecnología eléctrica estaba en pañales. Hoy en día sería un desastre. Los autores incluso encontraron una tormenta muy intensa un par de días antes del Evento de Carrington. Fue el 28 de agosto, domingo, y como los magnetómetros eran aparatos manuales, en ningún observatorio lo registraron. Pero se vieron auroras en La Habana, a 23 grados de latitud.
Por suerte para Cook y su tripulación, en esa época no usaban radio ni GPS para navegar. En un barco moderno, un evento similar sería un gran problema. Los problemas de Cook eran de otro tipo, y ya sabemos cómo terminó, cocinado.
El dibujo de auroras en Japón, y los de las manchas solares, son de: Hayakawa et al., Long-lasting extreme magnetic storm activities in 1770 found in historical documents, ApJ Lett. 850:L31 (2017).
El mapa con las auroras observadas es de Love et al., What is the lowest latitude of discrete aurorae during superstorms?, Space Weather 23:e2024SW004286 (2025).
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