02/03/2024

Los ñoquis del César

Esta semana terminó febrero con 29 días: tuvo un día intercalar (adjetivo, no verbo, fíjense un poco). Escuché muchos comentarios sobre los bisiestos y los 29 de febrero, no del todo correctos ni exactos. Así que intercalo esta nota en la serie que venía preparando, para explicarlo, que quede escrito, y que lo usen para mandarse la parte.

El año calendario (o año civil, que rige los cumpleaños, las actividades públicas, etc.) tiene necesariamente un número entero de días. Esto es así porque el día es la unidad natural para medir el tiempo, probablemente desde la remota prehistoria.

Pero a la órbita de la Tierra alrededor del Sol no le importa en absoluto la duración del día. El tiempo que tarda la Tierra en recorrer su órbita no depende de la Tierra para nada: ni de su masa, ni de su composición, ni de su tamaño, ni del color del mar o del cielo, y ni siquiera de lo que tarda en dar una vuelta sobre sí misma. Sólo depende de la distancia de la Tierra al Sol y de la masa del Sol (y en menor medida, de la existencia del resto de los planetas). En la antigüedad cada pueblo usaba su propio calendario, muchos de ellos combinando los movimientos del Sol y de la Luna. Pero, durante la campaña de Egipto, Julio César descubrió que los astrónomos egipcios habían medido con gran precisión la duración del año trópico (el que rije las estaciones), descubriendo que duraba 365 días y un cuarto. Por suerte un cuarto es una fracción sencilla, y si al calendario le faltaba un cuarto de día por año, se acumulaba un día cada 4 años, que se podía intercalar fácilmente en febrero, ponele. A César le encantó la idea, porque el calendario romano era medio caótico (o más bien, discrecional de los pontífices, lo cual afectaba arbitrariamente la duración de los cargos públicos). Así que Roma, y luego el Imperio, empezaron a usar el calendario juliano, con bisiestos cada 4 años y veintinueves de febrero. Esa es la historia del 29 de febrero: se lo debemos a Julio César.

Bonus

Pero llegó el Renacimiento, y los astrónomos descubrieron que el año trópico tampoco duraba 365 y un cuarto. Era un cachito menos que un cuarto. Muy poquito menos, pero menos, y a lo largo de 1500 años la diferencia se había acumulado. Si la fracción era menos que un cuarto, agregar un día cada 4 años era demasiado. ¡Había demasiados bisiestos! El padre Aloysius Lilius (Luigi Giglio), nacido en Calabria a pocos kilómetros de donde vivían mis antepasados, midió, calculó y descubrió que eliminando 3 bisiestos cada 400 años el calendario funcionaría bien per secula seculorum. En 1570 y pico hizo una propuesta sencilla: alcanzaba con eliminar los bisiestos de los años terminados en 100, pero dejando los que fueran múltiplos de 400. Por ejemplo, 1600 sería bisiesto (porque 1600 es 400 × 4), pero 1700, 1800 y 1900, no. Y el 2000 de nuevo sí (busquen algún almanaque que les haya quedado del 2000). Hizo su propuesta y se murió. Por suerte el gran astrónomo Christopher Clavius tomó la posta y convenció al papa Gregorio XIII de hacer la reforma necesaria, y en 1582 el papa sancionó el que seguimos usando, el calendario gregoriano. Pero esto es un bonus, el 29 de febrero ya existía desde Julio César.

Bonus secundus

La reforma de Gregorio tuvo tres partes. Por un lado, adoptar el calendario con la cantidad correcta de bisiestos. Por otro lado, había que hacer algo con los 10 días de error que se habían acumulado a lo largo de 1600 años. Había dos posibilidades: gradualismo o shock. La solución gradualista eliminaría los bisiestos a lo largo de 40 años. La alternativa de shock era eliminar los 10 días de golpe. Gregorio eligió el shock, y en el mundo católico la gente se fue a dormir el jueves 4 de octubre de 1582, y se despertaron el viernes 15 de octubre. ¿Se imaginan las protestas hoy en día? ¡Devuelvan los 10 días! La tercera parte tenía que ver con la manera de calcular la fecha de la Pascua de Resurrección, que requería, además de cierta estación del año, cierta fase lunar.

Bonus tertius

El año civil aproxima, como ya dije, el año trópico. Pero el año trópico tampoco es la duración de la órbita de la Tierra, porque tiene que ver con la inclinación del eje de la de Tierra y, como dijimos, a la órbita no le importa nada la Tierra. Varias veces ya conté brevemente sobre los distintos años que existen.



No puedo irme sin reconocer que la rotación de un planeta (o de un satélite) sí se acopla a su movimiento orbital. En el caso de la Tierra es un efecto imperceptible. Pero en el caso de la Luna alrededor de la Tierra es bien evidente: los dos tiempos son iguales, y la Luna muestra siempre la misma cara hacia la Tierra. Entre los planetas, el único que lo siente es Mercurio, por ser el más cercano al Sol. La principal razón de este acoplamiento es la fuerza de mareas, debida a que los cuerpos no son puntuales, sino que tienen cierto tamaño.

El personaje dibujado de Julio César es de Uderzo/Goscinny/Editorial Dargaud. Dibujo descargado del sitio fan Villains Wiki.

5 comentarios:

  1. Anónimo2/3/24 11:56

    Gracias Guillermo por esta información!! Siempre es bueno recordar, saber y compartir.
    Saludos,
    Cecilia

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  2. David Batista2/3/24 12:51

    Acá en México nos quitaban una hora cada año y al rato (unos seis meses) nos la devolvían (lo hicieron los que se creían pontífices). Finalmente nos cansamos y ahora ya nadie anda jugando con nuestras horas, al menos con tal descaro. Saludos desde esta América del Sur, aunque estemos en el hemisferio norte.

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    1. Uy, acá también lo hicieron, pero cuando dejaron de hacerlo nos dejaron a perpetuidad con el huso del medio del Atlántico. Para los que vivimos del lado de la cordillera, el mediodía solar es casi a las 2 de la tarde 🙄

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    2. David Batista3/3/24 11:13

      Acá tenemos cuatro husos horarios. Tres permanentes y uno todavía con horario de verano, fronterizo con los gringos (estadounidenses o como sean). En el centro estamos bastante bien, hay zonas donde el mediodía solar ronda las 12

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