31/12/2014

Feliz año viejo

¡Escribí 54 notas en el blog este año! Algunas mejores que otras, algún error habré cometido, algo me habrá quedado sin decir. Gracias a los seguidores, a los que comentan, a los que comparten, a los que señalan errores... En el 2015 me saldrá mejor.

Todas las notas del año están acá. ¿Cuál fue la que más te gustó?



La foto de la Luna eclipsada poniéndose tras el Cerro López es el nuevo banner de En el Cielo las Estrellas. 

27/12/2014

Año nuevo, lunas nuevas

La Luna será una gibosa creciente de 10 días en la noche de Año Nuevo, esta semana. Es una de mis lunas favoritas, con una magnífica iluminación de la Bahía del Arco Iris, del gran cráter Copérnico, y de las Tierras Altas del Sur.

He preparado la habitual compilación de toda la luna del año para el 2015, acelerada 200 mil veces y vista desde el hemisferio sur, para despedir el año bloguero 2014. Presten atención a los eclipses totales durante las lunas llenas de abril y septiembre. Este último estará muy bien ubicado en el cielo argentino, en plena noche. Se ve mejor en pantalla completa y máxima resolución.



Aparte de las fases, dos movimientos son evidentes en esta animación rápida: la Luna se agranda y se achica, y se balancea. Ambos fenómenos son reales. El primero se debe a que la órbita de la Luna es bastante ovalada, acercándose y alejándose de la Tierra a lo largo del mes. Es el movimiento responsable de las Superlunas y las Minilunas. Traten de identificarlas durante el 2015. El balanceo se llama libración, y gracias a él podemos ver desde la Tierra casi un 60% de la superficie lunar, a pesar de que siempre nos muestre la misma cara.

Si ven cosas "raras" pasando fugazmente, son planetas. Yo alcancé a ver a Marte el 5 de diciembre y a Venus el 7. Pero hay más, inclusive ocultamientos. Ya nos ocuparemos de ellos.

El mejor recurso informático para los fanáticos de la observación lunar sigue siendo el Virtual Moon Atlas. Todavía no está en castellano, y estoy seguro de que a los autores les encantaría recibir ayuda con una traducción...

20/12/2014

Sol quieto y Luna nueva

Mañana, 21 de diciembre, es el solsticio austral. Solsticio quiere decir Sol quieto: es el extremo de su corrimiento anual hacia el sur del cielo, donde se "detiene" y regresa al norte.

Se me ocurrió revisar dónde estaría el Sol en el momento exacto del solsticio, que será a las 20:03 hora argentina (UT-3). Sabía que era en Sagitario, cerca del centro de la Vía Láctea, pero no sabía exactamente dónde. Con la magia de Stellarium, removiendo la molesta atmósfera terrestre, descubrí que estará casi exactamente en medio de dos nebulosas favoritas: la de la Laguna y la Trífida. Vean.  

Pero la mayor sorpresa fue observar muy cerca la silueta oscura de la Luna. Resulta que la Luna nueva ocurre a las 22:36 del mismo día, ¡apenas dos horas y media más tarde! Esto es una coincidencia extraordinaria y me pareció súper simpático.

¿Cada cuánto se producirá esto? Cualquier astrónomo lo contesta a ojos cerrados: el 21 de diciembre de 2033. ¡Apa! ¿Cómo lo sé?

El período lunar (el período sinódico, se llama) dura 29.53 días. Tiene una duración confortable para medir el paso de los días, de manera que muchos calendarios antiguos están basados en estos meses lunares. Agarren la calculadora y verán que 12 meses lunares son 354 días y pico, 11 días menos que un año verdadero. Si uno insiste en contar los días exclusivamente usando ciclos lunares, las estaciones empiezan a desajustarse de lo lindo a lo largo del año. ¡En apenas 16 años quedan invertidos los solsticios de invierno y de verano! ¿Quién quiere un calendario así?

Pero hete aquí que hace veinticinco siglos los astrónomos babilonios midieron y contaron con mucho cuidado y descubrieron que 12 años de 12 meses lunares, más 7 años de 13 meses lunares, coincidían casi exactamente con 19 años solares. ¡Fascinante! Era una receta para hacer un calendario basado en el ciclo combinado del movimiento del Sol y de la Luna: se podían usar años de 12 meses lunares, pero intercalando cada tanto un mes adicional, un poco como el día adicional de febrero en nuestros años bisiestos. Estos meses intercalados deben ser 7 cada 19 años. Muchos calendarios antiguos de Medio Oriente, incluido el calendario hebreo aún en uso, funcionaron así.  

Metón de Atenas redescubrió este hecho (o le llegaron noticias de Babilonia) y lo introdujo en el calendario griego, razón por la cual llamamos ciclo metónico a este período de 19 años. En cada repetición del ciclo metónico las fechas de las fases lunares se repiten. Un hecho clave, si bien se mira, para predecir con exactitud los eclipses, que fue una de las primeras proezas astronómicas de la Antigüedad.

Así que el 21 de diciembre de 2033 se repetirá la coincidencia de solsticio con Luna nueva. Cualquiera puede verificarlo hoy en día con el Virtual Moon Atlas. Veinte años no es nada, así que el ciclo metónico es menos que nada. Pero qué se yo, la vez anterior me ataba el pelo con un chuflín, y la próxima estaré jubilado. ¿Nada? 

Los solsticios y los equinoccios son fechas importantes en todas las culturas. El solsticio de diciembre marca el comienzo del verano en el hemisferio sur, así como el de junio y los equinoccios intermedios marcan el comienzo de las otras estaciones del año. Muchas fiestas importantes de todas las culturas y religiones están organizadas alrededor de estos eventos astronómicos. El solsticio austral congrega la Navidad cristiana, la luminosa Hanukkah hebrea, la divertida Saturnalia de los antiguos romanos, la recentísima Kwanzaa de los afroamericanos, la nórdica Yule, la persa Yalda y muchas más. Así que, para todos (incluido algún romano distraído que siga celebrando la Saturnalia)...

*** ¡¡¡FELICES FIESTAS!!! ***

13/12/2014

Ares vs Antiares

Ares, el dios tracio, es amante de la batalla por el puro placer de la lucha. Su sed de sangre es insaciable. Su antagonista es Atenea, la diosa sabia asociada a la "guerra justa". Aunque a veces Ares resulta humillado, o toma el lado de los perdedores, a él no le importa: mientras haya violencia y horror la pasa bien. En el relato homérico, por ejemplo, Atenea tomó el partido de los aqueos, los vencedores, mientras que Ares protegió a los troyanos.

En el panteón romano Ares es Marte, y goza de un lugar más digno (claro, es el padre de Rómulo y Remo). Ambos dioses fueron asociados, desde tiempos muy antiguos, con la estrella vagabunda roja y ardiente: el planeta Marte. Y, en el cielo, el planeta también tiene una rival: la estrella roja que marca el corazón del Escorpión, Antares, anti-Ares. En septiembre pasado tuvo lugar un nuevo encuentro de esta milenaria batalla.

Sus recurrentes encuentros son siempre encantadores. Antares es una de las estrellas más brillantes, y como su color anaranjado es casi idéntico al del planeta, tradicionalmente es una de las conjunciones más esperadas. Además es una buena oportunidad para fotografiar ambos a la vez e ilustrar uno de los hechos más notables de las estrellas y los planetas tal como los vemos a ojo desnudo en el cielo: las estrellas titilan, los planetas no. 

Para hacerlo basta esperar que el planeta y la estrella se encuentren suficientemente cerca como para poder fotografiarlos a ambos a la vez con un teleobjetivo. Y entonces hay que hacer exactamente lo contrario de lo que uno hace habitualmente en la fotografía astronómica: ¡hay que sacudir la cámara! El resultado es, para cada estrella o planeta, una traza luminosa siguiendo el movimiento de la cámara. El tiempo queda congelado en esta breve trayectoria, de modo que podemos ver las variaciones de brillo a lo largo de las trazas. Como los planetas no titilan sus trazas son nítidas y constantes. En cambio las estrellas producen trazas de brillo y color cambiante.

Tomé estas fotos el 26 de septiembre, con Marte y Antares separados por apenas 3°. Sostuve la cámara en la mano para una exposición de 1 segundo. En lugar de esforzarme para mantenerla quieta la hice oscilar para acá y para allá. En las fotos vemos, además de Marte y Antares, la estrella de tercera magnitud Sigma (σ) Scorpii, una estrella azul que titila todavía más que Antares. En la foto de aquí arriba las acomodé una encima de otra. En la de abajo las vemos tal como aparecían en el cielo.



Hace un par de años hice algo similar con Saturno y la estrella Spica, también ambos de brillo similar como Marte y Antares, pero de colores muy contrastantes. Ya las he mostrado, pero el resultado me gusta tanto que reproduzco aquí la foto. Spica, que es una estrella azul, se ve cambiando de color como loca. En Antares el efecto no es tan notable. No sé si fue una casualidad de ese día (el titilar depende de la turbulencia de la atmósfera, de modo que cambia noche a noche), o si las estrellas rojas simplemente titilan menos. Habrá que seguir probando.

06/12/2014

El cinturón de Fernández

Digámoslo desde el principio para que quede bien clarito:
El cinturón de Kuiper debería llamarse cinturón de Fernández.
¿De qué estamos hablando? Este cinturón es un numeroso enjambre de objetos similares a núcleos de cometas que pueblan el helado abismo más allá de la órbita de Neptuno. Plutón es uno de ellos, pero hoy se conocen miles, y probablemente son cientos de miles o millones. Creo que en los próximos meses se hablará mucho del cinturón de Kuiper. ¿Por qué?  Porque hoy, dentro de pocas horas, el robot New Horizons, en viaje interplanetario desde 2006, se despertará por última vez para encarar el tramo final de su larguísimo viaje. Un viaje que dentro de seis meses lo llevará a explorar el sistema de Plutón, para dirigirse luego a otro u otros objetos del cinturón.

En 1930 Plutón, por ser el más brillante, fue el primer miembro del cinturón en ser  descubierto. El segundo llegó recién en 1992. Así que no fue sino hacia fines del siglo que nos percatamos de su número plural. Pero los astrónomos ya lo sospechaban: impulsados por la fuerza de la lógica, la física y la matemática ya habían conjeturado su existencia.

Gerard Kuiper fue un influyente astrónomo holandés-norteamericano. En 1950 publicó un ambicioso artículo titulado Sobre el origen del sistema solar. Allí argumenta que más allá de Neptuno debería haber habido, en la nebulosa de la cual se formaron los planetas, una gran cantidad de materia "condensable", y que una parte de ella sería responsable de los cometas. Pero agrega que la acción de Plutón y Neptuno deberían haber dispersado estos cuerpos rápidamente, formando la nube esférica ya sugerida por Oort, mil veces más lejana. Un artículo muy inspirador, que extiende sus argumentos para considerar la formación de sistemas planetarios alrededor de otras estrellas, y que concluye diciendo "uno puede sólo especular acerca de las posibles formas de vida desarrolladas en estos numerosos y desconocidos mundos". Pero, como vemos, un artículo que esencialmente propone que no debería existir el cinturón que hoy ostenta su nombre.

Kuiper volvió sobre el tema en 1974, en otro trabajo muy parecido, llamado Sobre el origen del sistema solar, I. Dice lo mismo sobre los cometas y hacia el final anuncia el contenido de la parte II, donde habría toda una sección dedicada al tema. Lamentablemente Kuiper murió durante unas vacaciones en México mientras la parte I estaba en prensa (según indica una notita agregada al final por los editores de la revista).

Enter Fernández. Astrónomo uruguayo de la Universidad de la República, Julio Ángel Fernández, en ese entonces en Madrid, publicó en 1980 un artículo titulado Sobre la existencia de un cinturón de cometas más allá de Neptuno. ¡Ajá! En las  primeras líneas Fernández cita el antecedente de Kuiper, por supuesto. Discute que hay una sobreabundancia inexplicada de cometas de período corto (como el 67/P Churymov-Gerasimenko, que el mes pasado saltó a la fama). Y desarrolla un argumento y un modelo físico para mostrar que debería existir un cinturón de objetos de hielo de alrededor de 1021 kg a 40-50 unidades astronómicas. Precisamente el cinturón que hoy conocemos.

Muchos astrónomos son conscientes de la injusticia del nombre (ver por ejemplo acá). Pero me temo que durante los proximos meses, a medida que las observaciones de New Horizons empiecen a llegar y leamos en los diarios qué es esto del cinturón de Kuiper, el nombre se instalará en la cultura popular y será inamovible. Sólo nos quedará recitar para adentro "el cinturón de Fernández..."


Kuiper se pronuncia kóiper en holandés, pero los norteamericanos le dicen káiper. La foto lo muestra revisando el atlas fotográfico de la Luna preparado por él mismo en base a las observaciones de las sondas Ranger y Surveyor en los sesentas. La foto de Fernández es de Alejandro Sequeira, tomada del blog de Armando Olveira. La imagen de New Horizons en Plutón está hecha, por supuesto, con Celestia.

Gerard P. Kuiper, On the origin of the solar system. Proceedings of the National Academy of Sciences 37, 1-14 (1951).

Gerard P. Kuiper, On the origin of the solar system, I. Celestial Mechanics and Dynamical Astronomy 9, 321-348 (1974).

Julio A. Fernández, On the existence of a comet belt beyond Neptune. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society 192, 481-491 (1980).