30/12/2023

La Luna en 2024

Para despedir el año, presentamos un clásico de En el Cielo las Estrellas: todas las lunas de 2024, en 3 minutitos. Está acelerada 200 mil veces, y vista con el polo sur hacia arriba, tal como la vemos desde el hemisferio sur.

Atentos, porque hay eventos lunares destacados en 2024. El 8 de abril hay un eclipse solar total que cruza México, Estados Unidos y Canadá. Será parcial en toda América del Norte y Central. 

En Sudamérica nos lo perdemos, pero en la segunda temporada de eclipses, el 14 de octubre, hay un lindo eclipse solar anular que cruza la Patagonia austral. Parecido al que tuvimos en 2017, pero un poco más al sur. Será un eclipse parcial desde casi todo el Cono Sur.

No es un buen año de eclipses lunares. El 24 de marzo, antes del eclipse solar norteamericano, habrá un insignificante eclipse penumbral. Después del eclipse solar habrá una linda seguidilla de superlunas en los meses del invierno austral, de manera que serán superlunas muy altas en el cielo. No se las pierdan. Y el único otro eclipse lunar del año, asociado al eclipse solar de octubre, será parcial pero también insignificante. Visible desde buena parte del hemisferio occidental, a uno y otro lado del Atlántico, el 18 de septiembre. Agéndenlo, por si no tienen otros planes.

Veamos algunos de los eventos lunares menos reconocidos del año:

La fase más larga: entre la luna llena del 25 de enero y el cuarto menguante del 2 de febrero habrá 8.225 días. Ideal para el verano.

La luna más cercana: la luna nueva del 10 de marzo estará a sólo 356 895 km (del centro de la Tierra).

La lunación más corta: el ciclo desde el cuarto menguante del 30 de mayo al cuarto menguante del 28 de junio será el más corto del año, con 29.195 días.

La fase más corta: de llena (el 19 de agosto) a cuarto menguante (el 26), durará apenas 6.625 días.

La luna más lejana será la nueva del 2 de octubre, a 406 516 km.

La lunación más larga: será la del cuarto menguante del 23 de noviembre al del 22 de diciembre, con 29.868 días.

El cuarto más iluminado será el menguante del 22 de diciembre (¡Cómo! ¿La luna en cuarto no está siempre iluminada al 50%? No. Otro día lo explico.)

Hay ocultaciones (son como mini-eclipses) de algunos planetas por la Luna. Por ejemplo, la Luna ocultará a Saturno en 11 ocasiones. La más interesante para la Argentina será la del 31 de mayo:

También habrá ocultaciones de Neptuno, el planeta azul. ¡Quince! Ninguna pinta bien para Argentina, pero estaremos atentos a las fotos que puedan hacerse desde otras latitudes:

El 2023 terminará con luna nueva. Año nuevo, luna nueva. ¡Felicidades!



Animación de la Luna hecha con Celestia. Predicciones de ocultaciones hechas con Occult v4. Mapas de eclipses solares de Time and Date.

23/12/2023

Un quasar cuasi estelar

Los quasars aparecen por acá cada tanto, así que ya saben: son los núcleos de galaxias activas, donde un agujero negro supermasivo se está dando un festín de materia, y entonces emite dos poderosos chorros de materia y energía. Ah, y se dice "cuéisar". Cuando uno de los chorros apunta hacia nosotros, se lo ve desde la Tierra como una fuente de radio inusual, tan pequeña que parece una estrella. De ahí el nombre: quasi stellar radio source, o fuente de radio casi estelar. El telescopio Webb se está dando una panzada de quasars lejanos. ¿Y cómo se ven las estrellas en el telescopio Webb? Con seis puntas (más dos chiquitas). Así que un quasar también se ve así. En este campo profundo vemos un montón de galaxias (hay más de 20000 en la imagen entera) y una sola estrella... sólo que la estrella también es una galaxia. Es un quasar:

Me impresionó, ¡realmente parece una estrella! Se trata de J0100+2802, un quasar ultraluminoso y muy lejano (z = 6.327, o sea 12800 años atrás, 28 mil millones de años luz de nosotros), recientemente estudiado en el progama EIGER. Es tan brillante que algunos astrónomos sospechaban que tal vez estaba siendo magnificado por alguna lente gravitacional entre él y nosotros. Pero tanto las observaciones hechas con el Hubble, como ahora las del Webb, parecen indicar que no, que se brillante porque es brillante nomás.

El espectro, obtenido con Webb y otros instrumentos, permite calcular la masa del agujero negro central: 1010 masas solares. Esto lo pone entre los mayores conocidos. Es unas 10 veces más pesado que el enorme agujero negro de M87, pero está en un universo mucho más joven, cuando las galaxias habían evolucionado, chocado y fusionado con otras mucho menos que las de ahora.

EIGER (Emission-line galaxies and Intergalactic Gas in the Epoch of Reionization) es uno de los varios proyectos simultáneos como otros que ya hemos comentado, que buscan caracterizar el espacio profundo, lejano y antiguo, que recién el Webb nos permite observar. En trabajos compañeros de éste presentan una gran población de galaxias en pleno proceso de ionizar el tenue gas intergaláctico, en el mismo campo que el quasar. Desentrañar cómo se produjo esa ionización (que hoy en día es completa) es uno de los objetivos del Webb. Este estudio parece indicar que fueron las galaxias (con sus estrellas), y no los quasars, las que produjeron la mayor parte de la ionización.

Les dejo también la foto entera, un cachito de 6.7 minutos de arco de cielo (un quinto de Luna) en la frontera entre Piscis y Andrómeda, con las veinte mil galaxias y un puñado de estrellas de nuestra propia galaxia, y el súper quasar en el medio, con pinta de estrella roja:



El paper del quasar es: Eilers et al., EIGER III. JWST/NIRCam observations of the ultra-luminous high-redshift quasar J0100+2802, arXiv:2211.16261v2 (2023).

16/12/2023

La desaparición de Betelgeuse

Esta vez no nos ocupamos de la explosión de Betelgeuse como supernova, que ocurrirá en algún futuro más bien lejano. Sino al fugaz eclipse que ocurrió el martes pasado, 12 de diciembre, cuando el asteroide Leona pasó justo justo delante de la famosa estrella, y casi la "apaga". Así lo registró Maritxu Poyal Viúdez:

Las ocultaciones de estrellas por asteroides (mini eclipses, no son más que eso) son una curiosa herramienta de la astronomía observacional, en la que muchos aficionados hacen contribuciones importantes. Más que nada, porque ocurren a lo largo de estrechas franjas de la superficie terrestre, donde el asteroide proyecta su sombra, y hay que viajar para observarlas. Es similar a la sombra de la Luna durante los eclipses solares. En este caso, la línea central de la ocultación recorrió la cuenca del Mediterráneo y el Atlántico norte:


La principal utilidad de estas ocultaciones es la determinación muy exacta (más que con cualquier observación telescópica) de la órbita y la forma del asteroide. Hace años lo comentamos, en relación a la observación que se hizo en la Patagonia austral del planetita hoy llamado Arrokoth, en preparación de su encuentro con New Horizons

De casualidad, Leona ocultó otras dos estrellas (mucho menos brillantes que Betelgeuse) en septiembre pasado. Estas permitieron determinar muy bien su forma, inclusive en 3D, ya que los asteroides son cuerpos irregulares. Por ejemplo, el 13 de septiembre la silueta de Leona se vio así:

Esta medición resultó particularmente relevante para la ocultación de Betelgeuse. ¿Por qué? Porque Betelgeuse es tan gigante, tan súper gigante, que a pesar de que se encuentra a cientos de años luz de distancia, no la vemos como un punto sino como un disquito de unos 50 milisegundos de arco (un pelo a 500 metros). Que es, ¡oh casualidad! casi el mismo tamaño de Leona, que mide algunas decenas de kilómetros de diámetro pero está muchísimo más cerca, entre la órbita de Marte y la de Júpiter. Los cálculos previos a la ocultación de Betelgeuse por Leona fueron muy precisos, y señalaban que el eclipse sería anular, no total (como suelen ser las ocultaciones estelares). Sería más bien un tránsito que una ocultación. Es decir, incluso en la línea central, un anillo de Betelgeuse brillaría a su alrededor. Betelgeuse bajaría de brillo unas 3 magnitudes, pero sin desaparecer, durante unos 11 segundos.

Llegó el día que muchos aficionados habían esperado por muchos años (ya que es inusual la ocultación de una de las estrellas más brillantes del cielo). Y se vio así (video de Sebastian Voltmer);

Aquí va en fotos del propio Voltmer, por si no anda el video. Antes a la izquierda, durante el tránsito a la derecha:

Se puede ver que Betelgeuse redujo significativamente su brillo hasta alcanzar aproximadamente el de Mintaka, la estrella menos brillante de las Tres Marías. Betelgeuse (que es una estrella variable) estaba a una magnitud –0.25 en estos días, según observaciones cargadas en la AAVSO. Mintaka brilla a 2.25. La diferencia da 2.5 magnitudes, un poco menos que lo previsto. Pero no taaanto menos, a pesar de que los testimonios dicen que les pareció poco. A veces la gente se hace expectativas exageradas, como en todos los órdenes de la vida. Una reducción de 2.5 magnitudes equivale a una reducción del brillo en un factor 10. Esto se debería ver en las curvas de luz, hechas por varios de los observadores con cámaras especiales. Por ejemplo, la que hizo Alfonso Noschese en la línea central en Calabria se ve así:


La bajada de luz no alcanza a ser un factor 10. Parece más bien 6. ¿Por qué será? Acaso Betelgeuse sea más grande que lo que se ha medido anteriormente (y entonces el anillo de luz quedó más gruesito). Puede ser, porque como ya dijimos, es una estrella variable, y que en años recientes ha tenido variaciones de brillo irregulares e inmensas. Ya se verá cuando los expertos analicen estas curvas, calibrándolas adecuadamente.

En la curva de Noschese se alcanza a ver que la curva de luz no es simétrica. Se ve todavía mejor en la que tomó en luz roja, H-alfa:


¿Ven que la bajada y la subida no son iguales? Esto se esperaba. Por un lado, como dijimos, el asteroide es irregular. Pero, además, se sabe que la superficie de la estrella es irregular, con regiones más o menos brillantes. Nuestro Sol, aparte de las manchas solares, tiene un brillo muy uniforme en su superficie. Pero las estrellas supergigantes como Betelgeuse deberían tener enormes gránulos inestables debidos a la convección, como si fuera una sopa crema antes de hervir. Los astrónomos tenían la esperanza de poder caracterizar estos gránulos por primera vez usando estas curvas de luz. Yo creo que, si se ve algo incluso a simple vista en curvas no calibradas, cuando las analicen los expertos habrá resultados interesantes.

Otra cosa linda que observó Voltmer es el cambio en el espectro de la luz estelar durante la ocultación anular. Esto seguramente se debe a que, durante la anularidad, sólo se ven las capas más exteriores de la estrella, mientras que está bloqueada por el asteroide la parte central, donde vemos más en profundidad la atmósfera y la superficie de la estrella. Esta imagen compara los dos espectros. 

Finalmente, les dejo esta linda imagen que hizo también Voltmer, tomando una foto de larga exposición sin seguir el movimiento del cielo. Betelgeuse dejó una traza que registra la evolución temporal del evento. Se ve cómo se apaga y se recupera, pero de manera no lineal, no simétrica, y con cierto cambio de color. Es muy posible que estas cosas estén relacionadas con lo que mencionamos más arriba: el cambio de espectro y la asimetría de la curva de luz.


Me dieron bastante envidia estas observaciones. Especialmente porque en la templada Andalucía y en la Calabria de mis bisabuelos debe haber estado mucho más agradable que en la oscura Cambridge, donde paso mis últimos días antes de regresar a Bariloche.

 


La primera secuencia de fotos es de Maritxu Poyal Viúdez. Las demás imágenes son resultados preliminares que están publicados en la página de la IOTA, que coordina internacionalmente la astronomía de ocultaciones de todo tipo. Hay muchas más que las que mostré aquí, vale la pena revisarlas. El mapa también es de la página de ellos, hecho con el precámbrico pero poderoso Occult.

09/12/2023

Superterminator

La Luna llena es hermosa y espectacular. Pero los aficionados a observar la Luna con el telescopio preferimos observar cuando está en las fases intermedias. La razón es que el Sol rasante que ilumina la franja entre el día y la noche lunares (llamada terminador, que en inglés es igual que el personaje de las películas) resaltan el relieve. Hagan la prueba: iluminen una pared con una linterna apuntando de frente, y después pónganla contra la pared, iluminándola de modo rasante. Hasta el granito más chiquito se agiganta por el contraste entre las luces y las sombras. Si intentamos fotografiar la Luna entera siempre surge un problema: la parte iluminada es mucho más brillante que el terminador (más que nada por el efecto de retrorreflexión del suelo lunar que una vez contamos), y éste es a su vez mucho más brillante que la parte oscura, que apenas está iluminada por la Tierra. Hay astrofotógrafos que han logrado una enorme maestría en combinar fotos de distintas exposiciones, e incluso de distintas fases, para producir hermosas fotos de la Luna entera. Uno de ellos es Franco Meconi, y cuando una foto suya vino en la tapa de Si Muove del invierno 2023 (donde hay una nota mía sobre estrellas rojas), me dieron ganas de hacer una. Acá está.


Hice lo más básico posible: una foto de la luna en fase cercana al cuarto creciente (la que usé para mostrar la X lunar), combinada con una foto de la Luna llena para la parte oscura. Idealmente, hay que usar fotos que correspondan a la Luna con la misma libración, que es el bamboleo que vemos en la Luna a lo largo de los meses (como en los videos que muestro cada año). De otro modo, los accidentes geográficos no quedan bien alineados. Se pueden combinar lunas finitas con lunas llenas, múltiples exposiciones de la misma fase (es difícil...), una luna creciente con la menguante complementaria, o incluso varias fases, con lo cual el terminador toma un aspecto rarísimo. 

El caso más extremo que conozco es una combinación de imágenes del Lunar Reconnaissance Orbiter (un satélite artificial de la Luna, que hace fotos de muy alta resolución desde hace 14 años). Es una Luna puro terminador:


Se parece más a los mapas de la Luna dibujados a mano (como el legendario Rükl) que a una foto. Es particularmente dramática la diferencia entre la rugosidad de las "tierras altas" de cráteres, y las planicies de los mares. También, me recuerda una luna famosa de la historia del cine: la de Mélliès:



La Terminator Moon es de NASA, Lunar Reconnaissance Orbiter, SVS, Jai & Neil Shet.

La Luna con cara es de Le voyage dans la Lune, de Georges Méliès (1902) (se puede ver en Youtube). 

La tapa de la revista Si Muove es del Planetario Galileo Galilei de la Ciudad de Buenos Aires. ¡Ya salió Si Muove 26! ¡No te la pierdas!

Tengo el Rükl original, me costó 50 centavos en una liquidación de la Biblioteca Pública de Albuquerque. ¡Ja!

02/12/2023

El Gordo y la Flaca

Una notable imagen del telescopio Webb del enorme cúmulo de galaxias llamado el Gordo es una joya de lentes gravitacionales. Las galaxias del Gordo son las de color cremita o blanco en esta imagen, algunas muy grandes (las de la izquierda), pero las medianas y chicas están por todos lados. En este recorte destaqué una de las notables galaxias más lejanas, que aparece amplificada y distorsionada formando un palito, y que los astrónomos llaman la Flaca:

 

El Gordo está a unos 7 mil millones de años luz de nosotros, y con una masa de unos \(2\times 10^{15}\) masas solares, es el cúmulo más grande del universo a esa distancia o más allá. Es el equivalente a unas 2000 veces la masa de la Vía Láctea, o el doble de la masa del gran cúmulo de Virgo. Está en la constelación de Fénix, a mitad de camino entre NGC 253 y la Nube Menor de Magallanes. La imagen completa del Webb es un panorama sobrecogedor, que recomiendo ir a ver en su versión original, achicada aquí a HD:

En esta imagen entera se puede apreciar que el Gordo tiene dos componentes principales (arriba y la derecha, y abajo y la izquierda), que están en proceso de fusionarse. El siguiente recorte muestra parte de la componente principal, donde se cuelan un par de estrellas de nuestra propia galaxia (con los característicos rayos del Webb), y un zafarrancho de una galaxia lejana, que aparece distorsionada y fragmentada por el efecto de la gravedad del Gordo:

Otro recorte, cerca de esta región, muestra una galaxia extremadamente distorsionada por un par de las grandes del Gordo:

Esta rareza anaranjada se llama el Anzuelo, y está a 23 mil millones de años luz. La vemos tal como era hace 12 mil millones de años, apenas 1000 millones después del Big Bang. El poderoso efecto de lente gravitacional permite, aun a esa distancia, distinguir varias estructuras, incluso su núcleo. 

Vale la pena aclarar que no estoy traduciendo estos nombres, son así en castellano en los papers: Gordo, Flaca y Anzuelo... Pero el objeto que más me llamó la atención en el estudio del Gordo tiene nombre quechua: Quyllur, que significa estrella. Está también en una galaxia lejana y magnificada gravitacionalmente (que en la foto completa está abajo a la izquierda):

Quyllur es un puntito en esa galaxia roja y estirada. No sé si la distinguen (y menos si están leyendo esto en el celu, cosa que no es para nada recomendable). La siguiente es la imagen del paper, que usa otra gama de colores para que se vea mejor:

El análisis parece indicar que Quyllur es una estrella individual en esa galaxia, que se encuentra a 18 mil millones de años luz, y que la vemos magnificada varios miles de veces. Su color y su espectro corresponden a los de una supergigante roja, como Betelgeuse. En otros sistemas de lente gravitacional como el Gordo se han observado, incluso con el Hubble, estrellas individuales lejanísimas, pero en todos los casos han sido supergigantes azules (o supernovas). La visión infrarroja del Webb ha permitido detectar esta estrella roja, de un tipo completamente distinto. Y seguramente se verán muchas más (hay incluso otras candidatas en esta misma imagen). La composición química del universo era distinta en sus primeros años, de manera que observar estrellas individuales seguramente ayudará a entender la dinámica de la vida de las estrellas en el universo temprano, en la época de la reionización.

 


El análisis del Gordo es el primer resultado del proyecto PEARLS (Prime Extra-Galactic Areas for Reionization and Lensing Science). Son cinco papers (todos open access):

25/11/2023

El pulso del cangrejo

El telescopio Webb publicó hace poco una imagen extraordinaria de la Nebulosa del Cangrejo, un resto de supernova que puede verse sin dificultad en la constelación de Tauro, ideal para el verano austral, agéndenla. Aunque uno no supiera nada de las explosiones de supernova, se haría una idea con este zafarrancho de 5 años luz de diámetro:

Como todas las del Webb, la imagen está hecha a partir de la radiación infrarroja, que destaca principalmente el polvo (silicatos y compuestos de carbono) que forman la compleja estructura de filamentos. Llenando el espacio entre ellos se ve una niebla blancoazulada, resultado de la radiación de sincrotrón, que emiten electrones libres girando como locos en el campo magnético de la nebulosa.

Este campo se origina en el objeto central, una estrella de neutrones, que es lo que queda del núcleo de la estrella que explotó. Un recorte de la imagen de máxima resolución, la muestra en medio de un vórtice de radiación:


Los arcos concéntricos que se pueden ver en esta tenue niebla se deben a que la estrella de neutrones no está quieta, sino que pulsa: es un púlsar. Así de inocente como se ve, vale la pena cerrar los ojos, contener la respiración y tratar de imaginárselo: tiene la masa del Sol, comprimida al tamaño de una montaña, y gira a la velocidad de una licuadora. 

Pueden volver a respirar. 

Las estrellas de neutrones son increíbles. Durante el colapso del núcleo de la estrella que le da origen, los electrones de los átomos se meten dentro de los núcleos, combinándose con los protones para formar neutrones y una cantidad descomunal de neutrinos, que en su paroxismo explosivo (nada detiene un neutrino) desgarran todas las capas exteriores de la estrella, formando el caos filamentoso que vemos en la foto. El colapso sólo se detiene gracias a la degeneración de los neutrones, similar a lo que ocurre en las enanas blancas que ya hemos contado. Durante esta contracción tan extraordinaria, la rotación del núcleo se acelera muchísimo por la conservación del momento angular, como cuando una patinadora aprieta los brazos contra el cuerpo, pero en una escala millones de millones de veces mayor. Si el Sol, que mide un millón de kilómetros de diámetro y da una vuelta por mes, se achicara hasta medir 10 km de radio, acabaría girando a \((500000 \mbox{ km}/10\mbox{ km})^2\times 1\mbox{ vuelta}/(30 \mbox{ días} \times 86400 \mbox{ segundos/día}) = 965\) veces por segundo. Es lo que le pasa a las estrellas de neutrones. Si bien no son tan rápidas, esa es la magnitud de lo que ocurre; el púlsar más rápido que se conoce gira 716 veces por segundo. El del Cangrejo pulsa 30 veces por segundo. Una estrella girando como una minipimer, ponele.

Los púlsares fueron descubiertos aquí, en Cambridge, a un par de kilómetros de donde me encuentro escribiendo estas líneas. En la década de 1960 dos astrónomos del Laboratorio Cavendish, Martin Ryle y Antony Hewish, inventaron unas técnicas que les permitieron hacer radiotelescopios con resolución similar a la de los telescopios ópticos. Pero no se imaginen enormes parabólicas como las de la película Contact; sus antenas parecían campos para sembrar lúpulo: líneas de postes de madera con un tendido de alambres entre ellos. Finalmente hicieron uno enorme: el Four Acres Telescope (cuatro acres son unas dos hectáreas).

La mayor parte de la construcción y la puesta en funcionamiento estuvo a cargo de la chica irlandesa que vemos en la foto. Se llama Jocelyn Bell, y estaba haciendo su trabajo de doctorado con Hewish. En julio de 1967 terminó de construirlo, lo puso a andar, lo calibró y empezó a medir. A medir quasars, que para eso lo habían construido, y que eran la especialidad de Cambridge. Un día de verano registró algo raro, viniendo de un pedacito de cielo en la constelación de Vulpecula.

Pasaron meses, y el 28 de noviembre (esta semana se cumplen 56 años) la midió de nuevo. "The weather was very cold", dice en la página 222 de su tesis.

Cambiando la velocidad del registro (que se hacía con una lapicera sobre papel, en ese entonces) notó que era una señal repetitiva, un pulso cada 1.34 segundos, con enorme exactitud. 

Los radiotelescopios, por supuesto, son muy susceptibles a detectar señales espurias de origen artificial, porque muchos aparatos y máquinas producen ondas de radio. Pero rápidamente Bell pudo descartar un origen terrestre o astronáutico de su anomalía, ubicándola a por lo menos 200 años luz. Como parecía artificial, de manera preliminar la designó LGM-1, little green men one (en el registro dice CP 1919, por Cambridge Pulsar RA 19h 19', pero en la tesis cuenta lo de LGM). De todos modos en el trabajo que publicaron en seguida (salió en febrero de 1968), ya conjetura que seguramente se trata de una estrella de neutrones, y arriesga que está pulsando radialmente (hoy sabemos que están girando). Antes de fin de año había encontrado otra. Y el 7 de enero, primer día después de las vacaciones de invierno, encontró dos más. El sueño de cualquier estudiante de doctorado: descubrir un nuevo fenómeno de la naturaleza. Good for her.

En 1974 Hewish y Ryle recibieron el Premio Nobel en Física por el descubrimiento de los pulsars. Fue un escándalo. ¿Por qué no habían incluido a Bell? Fred Hoyle, respetadísimo y controversial astrofísico de Cambridge fue uno de los que más se indignaron. Empezaron a llamarlo "el premio No-Bell". Ella siempre dijo que fue porque era estudiante, no porque fuese mujer. Mmmmnosé.

De todos modos, Bell recibió muchísimos otros reconocimieentos, tanto académicos como del Estado. Y en 2018 le dieron el premio Breakthrough, de 3 millones de dólares, que donó integramente para fomentar la participación en la ciencia de las minorías menos representadas. ¡Bravo!

18/11/2023

Un ocultamiento imperceptible

Una noticia de esta semana me llamó la atención: debido a que Marte estará por unos días del otro lado del Sol, habrá una interrupción de las comunicaciones entre la Tierra y los robots que pueblan la superficie y la órbita del planeta rojo. Es algo normal, que ocurre cada dos años durante las conjunciones de Marte. Esto yo lo sabía, las comunicaciones se reducen a un mínimo para evitar la interferencia que produce la corona solar. Lo que me llamó la atención es que decía que durante dos días las comunicaciones estarán completamente interrumpidas porque Marte estará oculto por el disco del Sol. Nunca había leído sobre un acercamiento tan íntimo entre el Sol y Marte, al menos no desde que  Apolo y Ares se fueron a las manos por causa de Venus.

La ocultación es súper larga. Empezó ayer, 17 de noviembre, justo pasadas las 10 horas UTC:


Y terminará el 19 de noviembre a la 1 hora UTC (hoy a las 22 en Argentina):

Como pueden ver, es como un mini eclipse, similar a cuando uno de los planetas interiores, Venus o Mercurio, transita delante del Sol, pero al revés. Los tránsitos de Venus son súper raros, ocurren de a pares cada 120 años. Los de Mercurio son más frecuentes, hay uno cada década, más o menos. Los de la Luna, que son los eclipses solares, son mucho más frecuentes, ocurren un par de veces por año o más. ¿Qué tan raras serían estas ocultaciones de Marte tras el Sol? 

Al igual que durante un eclipse, tienen que ocurrir dos cosas simultáneamente: Marte tiene que estar en conjunción con el Sol (conjunción superior, o sea del lado de atrás del Sol), y además la línea de nodos tiene que apuntar hacia el Sol. La línea de nodos es la intersección entre el plano de la órbita de Marte y el de la Tierra. Si no pasa esto, el planeta y el Sol estarán cerca en el cielo (como la Luna y el Sol en una luna nueva), pero no exactamente uno detrás del otro (como el Sol y la Luna en un eclipse solar). Una imagen ayudará a entenderlo.

La línea de nodos de la órbita marciana vuelve a apuntar hacia el Sol una vez cada período sideral, que dura 687 días. Pero cuando Marte vuelve a pasar por ese punto, la Tierra no necesariamente está bien ubicada, porque el período de las conjunciones (se llama sinódico) es de 779.9 días, más de 3 meses más largo. Así que para que se repita lo que está ocurriendo hoy, tienen que pasar varias veces ambos ciclos, hasta que vuelvan a coincidir. Si uno busca el mínimo común múltiplo se encuentra con un tiempo inmenso: 5 millones de días, 14000 años. Por supuesto, la coincidencia no necesita ser exacta, porque si bien Marte es muy chiquito durante las conjunciones, el Sol ocupa medio grado. Cada conjunción se atrasa (779.9 − 687) / 687 × 360° = 48.68° con respecto al nodo en cada período. La siguiente está más lejos: 48.68 × 2 = 97°. La tercera y la cuarta están casi del otro lado, a 146 y 195 grados. La quinta, sexta y séptima se empiezan a acercar: 243 y 292 y 341 grados. ¡Pero la octava está a 389°, se pasó de 360! Así que hay que dar otra vuelta. Y otra. Recién después de 37 veces se repite la configuración Tierra-Sol-Marte, con una diferencia de apenas 1.2°. ¿Será? 37 períodos sinódicos son 79 años terrestres. 2003 más 79 es 2102. Veamos: 

Ahí está, una ocultación casi idéntica en 2102. ¿Y 79 años antes? Era 1944:

Así que mi cálculo back-of-the-envelope funciona. No estoy seguro de que sea una respuesta definitiva, porque no tuve en cuenta ni el tamaño del Sol ni el de la Tierra (algunas ocultaciones tal vez sean visibles desde algún lugar de la Tierra, pero no desde otro), ni las irregularidades de la órbita marciana. Googleando no encontré nada, a nadie le interesan estas ocultaciones imperceptibles. Bueno, a casi nadie. Es interesante que, durante toda la historia de la humanidad a nadie le importaron, nadie las notó. Esta es la primera que tiene un efecto real: los robots de Marte están completamente aislados. Cuando el gato no está, los ratones bailan. Esperemos que no hagan locuras.

 


La ilustración del combate entre Marte y Apolo la hice con Copilot, que Windows me instaló esta semana con la actualización 23H2. Las imágenes de las ocultaciones las hice con Stellarium. Y las órbitas, con Celestia.

11/11/2023

El hombre que pesó la Tierra

Cuando Maxwell se puso a estudiar los manuscritos de Henry Cavendish quedó maravillado. Cavendish había sido un científico reconocido en su época (100 años antes de Maxwell), pero Maxwell se encontró con el trabajo de un genio. 

Henry Cavendish era extremadamente tímido y reservado, hablaba con un tono agudo y apurado, se comunicaba con la gente a su servicio mediante notas, se vestía siempre con un blazer violeta y un sombrero de tres picos que eran la moda de 50 años antes. Y cuando se le gastaban, encargaba unos idénticos. Sólo se transformaba cuando hablaba de ciencia, en las reuniones de la Royal Society, donde todos sus colegas valoraban su conocimiento y profundidad. Era inmensamente rico, y cuando murió su cuenta era la más abultada del Banco de Inglaterra. Salvo por esto último, ¡estoy seguro de que todos mis colegas conocen a alguien así!

En 1798 publicó los resultados de su experimento más recordado. Lo que reportó fue la densidad de la Tierra, que era una magnitud importante para las detalladas tareas de geodesia que empezaban a cubrir el planeta en esos años, pero él lo llamaba pesar el mundo. Su resultado, 5.448 veces la densidad del agua, con precisión de un 0.5%, no fue mejorado hasta más de 100 años después. Para hacerlo usó un aparato que había heredado del naturalista Rev. John Michell (el primero que imaginó los agujeros negros). 

La idea es medir la atracción gravitatoria entre las bolas grandes y las chicas que se ven en el dibujo. Las grandes están fijas (están colgadas, pero fijas) y las chicas están montadas en un brazo horizontal que cuelga de un cable. El aparato se llama balanza de torsión. La fuerza de atracción afecta la manera en que las bolas chicas oscilan para un lado y para el otro, torsionando el cable de suspensión. Cada oscilación duraba más de 10 minutos, y Cavendish las observaba durante más de 2 horas a través de un telescopio desde fuera del laboratorio, que se mantenía completamente oscuro y aislado para no afectar el sutil movimiento con corrientes de aire o fuentes de calor.

El paper de Cavendish tiene 60 páginas, y está escrito de una manera arcaica y difícil de seguir hoy en día. Newton y Cavendish entendían la gravedad de la misma manera que nosotros (bueno, la gravedad newtoniana, no la Relatividad General, obvio), pero no escribían las ecuaciones de la manera que lo hacemos ahora. Una versión modernizada de lo que hizo sería la siguiente. Newton había descubierto la ley de gravitación universal: que entre dos objetos cualesquiera existe una fuerza de atracción, proporcional a sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de su separación. En fórmula:

\[ F = G \frac{m_1 m_2}{r^2}, \]

donde \(F\) es la fuerza, \(m_1\) y \(m_2\) son las masas y \(r\) es la distancia entre ellas. La constante \(G\) es la constante de la proporcionalidad del enunciado. Conociendo las masas de las bolas y su separación, el movimiento medido por Cavendish permite deducir la fuerza de atracción, y por lo tanto la constante \(G\), que resulta ser pequeñísima en unidades convencionales:

\[ G = 0.000000000067~\mathrm{N m}^2/\mathrm{kg}^2.\]

En otras palabras, dos bolas de 1 kg cada una, puestas a un metro una de la otra, se atraen con una fuerza de 0.000000000067 N (newtons, unos 100 gramos). Ahora bien, la ley de Newton es universal, así que la misma constante se aplica a la atracción entre la Tierra y cualquier objeto que ella atrae: una manzana de masa \(m\), por ejemplo, en la superficie de la Tierra. Esa fuerza es el peso de la manzana, que es su masa por la aceleración de la gravedad (\(g\), los 9.8 m/s\(^2\), conocidos desde la época de Galileo). Así que tenemos:

\[ m\,g = G \frac{m M}{R^2},\]

de donde se puede despejar \(M\), la masa de la Tierra. La relación entre la masa y la densidad es trivial, si uno conoce el tamaño de la Tierra, su radio \(R\). Jean Picard (no Jean Luc Picard, eh) había medido con enorme precisión la longitud de un grado del meridiano de París en 1742, así que \(R\) era un valor bien conocido en la época de Cavendish. La masa de la Tierra resulta enorme:

\[M = 6\,000\,000\,000\,000\,000\,000\,000\,000~\mathrm{toneladas}.\]

Este enorme número, junto con la pequeñez de la constante \(G\), ponen de manifiesto un hecho tan trivial como sorprendente: la fuerza de la gravedad, que es la más familiar de las fuerzas de la naturaleza, ¡es pequeñísima! Hagan el siguiente experimento. Tomen un clip o un alfiler, y suéltenlo en el aire. ¿Qué pasa? Cae. Cae porque la Tierra lo atrae. Ahora tomen un imancito, por ejemplo de la puerta de la heladera, y peguen el clip o alfiler al imán. ¿Qué pasa? No se cae. Ese imancito, que pesa un par de gramos, hace una fuerza (magnética) capaz de contrarrestar la fuerza gravitatoria que ejerce la Tierra entera, con sus trillones de toneladas. Esta discrepancia entre las fuerzas de gravedad y electromagnéticas es un misterio, para el cual no tenemos una explicación.

Cavendish hizo contribuciones valiosas en distintas áreas de la ciencia. En 1766, fue el primero en aislar el hidrógeno y en reconocer que el agua era un compuesto de hidrógeno y oxígeno. Poco después demostró que el aire era mayormente nitrógeno y oxígeno, con otros gases en cantidades mucho menores. Sus trabajos abarcan la astronomía, la meteorología, la termodinámica y la naturaleza de la electricidad. Maxwell descubrió, en sus manuscritos, que además de sus muchas contribuciones conocidas, Cavendish había realizado una cantidad de descubrimientos que quedaron en secreto, y que se atribuyen a otros pioneros, tales como la ley de Ohm de la resistencia eléctrica, la ley de Dalton de presiones parciales, la ley de Coulomb de las fuerzas eléctricas, y la ley de Charles de los gases. Así que decidió cambiar el nombre del Laboratorio de Física que estaba organizando para la Universidad de Cambridge, y llamarlo Laboratorio Cavendish, del cual ya hemos contado la historia en El viejo Cavendish y La edad de oro del Cavendish.

 


El retrato de Cavendish es de la portada de una biografía suya del siglo XIX.

Los diagramas de la balanza de torsión de Cavendish son de su paper, Experiments to determine the density of the earth, Phil. Trans. 88:469 (1798).

04/11/2023

🎃 Bólido 🎃

Esta semana fue Halloween, así que contemos algo de miedo. 🎃👻🕷🕸

El NEOCC de la ESA (Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra), reportó recientemente el descubrimiento de un nuevo asteroide cuya órbita lo trae cerca de nuestro planeta. Se llama 2023 NT1, y fue descubierto el 15 de julio ¡dos días después que pasó a apenas 100 mil kilómetros, un cuarto de la distancia a la Luna! No es un asteroide grande, no es que si cae es el fin del mundo. Pero tampoco es moco de pavo: mide 30 metros. El que explotó sobre Chelyabinsk el 15 de febrero de 2013 medía menos de 20 metros, y su medio megatón a 30 km de altura rompió todos los vidrios de la ciudad y dejó miles de heridos. Si hubiera llegado con otro ángulo, podría haber arrasado la ciudad (la bomba de Hiroshima fue de 0.15 megatones). 2023 NT1 explotaría con unos 2 megatones. Imaginen.

¿Por qué no lo vieron antes? Existen varios sistemas robóticos que escudriñan el cielo para descubrir los asteroides potencialmente peligrosos, y un puñado de veces los han descubierto algunas horas antes de que ingresaran a la Tierra. Pero este llegó del lado del Sol (igual que el de Chelyabinsk) y los robots no pueden apuntar cerca del Sol. Para aliviar ese problema, la ESA tiene planeado un observatorio espacial ubicado entre la Tierra y el Sol, que podría detectar la mayor parte de estos. Se llama NEOMIR, y podría dar un aviso con varios días de anticipación, tal vez suficiente para, al menos, evacuar una ciudad. 

Todos los días la Tierra se lleva por delante algún asteroide, más grande o más chiquito. ¡Se calcula que el planeta gana unas 100 toneladas por día! Algunos son apenas estrellas fugaces, pero a veces los meteoros son tan brillantes que iluminan el cielo y el paisaje nocturno y, más raramente, el diurno. Se los llama en general bólidos, y hay una página de la NASA que cataloga los más grandes, llamados en inglés fireballs:

Vean cómo se destaca el evento de Chelyabinsk, en Siberia. La escala de energía es logarítmica, así que la veintena de amarillos, que parecen apenas menores que ese, en realidad son varios cientos de veces menos energéticos. Zoom a la Argentina:

El más grande es el evento de la noche del 21 de abril de 2013, que vio mucha gente porque ocurrió durante un recital de Los Tekis en Salta. Vayan a verlo y vuelvan, yo espero acá. Justo se les corta el sonido y la gente se enoja, pero no creo que tenga que ver con el bólido.

El bólido que sorprendió a los barilochenses en la noche del 9 de septiembre de este año no aparece en el mapa. En realidad, esperé a escribir sobre esto para ver si en algún momento lo cargaban, pero no. Donde sí aparece es en el sistema de detección de rayos de los satélites meteorológicos GOES (cosa que circuló en las redes el día del bólido). El sistema GLM, que observa tormentas eléctricas, de yapa detecta muchísimos meteoros. Estos son todos los que van en 2023, desde el 1 de enero hasta hoy 31 de octubre, Halloween:

El 9 de septiembre hubo 4 bólidos (es más o menos el promedio diario):


Y ahí está el que explotó sobre la cordillera de los Andes (flecha), más o menos sobre el cerro Tronador. El sistema da bastante información de cada evento. Por ejemplo, aquí está la trayectoria:

Fue casi exactamente de norte a sur. En realidad es una recta: las desviaciones laterales son errores de la identificación del sitio exacto, debido a las explosiones, que fueron dos principales, y que se ven en la curva de la energía:

Fíjense qué breve fue todo: la escala horizontal abarca unos 2 segundos. Es impresionante la cadencia de las mediciones. Lamentablemente, el sistema no está calibrado para medir bólidos, sino rayos de tormentas. Así que la escala vertical en joules no nos dice mucho acerca de la verdadera energía cinética del meteoro. Por lo que vi en los videos, y algunos documentos que encontré en el sitio, debe haber sido más bien pequeño, como una pelota de fútbol.  

Actualmente se conocen unos 32000 asteroides que pasan cerca de la Tierra. De ellos, 853 son mayores que un 1 km (catastróficos), y se estima que faltan unos 50. Mayores que 140 m (devastadores), se conocen 10500, ¡y se estima que faltan 14000 más! Ni hablar de los menores que 140 m, que también podrían causar un daño enorme. En todo caso, si bien nadie debería perder el sueño temiendo que le caiga encima un asteroide, es algo para tener en cuenta. De los desastres naturales, es el único que podemos predecir y hasta evitar. No podemos apagar un volcán, ni desviar un huracán, ni hablar de predecir un terremoto. Pero la caída de un asteroide sí. Así que todos los esfuerzos para lograrlo me parecen bien usados.

 


Cuando digan Halloween, por favor, pongan el acento en la i, no en la a.

28/10/2023

Protocluster

La materia del universo, en la era estelífera en que vivimos, está organizada en estrellas (como el Sol), galaxias (que son sistemas de estrellas), cúmulos de galaxias (que son sistemas de galaxias), y supercúmulos (que son sistemas de cúmulos de galaxias). No hay estructuras más grandes, no hay "cúmulos de supercúmulos". La jerarquía se detiene allí, y llena el universo formando una especie de espuma, con grandes vacíos entre los supercúmulos y filamentos que los conectan. ¿Cómo llegó el universo a ser así? Tenemos dos herramientas para saberlo: primero, la física, capaz de describirnos matemáticamente la evolución del universo porque las leyes de la física son las mismas en todos lados y en todo momento. Segundo, Francia. Y tercero, la observación, porque la física es una ciencia empírica. El telescopio Webb está acumulando rápidamente las observaciones que servirán para entender la primera fase de la formación de esta estructura.

Este es el cúmulo Pandora, nombre informal de cúmulo Abell 2744, en la constelación de Sculptor. Es un supercúmulo, formado por al menos cuatro cúmulos menores (en este recorte se distinguen a simple vista al menos dos agrupamientos de las galaxias blancas que lo forman). Está a 4 mil millones de años luz de nosotros, así que lo vemos tal como era cuando la Tierra estaba recién formada en el sistema solar primitivo, y tal vez ya tenía alguna forma de vida rudimentaria. Es un objeto fascinante en sí mismo, pero no es lo que quería mostrar. 

Una grupo de astrónomos ha usado el cúmulo Pandora como si fuera unos anteojitos delante del Webb, para observar un sistema de galaxias aún más lejanas. Están marcadas en este recorte:

Esos cinco recuadritos encierran siete galaxias, siete galaxias extremadamente rojas, extremadamente lejanas, extremadamente antiguas:

Estas galaxias tienen un redshift confirmado espectroscópicamente de 7.9, lo cual se traduce en una distancia de casi 30 mil millones de años luz de nosotros. Más apropiadamente, vale decir que los vemos tal como eran hace 13100 millones de años, apenas 650 millones de años después del Big Bang. En esa temprana era del universo, de todos modos, ya tenemos esas 7 galaxias ligadas gravitacionalmente, interactuando, y en camino a convertirse, hoy en día, en un cúmulo como el de Virgo (ellos lo comparan con el de Coma, pero nunca hablé de él en el blog). Es un protocúmulo. La masa total estimada en las siete galaxias es más o menos la mitad que la de la Vía Láctea solita. Unas 10 mil veces menos que la masa que deben tener hoy en día. En esa temprana época todavía les estaba lloviendo hidrógeno primordial, y seguramente les faltaba fusionarse con otros grupos vecinos. Las vemos separadas en la foto, pero teniendo en cuenta el efecto de magnificación que produce el Pandora, resulta que están apretaditas en una región de sólo 200 mil años luz (dos vías lácteas).

Esta observación es parte de uno de los ambiciosos programas de observaciones profundas del Webb, llamado GLASS-JWST, y está contada en el paper XIV de sus "resultados iniciales". Los espectros se obtuvieron con exposiciones de menos de 5 horas. El Webb es tremendo. 

Coincidentemente, también se publicaron resultados iniciales de otro de los programas que observan el universo temprano: ASPIRE. En este caso se trata del componente que complementa a los cúmulos en la formación de la espuma de materia cósmica, conectándolos: un proto-filamento:

Las galaxias que lo forman están marcadas con circulitos. En uno de ellos (el que indica la flecha) hay además un quasar (sean buenos y digan cuéisar, más que nada para mandarse la parte). El quasar es el núcleo activo de una de las galaxias: un agujero negro gigante con un chorro de materia y energía, tan pequeño en comparación con las galaxias que en la foto del Webb tiene las 6 puntas características de las estrellas (quasar significa "quasi stellar", if you know what I mean). Vemos este filamento poco después de que comenzó a formarse, 800 millones de años después del Big Bang:

Hoy, como el otro, debe ser pesado como cualquiera de los cúmulos que vemos a nuestro alrededor.

Estos no son los primeros protocúmulos que se conocen. El de GLASS, por ahora, es el más antiguo. Pero esos récords son efímeros e irrelevantes: lo importante es acumular sus observaciones, entender cómo funcionan como población dinámica, y usarlos para mejorar los modelos matemáticos que nos dirán cómo el universo llegó a ser como es. 



El primer paper es Morishita et al., Early Results from GLASS-JWST. XIV. A Spectroscopically Confirmed Protocluster 650 Million Years after the Big Bang, ApJL 947:L24 (2023).

El segundo es: Wang et al., A SPectroscopic survey of biased halos In the Reionization Era (ASPIRE): JWST reveals a filamentary structure around a z=6.61 quasar, ApJL 951:L4 (2023).