Por tercera vez en la historia hemos detectado, en el sistema solar, un visitante interestelar. El primero fue el extraño objeto 'Oumuamua, descubierto en 2017, cuando ya estaba alejándose. El segundo fue el cometa Borisov, en 2019. Y ahora, un sistema automático llamado ATLAS, creado para detectar objetos peligrosos, ha descubierto el tercero, que ha recibido el nombre 3I/ATLAS (tres-i, no 31). También es un cometa, con una coma y una pequeña cola, aunque todavía está más allá de la órbita de Marte. ¿Cómo sabemos que estos objetos son interestelares? ¿Realmente vienen de otras estrellas? Las observaciones telescópicas permiten calcular sus órbitas, con una técnica inventada por Gauss hace más de 200 años. Miren las de los tres interestelares (la roja es la de ATLAS):
Hace siglos, Kepler descubrió que las órbitas de los planetas tienen forma de elipse. Cien años más tarde, Newton explicó por qué, y mostró que, además, las órbitas de los cometas tienen forma de parábola (en algunos casos, de elipse muy estirada). Pero además, las leyes que descubrió Newton permitían la existencia de órbitas en forma de hipérbola. Las hipérbolas son parecidas a las parábolas, pero mucho más abiertas. Tiene esa forma que se ve en la figura: son como dos líneas rectas unidas por un arquito. Esas rectas se pierden en el infinito. Así que son las trayectorias que siguen los objetos que vienen de más allá del dominio gravitacional del Sol: atraviesan la inmensidad del espacio interestelar, acercándose a una estrella cada muerte de obispo.
ATLAS fue descubierto cuando todavía se está acercando. Tendrá su máxima aproximación al Sol a fines de octubre, entre la órbita de la Tierra y la de Marte, cuando se encontrará en el vértice de esa curva tan estirada (el perihelio), para luego alejarse de nuevo hacia el infinito.
En la trayectoria de entrada tendrá una aproximación cercana con el planeta Marte, en el perihelio pasará a poco más de media unidad astronómica de Venus, y en la salida pasará muy cerca de Júpiter. Ninguno de los tres encuentros, de todos modos, afectará significativamente su órbita. Lástima, porque si quedara "capturado" podríamos ir a visitarlo. En su órbita actual, se está moviendo tan rápido que no hay chance de interceptarlo. Para colmo, cuando esté en el perihelio y su cola cometaria sea máxima, reflejando más luz solar, la Tierra se encontrará del otro lado del Sol. Las mejores observaciones ocurrirán un poco después, hacia fin de año, seguramente.
A diferencia de sus predecesores, la trayectoria de 3I/ATLAS está apenas inclinada con respecto al plano de las órbitas de los planetas:
Si uno enviara una nave interestelar a explorar otro sistema solar, esa trayectoria sería la mejor, porque permite visitar de cerca varios planetas. De hecho, ATLAS parece, además, ajustado para pasar muy cerca de uno de los planetas gigantes y uno de los rocosos, y encima para que el único planeta habitado esté del otro lado de la estrella, como para evitar un contacto cercano. Estas caracterísiticas (entre algunas otras) lo llevaron a Avi Loeb (un profesor de Harvard notorio por sus afirmaciones controversiales) a sugerir que 3I/ATLAS podría ser una nave alienígena que viene a explorarnos. Un disparate, pero quién te dice, sería lindo que en noviembre lo veamos prender los cohetes y frenar, ¿no?
¿De dónde viene ATLAS? En base a lo que sabemos del movimiento de las estrellas en la galaxia (principalmente gracias a Gaia), parece que viene del disco grueso, que es donde viven estrellas más viejas que las del disco delgado, donde estamos nosotros. Así que este cometa es seguramente muy antiguo, más antiguo que el Sol, la Tierra y todo el sistema solar. La siguiente figura muestra las probables trayectorias del Sol (en amarillo) y de ATLAS (en rojo), a lo largo de algunos cientos de millones de años:
Es importante señalar que esas órbitas son conjeturales, no están medidas y hay que tomarlas con pinzas. Pero son razonables. Fíjense que la del cometa ya no es un hipérbola: es una hipérbola su movimiento con respecto al Sol, pero en la galaxia sigue una trayectoria enroscada, como todas las estrellas, cúmulos y nebulosas. Aquí, vistas de costado, se ve cómo la del cometa interestelar se extiende más hacia arriba y hacia abajo del plano de la Vía Láctea, que la del Sol:
Después de la aparición inesperada de 1I/'Oumuamua los astrónomos se interesaron por estos objetos, y han calculado que todo el tiempo debe haber una gran cantidad dentro del sistema solar. En los próximos años los grandes surveys descubrirán muchos de ellos. Especialmente el nuevo telescopio Rubin, que vio a 3I/ATLAS antes que ATLAS, cuando todavía estaba haciendo observaciones de prueba y nadie se dio cuenta. La Agencia Espacial Europea tiene planes de construir un robot interplanetario para interceptar alguno de ellos, y tenerlo estacionado en el espacio profundo, hibernando hasta que llegue el momento de activarlo. Todavía es un sueño, pero ojalá lo hagan, sería fantástico poder analizar algún visitante de otra estrella. De hecho, es también posible que algunos de los que vinieron en el pasado hayan sido capturados y estén en órbita solar. Claro, habría que identificarlos. Hay candidatos, pero nada definitivo por ahora.
Las primeras imágenes las hice con Celestia. Las otras son de una nota de prensa del paper en la Royal Astronomical Society: Hopkins et al., From a Different Star: 3I/ATLAS in the context of the Otautahi-Oxford interstellar object population model, arxiv.org/abs/2507.05318v1.