20/08/2011

Formas y colores en la Luna

La semana pasada mostré un mapa (pseudo) geológico de la Luna, basado en una foto común y corriente de la Luna llena. Hoy comentaré algunos detalles curiosos que no quise incluir en aquella nota para que no quedara demasiado larga.

El primero que quiero destacar es esta región, una planicie volcánica justo detrás del cráter Aristarco. Es una de mis regiones favoritas. Anhelo producir alguna vez una foto realmente buena, como la que puede verse aquí. Aún observando a ojo a través del telescopio, con bastante aumento, llama la atención la forma aparentemente cuadrada que tiene este terreno de origen volcánico. Está además surcado por uno de los más notables valles de la Luna: el sinuoso Valle de Schroter, que es probablemente un túnel de lava colapsado. En la Tierra también existen estos túneles de lava, y hace unos años visité uno en el volcán Villarrica. El cráter Aristarco es el punto más brillante de la Luna.

Otra cosita interesante que se ve en la proyección es ésta. ¿Ven esas estructuras, unos arcos concéntricos, justo antes del borde oeste? A simple vista (en la Luna "redonda") son difíciles de reconocer. Pero acá resultan evidentes: son el borde oriental del gigantesco Mare Orientale, que nunca vemos desde la Tierra más que de manera muy rasante y de costado. Orientale es un cráter monstruoso: 300 km de diámetro tiene la cuenca interior, que está rodeada por varios anillos concéntricos de cadenas montañosas hasta formar un complejo de 900 km de diámetro. Tiene un fondo inundado de lava de un kilómetro de espesor.

Así se ve Mare Orientale en Celestia, sobrevolando la Luna a un par de miles de kilómetros de altura, disfrutando de una perspectiva desconocida desde la Tierra, ya que la mayor parte se encuentra más allá del borde de la parte visible de nuestro satélite. Más que cráter, es lo que se llama una cuenca de impacto. Fue producida por un objeto grande, de varios kilómetros de diámetro, que impactó sobre la Luna hace miles de millones de años, cuando el interior de la Luna todavía estaba en estado líquido. El choque fracturó la corteza, y por las fracturas surgió lava, que inundó el fondo de la cuenca. La onda de choque, además, arrugó la roca de manera concéntrica alrededor del gigantesco cráter. Los otros mares de la Luna se formaron de manera similar.

En el ángulo inferior derecho de la imagen en colores de Mare Orientale se ve otro cráter notable: Schickard. Es un cráter gigante, de más de 200 km de diámetro. Las montañas que lo rodean se alzan a más de 2700 metros sobre su planicie central. Para comparación, el cerro López se eleva 1300 m sobre el lago Moreno; el pico más alto en Shickard se vería como un cerro López arriba de otro cerro López, desde la base. A simple vista se distingue que tiene dos tonos de gris distintos cruzando su fondo plano. En colores exagerados se ve que hay al menos tres colores distintos —aguamarina, azul y verde— indicando una composición compleja de minerales. ¿Cómo será su historia?

Finalmente —ya me extendí demasiado— otra cosa curiosa: el Mar de las Crisis es un bien conocido óvalo cerca del borde oriental de la Luna, tal como la vemos desde la Tierra. Su característica forma, un óvalo estirado de Norte a Sur, es un efecto de perspectiva, ya que lo vemos muy de costado. En cambio, al reproyectarlo (acá lo muestro en colores naturales, sin saturación ni inversión), lo vemos con una forma más parecida a la que presentaría visto de arriba: es un óvalo, ¡pero estirado de Este a Oeste! Evidentemente, no todas las crisis son largas como parecen. A veces son más bien anchas...


Nota: Para explorar la Luna los días nublados, la mejor herramienta hoy en día es el Virtual Moon Atlas, un extraordinario programa gratis obra de Christian Legrand y Patrick Chevalley (quien es el autor de Cartes du Ciel, además). Está disponible para Windows, Linux y Mac, en varios idiomas.

Otra nota: El nombre de Mare Orientale, ubicado al occidente del hemisferio visible de la Luna, puede resultar confuso. Se debe a que antes de que la Luna se convirtiera en un mundo visitable a mediados del siglo pasado, la convención de puntos cardinales era de tipo "celeste", con el Este a la izquierda de la línea Norte-Sur, y el Oeste a la derecha. Cuando resultó inminente que la superficie de la Luna iba a ser sobrevolada, se adoptó la convención cartográfica usual, pero el Mar ya tenía su nombre grabado a fuego.

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