27/01/2024

Planetitas

Cuando William Herschel descubrió de pura suerte el séptimo planeta, Urano, en 1781, se planteó la posibilidad de que existieran más. ¿Dónde estarían? Poco antes un astrónomo alemán, Johann Bode, había publicado una curiosa relación matemática entre los tamaños de las órbitas de los planetas conocidos, y Urano encajó muy bien en la fórmula, en su posición ultrasaturniana. Había una excepción: la brecha entre la órbita de Marte y la de Júpiter era demasiado ancha, y había lugar para un planeta más. En 1800 el médico de Bremen y astrónomo aficionado Wilhelm Olbers organizó a un grupo de astrónomos como "policía celeste", para escudriñar la eclíptica y ver si encontraban el octavo planeta. El primer día del siglo XIX (el 1 de enero de 1801) el Padre Piazzi, del Observatorio de Palermo, lo descubrió. Le pusieron Ceres, el nombre de una diosa importante, como correspondía. El propio Olbers descubrió el noveno planeta, también en la región entre Marte y Júpiter, en 1802, y lo bautizó Palas, uno de los nombres de Atenea, otra diosa súper importante. El décimo planeta fue descubierto en 1804, y le tocó el nombre de Juno. ¡Cómo se habían olvidado de Juno, consorte de Júpiter! Por suerte parece que no faltaban planetas. Olbers descubrió el decimoprimero en 1807, también en el enorme territorio entre Marte y Júpiter. A éste le pusieron Vesta, una diosa romana importante, pero que no era parte del Olimpo griego. Me parece que ya empezaban a sospechar algo: había como demasiados planetas entre las órbitas de Marte y Júpiter, ¡y todos muy chiquitos! Herschel empezó a llamarlos asteroides, porque no encajaban en la categoría de los planetas ni en la de los cometas. Recién en 1845 se descubrió el quinto, Astraea, y a partir de allí la cuenta fue aumentando cada vez más rápidamente, primero con el uso de la fotografía, y ya en el siglo XXI con los robots que escudriñan el cielo incansablemente. Hoy se conocen más de un millón, la gran mayoría formando una especie de rosquilla, llamada cinturón principal de asteroides, al que pertenecen los primeros descubiertos. Muchos otros forman un segundo cinturón, más allá de Neptuno (¡ah, vieron que sí había un octavo planeta!), y otros más forman estructuras más complicadas esquivando a los planetas, como los Troyanos o los Hildas.

Como ya dije, son todos muy chiquitos, y por lo tanto muy tenues en nuestro cielo. El más brillante es Vesta, que alcanza la magnitud 6, de manera que alguien joven podría verlo con dificultad desde un sitio bien oscuro. O sea, yo no. Hace poco Vesta pasó cerca de una estrella brillante en Tauro, así que aproveché la oportunidad para fotografiarlo desde el balcón de casa. Sin telescopio, apuntando a la estrella simplemente con un teleobjetivo montado a la cámara. Por supuesto, se ve como una estrella (es lo que significa asteroide). Pero repitiendo la foto el día siguiente, uno se encuentra con que se ha movido: el signo característico de un cuerpo del sistema solar, errante, digamos planético:

La estrella brillante es Dseta Tauri, una luminaria de tercera magnitud que forma el cuerno derecho de Tauro (el "de arriba", visto desde nuestras latitudes). El 8 de enero Vesta pasó a sólo 10 minutos de arco de ella (un tercio de Luna). Un día más tarde ya estaba a 18 minutos. Los puse en un gif para que se vea animado:

Dseta Tauri es una estrella bien conocida por los aficionados al cielo profundo, porque cerca de ella también está la Nebulosa (resto de supernova) del Cangrejo, Messier 1, cuya posición marqué en la imagen. Es muy chiquita y muy tenue, así que el equipo que usé no era el ideal para fotografiarla. Pero igual me dio ganas de ver si estaba. Usando todas las fotos que tomé (26 exposiciones de 1 segundo) y forzando un poco el procesamiento, se la puede ver:

Vesta es un asteroide bien conocido, ya que el robot Dawn se pasó más de un año en órbita, así que lo conocemos bien de cerca:

Casi todo el hemisferio sur (abajo en la animación) está ocupado por un inmenso cráter de impacto, de 500 km de diámetro, uno de los mayores del sistema solar. En su centro hay una montaña de 200 km de diámetro y 22 km de altura desde la base, también una de las mayores del sistema solar. Mucho más notables son estos accidentes, considerando que el diámetro del planetita es de apenas 569 km. Todo el ecuador de Vesta exhibe una serie de surcos paralelos, también testigos del impacto que formó el cráter y el pico central, y desparramó una cantidad de escombros en el sistema solar: los asteroides de la familia Vesta, y muchos meteoritos encontrados en la Tierra. Así que Vesta es uno de los apenas 8 cuerpos (identificados) del sistema solar del cual tenemos muestras materiales en la Tierra: la Tierra misma, la Luna (meteoritos lunares y muestras traídas por los Apollos), Marte (meteoritos marcianos), y los asteroides Itokawa, Ryugu y Bennu (muestras traídas por robots) y el cometa Wild 2 (granos de polvo de la coma, tomadas por la sonda Stardust).



Olbers hizo muchos descubrimientos, pero el mayor de todos fue descubrir a Friedrich Wilhelm Bessel

La animación de la rotación de Vesta está basada en una película de la NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA, que encontré en Wikipedia. Es de dominio público. Las otras imágenes son mías, pero se las presto.

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